Hablamos con Madrid Ciclista sobre bicicletas y mujeres.
Las razones por las que existe esta brecha de género no son pocas pero quizás la principal sea , una vez más, los roles tradicionales de cuidado. Las mujeres realizan desplazamientos más complejos que los de los hombres (con múltiples paradas, por ejemplo, para llevar los hijos al colegio, ir a trabajar, hacer la compra, etc) y también ocupan mayor cantidad de tiempo empleándolo en labores domésticas.
Sin embargo, tal y como señalan Elena y Sara, de la asociación Madrid Ciclista, la bicicleta fue un arma de emancipación para las mujeres a finales del siglo XIX, un “juguete” que les dejaban usar y que les permitía desplazarse de forma autónoma sin dar explicaciones a nadie. También les favoreció el cambio de indumentaria de los vestidos largos y corset a los pantalones bloomers.
- «Hay que estar en forma”. Son muchas chicas que han dejado de hacer deporte durante la adolescencia, algo que tradicionalmente, se ha incentivado más en los chicos y que puede disuadir a la hora de comenzar a utilizarla. También puede existir un problema de autopercepción debido al rol patriarcal de «debilidad femenina»: algunas mujeres pueden percibirse en menos forma que un hombre en idéntica condiciones físicas o incluso estando este mucho peor.
- “Hay que adaptar la velocidad al tráfico pero las mujeres son más lentas y más miedosas”. Los mismo mecanismos de rol tradicional señalados en el apartado anterior explican este falso mito, puesto que la velocidad o la percepción de peligro no dependerá del género sino del otros factores: estado físico, experiencia previa, etc. Además, cualquier ciclista urbano ha comprobado que es imposible correr tanto como un coche, por eso, el objetivo debe ser adaptar la velocidad a las posibilidades de cada una. La seguridad es lo primordial.
- “En bici se suda mucho y no puedo ir así a la universidad o al trabajo”. Siempre se ha demandado un mayor cuidado en la estética a las mujeres y pueden existir ciertas inquietudes (en ambos géneros) por el sudor o despeinarse, más si se acude a un cita, reunión o si en el trabajo se exige un cierto estilo. Sin embargo, ir a una velocidad moderada puede arreglar ese problema. Hay que recordar que ir en bici no implica el uso de ropa deportiva y que cualquiera puede ir como quiera.
Pero la brecha de género llega también a los colectivos de promoción de la bicicleta, en los que la gran mayoría de asociaciones y eventos están ocupados por los hombres. Como dice la activista Andrea María Navarrete: “Es un tema de liderazgo. ¿Por qué las mujeres no están liderando colectivos probici? Es una pregunta interesante para responder.”
La bicicleta es una manera de empoderarse y cuidarse, una manera de volver a casa más rápida y segura, sobre todo en zonas conflictivas y que incide en el debate de la inseguridad de las calles. Un vehículo histórico de emancipación, de autonomía en el transporte y de hacerse visible. En definitiva, es otra arma más para luchar contra el patriarcado: “Los piropos callejeros siempre son los mismos, pero en bici se escuchan menos”.
Especial gracias a Elena y Sara de Madrid Ciclista, la asociación que «pone la bici en el centro del tráfico y la movilidad ciudadana en Madrid».
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