Marta nos habla este mes de cómo el peso de la responsabilidad en las relaciones sexuales de las parejas cishetero suele caer en la mujer.
Por un lado, si tenemos asociado que el hombre es el que provee los condones no es por otra cosa más que porque no estaba “bien visto” que una mujer lo hiciera. Porque siempre se ha considerado como algo normal que un tío saliese de casa planteándose la opción de tener una relación sexual peeeeeero si lo hacía una mujer no faltaban calificativos: buscona, suelta, guarra,…
Si partimos de las connotaciones de cada género es evidente que al final se iba a ir dejando eso en manos de los hombres, ¿no?. Si a tí se te aplaude y a mí se me juzga, no hay duda.
Ahora bien, si nos plantamos en el momento en sí, a la hora de una relación sexual con penetración, ¿quién suele ser la persona que está pendiente de que se utilice un método de barrera? La mujer.
¿Quién suele intentar no utilizarlo? El hombre.
Siento menos, me corta el rollo, quiero sentirte, sólo un poquito y luego me lo pongo.
Parece que la responsabilidad en los cuidados en el caso del género masculino se acaba una vez has comprado el preservativo. Ir a la farmacia o supermercado: check. Comprar los condones: check. Decir que tienes cuando la cosa se pone caliente: check. Ponértelo: ¿check?
Al final es la mujer la que tiene que insistir, hacerse fuerte, no ceder,… y yo me pregunto, ¿tener que hacer eso no nos hace sentir menos, nos corta el rollo y nos hace sentir al otro más lejos? Porque tenemos que coger el rol de cuidadoras, de “esto no se hace”, de, de, de… y es muy cansador. Además de nada erótico, por supuesto.
Pero la cosa no para aquí ya que esto no es algo puntual -como casi nunca lo es- sino que es producto de una sociedad enferma por machistitis. Altamente perdurable en el tiempo, contagiosa y esperemos que no sea crónica.
Se supone que las mujeres somos fértiles unos 6 días al mes. A ver si cala esto: SEIS DÍAS. Mientras que los hombres lo son TODOS los días. Sin embargo, si estás en una relación cerrada y estable, no quieres tener descendencia y quieres olvidarte del condón -porque ¡sorpresa! a nosotras tampoco es algo que nos encante- ¿qué hacemos?. Hormonar a las mujeres. Una pastilla cada día, con todo lo que ello supone, para evitar que esos 6 días pase lo que no queremos que pase.
En este caso el conteo del partido es de 6 frente a 30/31 pero ganamos el premio las que menos puntuamos. No tiene sentido.
Pero es que Marta, no existe una píldora masculina o no hay métodos que blablablabla. La pregunta es ¿y por qué?. Porque no interesa. Porque es más fácil que siga siendo así.
Y aún vamos un pasito más allá. Pareja estable que sabe que no quiere tener hijos ni ahora ni en un futuro y que no quiere estar hormonándose el resto de su vida. Tenemos la opción de una vasectomía o una ligadura de trompas. La primera de ellas, la que se practica a los hombres, es una cirugía menor que se puede realizar con anestesia local y que, después de ella, te vas a casa. La ligadura de trompas sin embargo hay que realizarla con anestesia general y tiene muchos más riesgos e inconvenientes.
Sin embargo se realizan más cirugías las mujeres que los hombres. ¿Uhmm?
Porque se considera que el embarazo es responsabilidad de nosotras. Porque la maternidad es cosa nuestra pero ¿y nuestro cuerpo?.
Se nos dan todas las responsabilidades pero no los privilegios. Esto es como decirle a alguien que cuide de tu casa, de tus plantas y tu perro pero no darle las llaves sino que tiene que esperar a que alguien le vaya abrir la puerta cuando consideren. Así de loco todo.
Lo que muestra todo esto es que en este ámbito -como en tantos otros- no existe una equidad, una igualdad.
Y eso hay que cambiarlo.
Hay que seguir trabajando.
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