Me siento con mi tacita de café a escuchar la radio todas las mañanas, en mi intento insaciable de entender las cosas desde la raíz. El sol sale cada día porque esta ciudad es soleada hasta rabiar y después de terminarme el desayuno, me pongo a trabajar con los rayos del sol dándome en la cara. Mi cabeza no para de pensar en cómo construir y construirme en un mundo que a veces pinta más gris que de otro color y en donde la tecnología nos está llevando a caminos insospechados de demagogia y populismo.
En este mes, en Proyecto Kahlo, se decidió hablar sobre tolerancia y creo que es un perfecto término para empezar hablando de dónde están los límites y de dónde no lo están. Yo estudié en una época ya algo lejana, que no demasiado, la licenciatura de periodismo y aprendí dos cosas importantes en el ejercicio de escribir, investigar y reflexionar: que la relatividad cultural ha calado hondo y que sirve de excusa para justificar ciertas prácticas que van en contra de los derechos humanos y de la libertad individual; y que la tolerancia es tan relativa como necesaria en nuestra sociedad.
Me explico: al principio de mis estudios, pensaba que este mundo me quedaba grande para entender tantos prismas y punto de vista como tiene la historia política y social en su conjunto. ¡Tanta relatividad me estaba superando! Pero a medida que avanzaba en edad y en entendimiento era consciente poco a poco de que el mundo siempre ha ido de un par cosas: desigualdad de clase y patriarcado. Sí, dos palabras que explican todas las guerras de poder a lo largo de los siglos y la subordinación de las mujeres para mantener una estructura que nada más y nada menos formaba parte de ese entramado geopolítico y social.
Por eso, hay a algunes que se les llena la boca a la hora de decir que hay que tener tolerancia hacia todas las ideas políticas, tolerancia hacia todas las formas de gestionar la economía, tolerancia hacia todos los puntos de vista que puede contemplar una sociedad -y entró VOX en un país que ya ha estado marcado por una dictadura de cuarenta años-, tolerancia hacia otras sociedades donde la mujer no puede ser independiente en ningún término, tolerancia, toleranci, toleranc, toleran, tolera…
Tolerancia, sí, compañeres, tolerancia en mundo que no es tolerante ni con su propia sombra. Se parece mucho a cuando hablamos de libertad: “¡Vamos! ¡Es que si Amancio Ortega es rico es porque se lo ha construido él mismo y a eso nadie puede poner límites, es libertad individual!”… Pero, y yo me pregunto: ¿cuánta tolerancia y libertad hay a costa de pisar derechos humanos? Creo sinceramente que debemos pensar en más allá de un concepto que cuando la decimos se nos llena de ese orgullo que nos pisa y nos frena para ser más humanos, más consciente de la lucha y de avanzar como sociedad incluso.
Tolerancia es que seamos conscientes de que empieza y acaba donde empiezan y acaban los derechos de nuestres hermanes; y ese es el límite que debemos exigir y exigirnos a nosotres mismes.
Recuerdo los debates que teníamos sobre el velo -sé que es una cuestión delicada y compleja-, muches decían: ¡No, no, tenemos que ser tolerantes y respetar a otras sociedades! ¡Si no, pecaríamos de intolerantes! Pero claro, a ningune se nos ocurría que el principal ingrediente para ser el y la más tolerante era pensar si esas mujeres que llevaban velo lo hacían por sumisión, aceptación, obligación, sentirse parte de su sistema o realmente por libertad individual. Creo que la respuesta es evidente, no significa que debamos ser nosotres, las de otres ralidades, les que debamos ir a allí con la bandera de nadie y con la moralina de nadie a inculcar nada. Para eso están ellas mismas, en su lucha y en su derecho de tener su propio proceso social. Pero tampoco significa que tengamos que justificar una práctica patriarcal que coarta a las mujeres a poder ser libres de llevar su pelo al aire, si ellas quisieran, en nombre de la tolerancia.
Tampoco me considero intolerante por denunciar que la ultraderecha está en el parlamento andaluz y que sus ideas políticas pisotean claramente los derechos humanos, ¿tolerante? ¿Debo ser, en ese caso, tolerante con las personas que votan a un partido que es homófobo, racista y machista sin ninguna pretensión de esconderse?
Si bien habrá mucho de ustedes que no estarán de acuerdo con lo que estoy escribiendo en estas líneas, y por ello no dejaré de respetar a les que no les guste mi discurso. Pero sí que llamo a pensar si verdaderamente estamos siendo coherentes cuando promulgamos ciertos términos para justificar el egoísmo individual.
Es imprescindible para convivir en una sociedad que los puntos de vista existan, que la diferencian sean palpables y que convivamos con ellas, que no subordinemos a nadie a nuestro pensamiento, que tengamos mil maneras de hacer y de sentir, de desear y de amar… Pero eso no tiene nada que ver con la justificación más peligrosa que pueda existir para seguir perpetuando la desigualdad, la injusticia social y el poder.
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