Maureen escribe una emotiva carta a su madre para darle las gracias, porque, ¿qué sería de nosotrxs sin nuestras madres?
Un día leí en las redes sociales una frase que me gustó: el patriarcado es heterosexual pero homoafectivo. El autor quería decir que en el mundo heteronormativo y patriarcal en el que vivimos, a los hombres les gusta tener sexo con las mujeres (no a todos, claro, hola amigos gays); pero las personas a las que tienen en más alta estima, que tienen como modelos, que admiran y a las que ponen en un pedestal, son otros hombres.
Me hizo darme cuenta de que yo soy al contrario. Las personas a las que tengo en más alta estima, que tengo como modelos, que admiro y a las que pongo en un pedestal son en su mayoría mujeres.
Hay muchas mujeres a quienes me hubiera gustado escribir una carta y lo haré; pero como tengo que elegir a una persona, te elijo a ti, mamá. Sé que es muy cliché escribir una carta a tu madre, pero hay que empezar por las raíces:
Cuando me encuentro gente que me dice que soy una persona guay, pienso: deberías conocer a mi madre, es que fui criada por una persona súper guay. No sé si es porque somos parte de una etnia matriarcal o si eres una fuerza de la naturaleza. Creo que no eres nada más que una mujer africana: luchadora y resiliente.
Ahora que soy independiente, me doy cuenta del valor inmenso que has tenido para criar a 3 chicas adolescentes que no dejaban de pelearse, locas y desordenadas (sobre todo yo, lo admito); y eso siendo una mujer inmigrante, sola y con pocos recursos. Ahora entiendo por qué te enfadabas cuando llegabas del trabajo y el apartamento estaba desordenado y estábamos tiradas en el sofá esperando a que hicieras todo (sobre todo yo, lo admito). Me da un poco de vergüenza porque no siempre he sido una buena hija.
Si fuésemos de la etnia Igbo, le daría el nombre Nneka a mi hija si algún día soy madre. Nneka significa madre es suprema y es lo que pensé a los 7 años cuando me dejaste en el hospital en el día más caluroso del año y te fuiste a recorrer toda la ciudad para comprar medicinas para mí.
Madre es suprema es lo que pensé cuando en el periodo en el que no salía de mi cuarto porque estaba en plena crisis del cuarto de vida, abrías la puerta con un aire preocupado en la cara para preguntarme cómo estaba. Muchos dirán que eso es el deber de una madre, pero a mí siempre me ha parecido excepcional que alguien se preocupe por mí así, sin condiciones.
Madre es suprema es también lo que pienso cuando me cuentas tu juventud loca en Costa de Marfil y pienso que si hubiéramos nacido en la misma época, hubiéramos sido amigas.
Madre es suprema es lo que pensé cuando muchos años después supe que fuiste la adulta acompañante que necesitaba una amiga de mi hermana para poder abortar. Ella venía de una familia muy conservadora y no se lo podía contar a nadie, pero confió en ti.
Madre es suprema es lo que se me pasa por la cabeza cuando en las fiestas bailamos salsa juntas y la gente nos mira con admiración y dice: Maureen es igual que su madre.
Pero como no somos Igbos, llamaré a mi hija Aya, como tú.
Siempre fui feminista, aún cuando todavía no conocía la palabra, porque fui criada por ti. En mis investigaciones sobre los afrofeminismos, me di cuenta de que las mujeres blancas teorizaron sobre cosas que ya eran realidad para muchas mujeres africanas. Pues es tu caso, no te importa mucho el feminismo teórico (aunque te lees todos los libros sobre el asunto que dejo en la mesa de la sala) pero como la Frida original, solo te contentaste con ser la mujer que querías ser.
¿Te acuerdas del día en el que estábamos viendo Anatomía de Grey y Meredith le dijo al Doctor Shepherd que no se iba a mudar de ciudad por el trabajo de él porque no quería abandonar su propio trabajo y su carrera? Me miraste y dijiste: eso es feminismo, ¿verdad momo? Me quedé sorprendida y súper orgullosa.
Claro que tengo cosas que reprocharte, no has sido perfecta, pero nadie lo es. Estoy de acuerdo con la frase que dice: lxs hijxs crecen, aprenden a conocer sus padres (y madres) y un día les perdonan.
Un día me dijiste: nuestra vida es luchar. Sí, somos descendientes de guerreras, líderes y reinas, es lo que intento guardar en mi mente cuando estoy desesperada por el tamaño del trabajo que nos queda por hacer para librarnos del heteroblantriarcado.
Tú eres suprema.
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