Para muchas personas estar a la moda parece ser una condición de existencia. Para otras no necesariamente. Lo cierto es que dentro de lo establecido y de los fenómenos de masas siempre intentamos buscar nuestra libertad individual, aunque muchas veces sea sin dejar de estar a la moda.
Cuando hablamos de moda, e intentamos armar una historia de la misma a través del tiempo, nos encontramos con que cada período histórico mostró un número de características definidas que lo diferenciaron de los demás. Moda es justamente imponer ciertos elementos que se masifican y se transforman en norma para cualquiera que desee vestirse con lo más novedoso o con lo socialmente aceptado. No aspiro a colocar en el concepto de moda juicio alguno de valor porque lo entiendo como un complejo y muy interesante fenónemo social y cultural. Sin embargo, la moda implica de algún modo u otro cierta pérdida de libertad porque significa, por lo general, tomar lo que otrx propone y hacerlo propio hasta convertirlo en parte de nuestra identidad. Este fenómeno existe hace siglos en la cultura occidental y se ha vuelto especialmente importante y visible en el siglo XX con la aparición de las casas de alta moda, diseño y las famosas top models.
La imagen de nuestros cuerpos, de nuestra apariencia y en definitiva de nuestro ser es una construcción individual en la que sin duda también pueden influir elementos o agentes externos como las publicidades, las modas, el mercado de la vestimenta, las personalidad individual, las celebrities y los ideales de belleza de cada época o región. Así, es difícil muchas veces entender qué de lo que mostramos con nuestra ropa es una decisión nuestra y qué es algo que otra persona o personas decidieron por nosotrxs sin que nos demos cuenta. ¿Qué pasa cuándo vamos a un local de ropa buscando lo último de la temporada que se viene y creemos que al elegir una blusa y no la otra estamos escogiendo nuestro estilo? Claro que lo hacemos, pero ¿nunca les pasó encontrar esa misma blusa que tan felizmente eligieron en otra persona, cruzando la calle, haciendo las compras, yendo al cine? ¡A mi sí! Y ahí es cuando me di cuenta que pocas cosas de las que vestía eran realmente elecciones completamente mías sino que en gran parte eran elecciones dentro de un abanico previamente establecido de lo que ese verano o ese invierno se debía vestir. Puff, ¡qué decepción!
Lo que encuentro fundamentalmente atractivo del mundo de la moda y de la vestimenta es que al mismo tiempo que encontramos caracteres, elementos y formas masivas aceptadas y deseadas por muchos y muchas, también podemos ver una constante búsqueda por escapar a esas reglas impuestas. Es ahí donde comienza a aparecer el concepto de libertad sobre él que este mes quiero reflexionar.
La compleja sociedad en la que vivimos indica que, por suerte, ese concepto de moda fuerte, rígido y casi ineludible está comenzando a ver sus sogas aflojarse. Esto es así desde mediados de la década del ’60, momento en el cual las culturas alternativas iniciaron su recorrido en el mundo de Occidente. Cada vez visibles con más ímpetu, las formas contraculturales que se fugaban de lo pre-establecido y de lo socialmente aceptado irrumpieron en el mundo de la vestimenta logrando que en la actualidad sea casi imposible hablar de un único estilo o forma de vestir, generalizado y aprobado por todos.
Lxs adolescentes y jóvenes son de alguna forma los principales estandartes de esta búsqueda de una salida a lo convencional y si bien muchas veces el mercado de la vestimenta está apuntado directamente a ellxs, la realidad es que no podemos decir que todxs acepten con la misma fuerza todas las pautas de vestir que se imponen desde algún lugar. Basta con prestar atención a las personas que pasan por las calles de tu ciudad, ya sea en Europa, en América o donde estés y notarás que en un corto lapso de tiempo podrás encontrar muchas formas diferentes de llevar la ropa. ¡Alegrémonos!
La diversidad en la vestimenta que hoy podemos ver es un símbolo más de la libertad que a veces podemos originar y propagar nosotrxs mismos con nuestras acciones. Si hablamos de las mujeres, es común ver aquellas que visten estilos bien clásicos y prolijos, sofisticados y elegantes, pero también chicas y mujeres más descontracturadas, con prendas que combinan todos los colores en uno, otras que toman elementos del punk con mucho cuero y cuadrillé, algunas que son más atrevidas y lucen con pequeñísimas prendas y otras tantas que siguen siendo románticas, llenas de flores y colores rosa. Pero también podemos ver chicas góticas, vestidas de negro y con botas altísimas, las hippies y bohemias con los cabellos revueltos, las que imitan un estilo masculino y austero, las que quieren despertar la atención y las que buscan ocultarse y preservar su cuerpo de las miradas ajenas. Además están las deportistas, con ropa cómoda y práctica, las profesionales con tacos de aguja y minifalda, las que mezclan varios estilos en uno, las minimalistas, las viajantes que toman elementos de cada lugar al que van y finalmente, también, las que no piensan demasiado en su ropa ni en lo que llevan puesto.
Todas, absolutamente todas ellas son una muestra de la libertad que hoy podemos encontrar a la hora de vestirnos y de mostrarnos al mundo. Lucir cada uno de estos estilos es una elección personal y persigue intereses propios, el de ser una mujer única, como todas lo somos. Aplaudimos entonces y esperamos que no hablemos ya más de una exclusiva forma de vestir, sino de una diversidad de formas, estilos, colores y elecciones. ¡A ser libres sin miedo!
2 Comentarios
Hola chicas, me pareció bastante interesante su artículo. Me llamo Vanessa, soy de México y estoy estudiando (ya casi terminando) la licenciatura en psicología, y me gustaría citar su artículo en mi tesis. Estoy investigando acerca de la violencia que se gesta a partir de los estereotipos de belleza femenina, y me parece importante hablar acerca de aquellas que deciden trasgredir las normas de belleza como forma de expresarse libremente. Solamente que necesito sus apellidos para poder realizar la cita correctamente, agradecería que pudieran enviarmelos en un correo electrónico. Por otro lado, les agradezco por hacer post como este que me inspiran a seguir creciendo C:
«…me di cuenta que pocas cosas de las que vestía eran realmente elecciones completamente mías sino que en gran parte eran elecciones dentro de un abanico previamente establecido de lo que ese verano o ese invierno se debía vestir. Puff, ¡qué decepción!»
«Todas, absolutamente todas ellas son una muestra de la libertad que hoy podemos encontrar a la hora de vestirnos y de mostrarnos al mundo»
Bueno pues en realidad lo veo como una contradicción tratando de ser un argumento, o de pronto un grito escondido de libertad. La cosa es que partes de asumir que en algún punto la moda toma las decisiones por todos los que tenemos ropa encima y con esto estoy de acuerdo pero al final describes todas las formas en las que esa moda es puesta en duda y las personas, sobre todo jóvenes, tratan de crear su propio estilo y expresarse como les de la gana, pero no deja de ser una elección que ya ha sido tomada. A lo que voy es que esa moda de la que hablas no se trata de marcas y empresas imponiendo sus estándares y lucrándose de ello, esa es solo una parte de un aspecto cultural de cualquier sociedad. Cada elemento cultural responde a una reacción de un grupo de personas respecto a algún factor externo, que luego puede convertirse en tendencia y por supuesto la tendencia conlleva a una protesta, vienen como de la mano. Y al final todo es producto de un proceso que con o sin objetivo comercial, simplemente existe y como seres humanos tenemos gustos que están marcados por la forma en que hemos vivido, por la forma en que nuestra historia, marcada siempre por factores externos y nuestra reacción a ellos, se desarrolla.
Por esto creo que lo que escribes es una contradicción, porque tanto la tendencia como la respuesta alternativa a esta son decisiones ya tomadas, no por un o una diseñadora, ni por empresas ni por marcas. Simplemente por una cadena de eventos que marcan la forma en que la cultura de cada sociedad se desarrolla. Y considero que son las personas que logran ver ese proceso los que logran posicionar su expresión lo suficientemente acorde y adecuadamente para ser influyentes y exitosos a la hora de mostrar sus creaciones al mundo, se convierten en iconos de la moda y así mismo dan paso a respuestas y reacciones que buscando originalidad terminan por complementar, evolucionar y muchas veces convertirse en el siguiente paso que marcará la diferencia.
Así que lo que sea que vistas, moda o no, siempre será parte de esa cadena que no para y tampoco se desvía y como todo, nunca habrá un estilo original, nunca podrás realmente elegir por ti misma como te vas a vestir, pues esa decisión ya está tomada. Sencillamente porque nada en ti es completamente original, todo proviene de alguien más, excepto el conjunto de todas las cosas que has vivido y la forma en que expresas todas esas experiencias, y esa expresión llegará a alguien más que la tomara como parte de su propia vida.