Victoria nos invita a reflexionar sobre la presencia de fenómenos como libertad sexual, religión y tradiciones en nuestra vida a través de la novedosa miniserie Poco Ortodoxa -Unorthodox- , disponible actualmente en Netflix.
Una mujer delante de una cama prepara un porta-cosméticos, documentos, algo de dinero y una foto. Los envuelve en un suéter y baja hasta la entrada de su edificio, lista para salir. En la puerta sus vecinas le comentan que ha fallado un cable y que esperan que lo reparen. Es el día de sabbat. “Vos no tenés hijos, podés dejar esa bolsa en casa”, la tranquilizan.
Esty vuelve al departamento, guarda todavía menos efectos personales y abandona el edificio como si se fuese a hacer un mandado.
Para encontrar la propia identidad hay que ir bien livianes.
En 2012 Deborah Feldman publicó su novela autobiográfica Unorthodox: The Scandalous Rejection Of My Hasidic Roots. El 26 de marzo de este año Netflix lanzó una miniserie de 4 capítulos basada – más bien inspirada – en el libro de Feldman. Tan sólo en Argentina ya es la segunda serie más vista del momento (en época de cuarentena).
Poco Ortodoxa –Unorthodox– es la historia de Esther Shapiro, una mujer judía miembre de una comunidad ultra-ortodoxa de Williamsburg, Nueva York, que huye de un matrimonio arreglado hacia Berlín. Su sueño de liberación incluye reencontrarse con su madre ausente, descubrir el placer sexual y audicionar para el conservatorio de música local.
¿Alcanzan 4 capítulos para contar una historia de liberación y búsqueda de la voz propia?
La serie recupera buena parte de la vida de Deborah Feldman, pero en forma adaptada. En realidad, Deborah se fue a New Jersey -Berlín vino después- con un hijo pequeño, unos diez años después de casada y cuando ya era una escritora reconocida. Pero el modelo Netflix encapsula casi todo en formatos consumibles de modo veloz [como una serie corta o una película larga] y en eso también fragmenta personas, religiones, ideas. Todo debe entrar en una cápsula.
¿No existe una frase exacta para decir “Te Amo” en Yiddish?
Algunos artículos recuperan este dato como cierto. Teniendo en cuenta que es la lengua que predomina en la serie el dato podría hablar de la irrelevancia del amor en la comunidad judía ortodoxa. En verdad sí existe pero su raíz es germánica medieval: «Ij lib dir«.
Podríamos decir que la Déborah Feldman argentina es Tamara Tenembaum.
Bueno, sería un poco reduccionista pero sí viene a cuento recomendar la lectura de “El Fin del Amor”, en donde la autora local recupera buena parte de sus vivencias en una comunidad judía del barrio de Once, Buenos Aires. Hay un interesante paralelismo en la forma en que Tamara explica cómo salió del mundo de las relaciones entendidas desde la religión judía para experimentar las del mundo “moderno”, en donde además del matrimonio y les hijes está el amor romántico. Pero, ¿el amor existe? Tamara reconoce que esta apertura al mundo de las relaciones “libres” está plagada de incertidumbres y que la idea del amor romántico es tan polisémica como la cantidad de practicantes de esta “otra religión”.
¿Somos todas Esther Shapiro?
Bueno, aunque a la mayoría nos resulte ajeno y hasta inverosímil… las prácticas de matrimonios arreglados, censura a la educación y florecimiento profesional de la mujer, sexo con fines meramente reproductivos y hasta la prohibición de usar Internet son todavía hoy comunes para muchas mujeres en muchas comunidades del mundo. Pero ¡cuidado! creer que somos libres porque vivimos en sociedades en donde esas prohibiciones no forman parte del diccionario cotidiano no quiere decir – como la mayoría ya sabemos o sospechamos – que no estemos sufriendo otro tipo de censuras e imposiciones a nivel relacional, sexual, profesional y también digital.
Si el sexo sin placer te repugna quizás te cuentes entre las pocas afortunadas que nunca han tenido relaciones sexuales por presión de género.
Perder la virginidad temprano para no parecer una santa o más tarde para no sentirte una zorra. Cambiar de opinión cuando estás teniendo o a punto de tener sexo con alguien pero hacerlo igual para no generar rechazo. Tener relaciones sexuales cuando tu cuerpo o tu mente no se sentían bien para que tu pareja no se frustre (o algo peor). Experimentar dolor, disgusto, cansancio, falta de motivación y ausencia de orgasmos es común para la mayoría de las mujeres una o más veces en su vida.
Mi amiga Sofía (@sofacai en Instagram) compartió un hilo de Twitter en donde varias mujeres comentaban las situaciones de presión, maltrato y agresión que sufrieron cuando intentaron optar por una ligadura de trompas. Esta es nuestra vida real.
El algoritmo manda.
Que Poco Ortodoxa –Unorthodox– se cuente entre el contenido más visto puede deberse a varios factores. Por ejemplo, la enorme comunidad judía que reside en Argentina. O también que somos grandes consumidores de todo lo que nos resulte exótico o extraño (otra de las miniseries más vistas es sobre el vasto y intrincado mundo de personajes en torno de los zoológicos privados de grandes felinos, Tiger King). Incluso la plataforma continúa empujando contenido vinculado a la liberación femenina y la lucha de género y diversidad. Pero esto no necesariamente significa que apoye estas causas, sino que el complejo funcionamiento de su algoritmo tiene la capacidad de “pegarse” a temas que por cuestiones de coyuntura -u otros intereses- resulten rentables. Netflix dista de ser una plataforma sinceramente inclusiva, pero sí funciona como disparador para explorar otros mundos.
Si quieren seguir en la línea temática aquí van otras recomendadas:
Female Pleasure, Disobedience, One Of Us, Shtisel.
Las religiones como herramientas.
Aunque la religión más que a menudo sea una institución de poder patriarcal, presión de género, prácticas de censura y control sobre las cuerpas y exclusión de la mujer de estructuras jerárquicas, así no es como se lo imaginó Dios (?). El lanzamiento de Poco Ortodoxa –Unorthodox– motivó debates al interior de las comunidades judías en Argentina.
En este artículo de Anfibia (que recomendamos para continuar la lectura de la serie) explican que en la Torá sí se habla de relaciones sexuales placenteras para la mujer, que existen circunstancias en donde se permite el cuidado anticonceptivo, que reciben educación sexual en la escuela, que no en todas las comunidades ortodoxas Internet está prohibido, y que tampoco obligan a las mujeres a raparse el cabello. Existen rabinos mujeres y hasta ¡feministas!
Se trata de interpretaciones de los libros sagrados que, más de una vez, favorecen la cultura patriarcal de dominación. Pero muchas otras veces las religiones sí sirven como herramienta para potenciar la fe, la bondad y las conexiones. Y en esas queremos creer.
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