«He aprendido que para parecer natural debo estar más de media hora delante del espejo.»
Dedicado a Claudia, que me enseñó lo ciertas que son estas palabras.
Seguro que muchas de vosotras alguna vez habéis hecho algún curso de automaquillaje o habéis sucumbido al “te enseñamos a maquillarte gratis” de los stands de El Corte Inglés – lugar en el que gratis significa unos 70€ en productos de alta gama – y habéis oído la muy manida frase de “el mejor maquillaje es aquel que no se nota”. Yo he hecho ambas cosas, y he aprendido que para parecer natural debo estar más de media hora delante del espejo poniéndome todo tipo de iluminadores, correctores y prebases de bases, que me dejan la piel tersa como el culito de un bebé.
La naturalidad parece ser la cualidad más apreciada en todos los ámbitos de nuestra vida, pero no nos engañemos, no es la verdadera naturalidad la que se nos pide, sino una forzada naturalidad que no desentone y que esté dentro de los cánones preestablecidos. ¿Por qué esta presión por resultar estupendas pero sin que se note que te lo has currado?
Si echamos la vista atrás, vemos que nunca antes en la historia de la humanidad se le ha dado tanta importancia a la naturalidad como se le está dando desde hace unos años. Repasemos:
- Las egipcias se pintaban los ojos de negro intenso y se ponían toda su joyería a la vez.
- En la antigua China las mujeres se vendaban los pies para que no les crecieran y resultar así más femeninas.
- En la corte de Luis XVI (éste también es “equis uve palito”) no solo se ajustaban el corsé hasta que podían olerse los pechos sin agachar la cabeza, y se maquillaban como si hubieran metido la cara en un cubo con cal, sino que disecaban al caniche para convertirlo en una peluca de medio metro de altura y le colocaban un nido de golondrinas encima (esa Kirsten Dunst en María Antonieta poniéndose pajarillos en la peluca no tiene precio).
- En el siglo XIX, se llevaban las faldas tan acampanadas que para conseguir tal efecto se debían poner polisón y miriñaque. El miriñaque es una estructura con aros que se ata a la cintura y hace forma de campana hasta los pies y el polisón es un conjunto de volantes cosidos unidos y que se coloca en la parte trasera del miriñaque. Con toda esta parafernalia conseguían tal volumen en la falda que, si esto sucediese ahora, necesitarían pagarse dos asientos XXL en Vueling para aposentar el trasero.
Así pues, llegamos a la conclusión que fue el siglo pasado el que mató la idea de “antes muerta que sencilla” para pasar a un soso y aburrido “arreglá pero informal”, sobre todo en la última década del siglo. Os diré que de esto me he dado cuenta no porque sea muy lista, sino porque últimamente para evitar ver el telediario matinal por no oír hablar más de crisis y corrupción, como he hecho los últimos cinco años mientras me doy mis tropecientas cremas y me visto para ir al curro, me he dedicado a ver las reposiciones de Divinity de Ally McBeal y… OMG los noventa fueron la muerte de la alegría y la imaginación para la imagen de la mujer.
Además del tema de la imagen, otro tema que tiene que ver con la falsedad de la naturalidad que se exige y que siempre me ha sorprendido por lo normalizado que está, son los eructos y flatulencias en general. Es obvio que tenemos flatulencias, eructamos y cagamos como cualquier ser vivo, ¿por qué nosotras debemos reservarlo para nuestra intimidad cuando los hombres no tienen reparo en compartirlo y, a veces, hasta incluso convertirlo en un concurso? Yo también quiero participar en esos concursos. Yo nací para participar en esos concursos. Y ahora llega el momento de la “batallita de la agüela”:
Mi amiga C – no la misma a la que va dedicado el artículo sino otra – conoció a un chico una noche de juerga. Se gustaron, se pusieron a hablar e intercambiaron números de teléfono. Unos días después de conocerse, C recibió un SMS del chico en cuestión, en el que le proponía verse al día siguiente. El día de la cita, mi amiga se preparó como hacemos todas para una cita que nos apetece mucho: dejó su larga y lacia melena suelta y brillante, se depiló todo lo necesario, se maquilló hasta que sus rasgos habían cambiado pero pareciendo ir sin maquillaje, escogió un modelito cómodo y casual pero que resaltaba sus virtudes y se fue toda feliz a cenar con él. La velada transcurría de forma divertida, se miraban, se contaban sus vidas, se hacían bromas mutuamente y todo parecía presagiar que podía ser el inicio de una bonita historia. Todo era fácil y natural. Hasta que en un momento dado, C bebió un sorbo demasiado largo de su cerveza y se atragantó, con la fatalidad de que en vez de toser un poquito y conseguir salvar la situación dignamente, lo que salió de su glotis fue una retahíla de eructos a cada cual más fuerte, desagradable y gutural que el anterior. Todo muy incontrolable. Por supuesto, ese fue el final de la historia de amor más corta que me han contado jamás. El chico acabó la noche sin muchas ganas, la acompañó a casa y mi amiga no volvió a saber nunca más de él. Pobre C, tantas horas preparándose para ser super natural, para que al final su verdadera naturalidad le fastidiara la cita.
Cuando los chicos nos dicen “cuando estás más guapa es cuando llevas unos tejanos, una camiseta blanca y el pelo en una coleta” no son muy conscientes de lo difícil que puede ser tener buena pinta con ese outfit, sobre todo cuando llegas a una determinada edad. Pongamos igual de determinada que la mía. Si yo tengo que tener buena pinta así, las consecuencias, queridos amigos hombres, son las siguientes: la camiseta blanca no tiene sentido sin llevar debajo el muy denostado sujetador de color carne. Los tejanos son fáciles y cómodos en general, así que no deberían darnos muchos problemas, a no ser que sean un poco marcones, en tal caso mejor ponerte una braga que te apretuje un poco la tripa. Además, toda chica de bien sabe que la ropa interior siempre debe combinarse, así que la braga tendrá que ser color carne también. Si tienes la suerte de tener un pelo fino y lacio como yo, el hecho de hacerse una simple cola de caballo puede convertirse en tu mayor pesadilla cuando te das cuenta de que estires hacia donde estires, siempre habrá algún hueco por donde se te va a ver el cartón. Yo he llegado a estar más de 15 minutos para hacerme una mierda de coleta con cuatro pelos y ante la desesperanza, me he llegado a plantear el pintarme esos huecos con betún de los zapatos.
En definitiva, que tanta naturalidad ni es casual, ni siempre es sencilla, y yo desde mi rinconcito quiero apoyar el hecho de que si queréis que seamos naturales, lo seamos de verdad, con nuestros pelillos, puntos negros, poco maquillaje, a veces el pelo un poco sucio, porque no siempre tengo ganas de cuidármelo. Que la mujer se creó para ir en esquijama – ¡¡qué gran invento!! – y no tener que preocuparse. Y si esa naturalidad no es suficientemente bonita, entonces no seáis falsos y nos critiquéis cuando nos arreglamos mucho, con muchos volantes, o muchos complementos, o muchos brillos, nos hacemos algo novedoso en el pelo o nos maquillamos como si quisiéramos gastarnos todos los productos de una sola vez. De vez en cuando todas necesitamos sacar la pin up que llevamos dentro.
8 Comentarios
Hola, encontré esta página por casualidad. la he compartido con mis mejores amigas y mi novio, el cual apoya todos los artículos que aparecen aquí. La naturalidad «falsa» que se nos inculca actualmente, dejó de ser un problema para mí desde que empecé a trabajar: opté por ir con mi super no-sexy pijama de clínica(sí, parece pijama), mi cabello en una cola que me demoro 30 segundos en hacer(siempre me han dicho que tengo un pelo «dócil», ni idea que significa) y mi cara totalmente sin maquillaje; A veces me miro en el espejo y me asusta mi reflejo pálido y ojeroso, pero luego recuerdo que ese es mi verdadero yo y me encanta
Suerte chicas 😉
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realmente fantástica!! me encanta leerte Lucy 😉
Pues claaaaro!!!!!!!
Jolines, me he desorinado xD
Buenísimo! Me ha encantado!
Ya era hora de que alguien lo dijese… y lo escribiese!
Gracias!
Lola
A mí me pasa a veces también, no estás sola!!
el otro día se me escapó un minieructo (muy mini eh!) sin darme cuenta en la mesa de la oficina, trabajando…salió de mi ser sin aviso prévio, ni birra ni coke…
y lo pasé fatal! disculpas, risas nerviosas, todo!
y aun puedo notar alguna mirada de incredulidad inquisidora hacia mi..
QUÉ PASA?A TI NO SE TE HA ESCAPADO UN ERUCTO (MINI) NUNCA??
#truestory
Jajaj, se me han escapado eructos minis y no tan minis, Bárbara! No estás sola ;D