La figura femenina en el cómic de superhéroes III: años 80

Los años 80 entregan mujeres poderosas, independientes y en la mayoría de los casos seguras y orgullosas de su sexualidad. 

Marvel Comics

Los años 80 trajeron cambios a dos personajes femeninos provenientes de los orígenes del universo Marvel y que sirven como perfecto ejemplo de la discriminación a la que estuvieron sometidas las heroínas y personajes femeninos en los tiempos de Stan Lee: La Chica Invisible y La Avispa. La primera de ellas, gracias al trabajo de John Byrne, co-autor junto a Claremont de La Patrulla X y que aquí se estrenaba como autor completo. Su llegada hizo que Susan Storm, la “chica” invisible, reclamara su lugar y su posición central en el serial y en la familiar formación. En primer lugar, cambiando su nombre de guerra por Mujer Invisible, entregándole una mayor presencia e importancia en el desarrollo de las tramas de la colección, más allá de su papel como esposa de Reed Richards -ejemplo perfecto del heteropatriarcado inconsciente y paternalista- y su labor como madre de dos infantes, acercándose a la representación poderosa de las mujeres mutantes que co-creó con Chris Claremont.

Marvel Comics

Este proceso de madurez del personaje vino provocado por su transformación en Malicia, una versión negativa y perversa de Susan Storm, donde toda la represión de la protagonista, provocada por un entorno machista y condescendiente -tanto en el mundo de las viñetas, como en el de una industria y unos lectores masculinos que la infravaloraban- acababa sirviendo para mostrar ante Reed Richards y los lectores un espejo distorsionado que dejaba salir toda la rabia y frustración de unas figuras femeninas que habían estado calladas y sometidas durante muchas décadas. De la misma manera, y haciendo gala de una paridad casi inexistente en la época, John Byrne decidió que el cuarteto estuviera formado por el mismo número de hombres y mujeres. Así, en sustitución de La Cosa, llegó Hulka – versión femenina de Hulk- que en manos de John Byrne se convirtió en un personaje completamente independiente y superior a su precursor masculino, aunque su poderoso físico, magnificado por el autor tanto en Los 4 Fantásticos, como en la posterior novela gráfica y serie regular del que quizá es el personaje favorito del autor canadiense, podría considerarse precursor inconsciente para el retroceso del feminismo superheróico durante la década de los 90.

En cuanto a Janet Van Dyne, La Avispa, el efecto de los males del heteropatriarcado y su segunda posición tras su marido Hank Pym, El Hombre Hormiga, quedó reflejado de una manera mucho más cruda, cuando el guionista Roger Stern, en las páginas de la serie regular de Los Vengadores, descubrió ante los inocentes lectores de los años 80, que la superheroína había sufrido malos tratos en la intimidad de un matrimonio aparentemente idílico. Para los códigos de censura de la época, Stern fue capaz de plasmar un acto tan aborrecible, ante unos lectores infantiles y juveniles que descubrieron una realidad que parecen querer ocultar solo aquellos que la practican. Casi dos décadas después, en los albores del siglo XXI, el guionista escocés Mark Millar, en su reinterpretación de Los Vengadores, titulada The Ultimates -dirigida a un público adulto- desarrolló, amplió y plasmó con una mayor crudeza, el horror que habitaba en la intimidad de la pareja superheróica.

DC Comics + Marvel Comics

La llegada en los 80 de dos autores tan fundamentales para entender la evolución del cómic de superhéroes como Alan Moore y Frank Miller, trae también consigo una nueva interpretación y caracterización de la figura femenina, tan diferente a lo representado anteriormente, como polémico. Comenzando con Frank Miller, que a través de Elektra -trágico interés amoroso de Matt Murdock/Daredevil y heredera de la Sand Saref creada por Will Eisner para The Spirit- le sirvió al autor de 300 para modernizar el mito de la femme fatale, pero añadiéndole una multiplicidad de capas de gris, y sirviendo de modelo para un nuevo tipo de mujer, donde la independencia sexual y el empoderamiento se dan la mano, sirviendo como modelo para su reinvención de Selina Kyle/Catwoman en Batman: Año Uno o las übermujeres sexualizadas y poderosas de su febril incursión en los terrenos del neo-noir como es Sin City. Y no podemos acabar con Frank Miller sin su actualización de esas figuras femeninas creadas por Stan Lee, sumisas e invisibles, como Karen Page, interés amoroso de Matt Murdock, reconvertida en personaje tridimensional y trágico, pasando de secretaria y enamorada de Matt Murdock a actriz pornográfica adicta a la heroína, introduciendo la cruda realidad en un universo de cuatricomía irreal.

DC Comics

La sombra de la misoginia ha perseguido a Alan Moore a lo largo de toda su carrera, sobre todo por la introducción constante de la violencia sexual hacia las mujeres, presente en trabajos tan representativos e importantes para la historia del género como Batman: La Broma Asesina -donde se sugiere una agresión sexual por parte del Joker a Barbara Gordon/Batgirl-, Watchmen -el intento de violación de El Comediante (una visión perversa entre el Capitán América y El Castigador) hacia Silk Spectre (representación de la heroína “objeto”/pin-up de los años 40) o el maltrato físico y psicológico a Evey en V de Vendetta. Ante estos elementos, que además sirven para desarrollar un discurso sobre la trastienda que se esconde tras los aparentemente inocentes héroes del cómic, se encuentra a un autor que ha sido capaz de representar poderosas e independientes figuras femeninas -la evolución de Evey Hammond, la protagonista de V de Vendetta-, la superheroína de orientación lésbica Cobweb -homenaje/herencia sin censuras de la Wonder Woman de William Moulton Marston- creada junto a su pareja, la ilustradora Melinda Gebbie – también pareja creativa de uno de los mejores cómics acerca de la sexualidad y el erotismo desde la perspectiva femenina como es Lost Girls- la relación interespecies entre Abigail Arcane y el elemental La Cosa del Pantano, en la serie homónima de este o el cúlmen de la femineidad y oda a la importancia de la mujer, no solo en el cómic, sino en la creación artística, que es su monumental Promethea.

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Felipe Rodríguez Torres

Crítico cultural especializado en cine y cómics. Escribe en la actualidad en Caimán Cuadernos de Cine, Revista Mutaciones, el Pájaro Burlón y Redrum Blog de Cine, mientras mantiene actualizado, en la medida de lo posible, su blog personal La Habitación Nº 26.

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