Nuestra sexóloga Marta reflexiona sobre las posturas (‘imposibles’) que aparecen en el Kamasutra y nos echamos unas risas.
Muchas veces, cuando hablamos de posturas sexuales, siempre sale esa persona que quiere probar el Kamasutra entero… buena suerte 😉
El Kamasutra es un libro hindú en el que Vatsyayana hacía un repaso a la sexualidad, cuando esta era sana o no, el comportamiento que había que tener con nuestra pareja, la importancia tanto del cuerpo como de los sentimientos y, además, incluía, como todes sabéis, un apartado de posturas sexuales heterosexuales que es lo que hizo que siga siendo conocido en nuestros días.
No sé si os habéis parado alguna vez a analizar o a probar algunas de las posturas que sugieren, pero muchas de ellas parecen hechas para auténticos trapecistas y dan ganas de ponerse un maillot y que suene música circense antes de empezar.
Hay una de ellas, por ejemplo, en la que la mujer hace el pino en el suelo mientras el hombre la sujeta por las caderas y la penetra. En serio, ¿quién puede aguantar así sin abrirse la cabeza? Llamadme torpe si queréis pero yo lo veo “super erótico” – modo ironía ON: con las manos que se te resbalan en el suelo, toda la sangre en la cabeza, que más que un rubor en las mejillas te da una expresión de tomate a punto de estallar, y pensando “uy, ¡qué gustito da esto!” No, no lo veo.
Hay otra que tiene un nombre que ya te avisa de lo que viene y se llama “fuerza aérea”. Esta es sencilla en la teoría: el hombre de pie y la mujer se abraza a él con sus piernas. La clave aquí es el físico, porque solo irá bien cuando el hombre esté fuerte y la mujer pese poquito, que sino hay despropósito asegurado. Y digo yo, ¿no será mejor no pasar por eso y apoyarte en la pared, por ejemplo? O que la mujer baje una pierna y, además, así hay más roce… No sé, ¿cómo lo veis?
El carro es hasta jocoso imaginarlo. La mujer se apoya con las manos en el suelo y el hombre la coge de los tobillos, la típica postura de “la carretilla” que alguna vez tomábamos para ciertos juegos de pequeñes y con la que rezabas para que no te fallasen los brazos y te quedases sin dientes. Pero en esta ocasión es mucho más cómodo -sí, sí- ya que en vez de tener las piernas estiradas, las flexionas, y en vez de aguantar el equilibrio mientras andas, te quedas quieta y aguantas el peso. Para el hombre aún mejor ya que solo tiene que estar en esa postura tan natural como es de pie, sujetando el peso de las piernas de la mujer, flexionando el cuerpo para adecuar la altura -que le da cierto aire neandertal- y, por supuesto, penetrándola a buen ritmo. Creo que me he cansado tan solo con escribirlo.
El puente de madera es, sencillamente, una genialidad. Las risas que se debió echar el autor mientras pensaba “a ver si cuela y lo intentan, ingenúes”. En ella el hombre hace el puente y la mujer se pone encima, cual amazona. Bueno… vale… vamos a ponernos en la idea de que encontremos a un hombre que tenga la flexibilidad para hacer el puente mientras tiene una erección y que, además, esté cómodo así. Después conseguimos que una mujer se suba encima de su pene erecto y se quede con todo su peso ahí apoyada… pero, ¿me explicáis cómo va a ser esa imagen en movimiento? ¿Saldrán rodando? ¿Aguantará el puente? El sueño de tode osteópata, un crujir de vértebras, claramente.
Existe una que se conoce como la V erótica. En ella la mujer se sube en una mesa y el hombre está de pie. Hasta aquí bien, ¿verdad? Pero la mujer en este caso no va a poner las piernas alrededor de su pareja sino que, manteniéndolas estiradas, las va a apoyar en los hombros de él, va a llevar el culillo hasta el borde de la mesa y, para no apoyar la espalda en la mesa -estar cómoda está sobrevalorado- va a sujetarse con los brazos en el cuello de su pareja. De esta forma, las piernas y la espalda de la mujer forman una V que su coxis probablemente no agradezca mucho, pero ese es otro tema. ¿Cómo decís? ¿Qué para el hombre igual tampoco es cómodo tener a la mujer colgando de su cuello y a la vez sus piernas apoyadas a ambos lados de su cabeza? ¡Bah! exagerades…
Si os digo la verdad, de la que más fan soy es de una que se llama “el par de pinzas”, y es la clásica “tijera” con las piernas entrelazadas. Pero no todo iba a ser tan fácil. En esta ocasión, el hombre se encuentra totalmente erguido y sujetando a la mujer que quedaría en horizontal a un metro del suelo como si entre los dos hiciesen él símbolo de la suma (+) ¿Y luego qué? ¿Estamos locxs? ¿Qué necesidad hay, criaturitas?
Podríamos seguir así mucho rato pero yo lo que os aconsejo es que echéis un vistazo a las posturas con vuestra pareja, paséis un rato de risas y, si os animáis a intentar alguna de las más complicadas, con cuidadito, por favor.
Recordad que lo importante no es la postura, el grado en el que se dobla tu espalda, si tienes la cabeza hacia el norte o si puedes conseguir tener una relación sexual mientras haces volteretas laterales. Lo importante es que disfrutéis, que estéis a gusto y que os dejéis llevar, porque, al fin y al cabo, el placer es cuestión más de instintos e impulsos y menos de seguir un manual de instrucciones.
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