Hacer lo que se espera de nosotres, ser responsables… Pero no serlo con nosostres mismes. Una Frida nos habla de cumplir y no cumplirse.
Responsabilidad es tener la libertad de decidir entre cagarla o no, si decir hola o si decir adiós, si devolver esa llamada o no. Pese a que algunes lo niegan, une siempre sabe lo que va a pasar; lo presienten las vísceras, el instinto. Es una cosa mística, se podría decir. Y ser responsable es, sencillamente, si actuamos en pos o en contra de lo que dice el instinto. Es fácil decir que somos libres de elegir, pero en la realidad hay una infinidad de hilos que nos mueven a la izquierda o la derecha.
Cumplimos por obligación, por comodidad, por amor, por miedo. Seguir el movimiento de la marea es fácil porque no hay nada sorpresivo. Es hacer lo que hay que hacer, recibir tu recompensa y hacer todo de nuevo al día siguiente. Pero en esa madeja de hilos es fácil enredarse y olvidarse de por qué empezaste a tejer en primer lugar. ¿Lo hiciste porque querías o porque te obligaron? ¿Te motiva la pasión o el miedo? Vivir puede parecer duro cuando te dedicas a cumplir, pero es más duro cuando vives sin cumplirte.
Yo soy una persona muy responsable. De las que entregan todo a tiempo, de las que cumplen las expectativas de la empresa, de les profesores, de les progenitores. De las que reciben felicitaciones por los buenos resultados. El mono mejor entrenado del circo. Hice todo lo que me dijeron en la casa y en el colegio; me partí el lomo por ser perfecta y aun así desperté un día odiando mi carrera, sin ambiciones, sin carácter, deprimida hasta el tuétano y sin alguien a quien cargarle la culpa. Pero en el fondo yo sabía que la responsabilidad era mía y solo mía, aunque prefería meter la lengua al enchufe antes que admitir la derrota.
Invento excusas para sentirme menos mal: no tengo dinero, no tengo tiempo. Enfoco mis energías en cosas externas. Siempre hay algo mejor, algo más urgente; y la verdad es que no. Sencillamente gasto el tiempo en pelotudeces y luego tengo el descaro de sorprenderme cuando las cosas no me resultan, cuando no bajo los veinte kilos, cuando no termino un proyecto, cuando el dinero no llega.
Cumplir es un veneno que se toma despacio y al terminar das las gracias al que te envenenó. Y cuando me intoxico culpo a mi pareja, a mis padres, a mi perro, al sistema, al horóscopo, a quien sea; la cosa es nunca tener que admitir que no tengo la disciplina ni la constancia para cuidar mis comidas, o para terminar la novela que empecé hace tres años, o para dejar de gastar la plata a destajo. Soy muy creativa para evadirme. Cuando tengo que entregar un proyecto, mi casa está más limpia que nunca. Las consecuencias no me importan hasta que alguien sale perjudicade; y ese alguien por lo general soy yo.
Soy muy irresponsable conmigo misma. No se me da bien eso del cuidado personal. Sé que comer chatarra hace mal para la salud, pero no voy a parar hasta tener diabetes. Sé que revisar el Instagram de mi ex es malo para mi dignidad, pero lo hago. No me cumplo cuando asumo que siempre tendré tiempo para todo, que nunca me va a faltar la comida en el plato, que jamás en la vida me va a fallar un órgano. Soy irresponsable por no cortar relaciones tóxicas o por dar el gusto a otros de verme la cara de pelotuda. No muevo un pelo por realizar mis sueños y metas, ni por realizarme como persona. Soy irresponsable por escribir esto encima del deadline, porque tengo miedo a no saber qué decir, pero eso es mentira, porque yo siempre tengo algo que decir.
Cumplir es más fácil que cumplirse, porque el primero es jugar a lo seguro, a lo tangible; en cumplirse no hay claridad, es todo abstracto y son muchos los desenlaces. Si cumplo y fracaso puedo culpar a otre; si me cumplo y fallo, me tengo que apuntar con el dedo y cargar con la vergüenza. Es malo que te apuñalen, pero es peor cuando me apuñalo sola y, encima, gratis.
Y la verdad es que no es un crimen no cumplirse. No afecta a nadie más que una. Hay gente que se hace la burra toda su vida y no tiene problemas. Pero gente como yo puede correr de todo, incluso del que te cobra la renta, pero no se puede escapar del cadáver que una carga en la mochila. No hace bien hacerse la loca, y cuando una no se hace bien, nada te hace bien.
Es irresponsable no pagar las cuentas o dejar plantado a alguien, pero también es fatal dejar de lado las metas porque no sabemos qué curvas tiene el camino. Es irresponsable no hacerse cargo de lo que nos duele, de la espinita que nos clava a cada rato. Creo que la clave es tener criterio para decidir qué consecuencias una acepta y cuáles no; y nadie te puede hacer sentir mal por tomar esas decisiones.
Ser responsable con una a veces significa ser irresponsable con otres, pero así funciona la cosa. A veces hay que ser un poco egoísta, y eso no es una falencia de carácter, es más bien redimirse con una misma por todo el tiempo que gastamos mirando para afuera, en vez de hacerse cargo de la casa que se está quemando adentro.
Texto de Catta Silva Polanco (22), Chile.
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