En la sexualidad también se puede crecer. Como todo, es un aprendizaje. Y las maneras para conseguirlo son múltiples: la inspiración, incluso la casualidad…
Todo tiene un principio y el descubrimiento de nuestra propia sexualidad también. Yo no sé cómo lo recordáis vosotras, pero muchas veces cuando se crece sin que te hayan hablado mucho de ello, descubres ciertas cosas de manera casual… Y qué casualidades más agradecidas.
Hay quien se inspira viendo una película, quien lo hace por algo que ha visto en una revista, otras personas se animan tras los comentarios de sus amistades. Y hay quien, sin más, un día tonto, en la ducha o haciendo cualquier otra cosa, se roza y descubre que… uhmmm sí, esto da gustito.
Da igual cómo sea el momento en el que te das cuenta de que en tu cuerpo hay ciertas zonas que te hacen sentir cosas diferentes, lo que importa es cómo lo vivimos. Mucha gente ese descubrimiento lo ha vivido con miedo o culpa porque eso «no está bien» y «eso no se hace, eso no se toca». Otras personas lo han vivido como algo más, algo no especialmente relevante, algo normal, como el que descubre que cuando algo te pica se alivia con el rascar. También están las que lo cogieron con gusto desde el primer momento y disfrutaron de ello sin problemas.
Crecemos en el placer a medida que conocemos nuestro cuerpo, a medida que descubrimos lo que nos gusta y lo que no, a medida que vamos sumando experiencias solas o acompañadas.
La falta de una educación sexual adecuada porque «hay cosas de las que no hay que hablar, no vayas a dar ideas» ha hecho que mucha gente se sorprenda ante cosas que son habituales. Todavía recuerdo cuando una amiga me dijo angustiada que había sangrado y no sabia por qué, pero que sus padres le habían regalado unas flores porque «ya era mujer», lo que le dejaba una sensación más extraña todavía… Yo le expliqué que era la menstruación porque, afortunadamente, mi madre ya me había hablado de ella y, aunque no la había tenido todavía, sabía lo que venía. Lo que nunca entendí era lo de las flores, yo esperaba que mis padres, llegado el día, me diesen unas compresas. Así fue. Gracias.
Cuando no se habla las cosas normales pueden parecer extrañas, como la primera vez que una chica descubre que ha mojado sus braguitas. En ese punto, que ella averigüe que la excitación viene acompañada de lubricación y que esa tarde de besos con su novio y ese sentimiento cálido que le había acompañado todo era uno, sin información es complicado.
Antes no teníamos acceso a la información que se tiene ahora (qué vieja sueno, I know) pero en el fondo era lo mismo. Descubrías las cosas por ti misma o por lo que te contaba tu grupo de amigas y ahora hay quien lo deja todo en manos de «Yahoo! Answers» o, afortunadamente, puede leer a profesionales hablando de ello.
Pueden existir dudas, puedes tardar en descubrir qué te gusta, de que manera, si así o «asá», si aquí o allá. Disfruta del proceso, no te agobies. Entiende a tu cuerpo y lo que a él le pasa, no tengas miedo de preguntar tus dudas y tampoco tengas miedo de descubrir las respuestas sin llegar a hacer las preguntas.
No te centres en cosas como «orgasmo», «eyaculación», «punto G», «penetración», blablabla, céntrate en las sensaciones, céntrate en el placer, disfruta de cada uno de los viajes sin tener en cuenta su destino porque al final, lo que te hace crecer, es lo que descubres por el camino.
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