Amanda profundiza en el tema de las cirugías estéticas poniendo el foco en las celebrities y el impacto que pueden tener en la vivencia de nuestros propios cuerpos
Mientras escribo estas líneas Jennifer Lopez acaba de lanzar su nueva línea de cosméticos asegurando que nunca se ha puesto botox porque no es «esa clase de persona». En realidad, su secreto para lucir una cara cuyos ángulos faciales desafían la gravedad a los 51 años es utilizar aceite de oliva.
El paso del tiempo y el gen celebrity
Nos hemos tragado durante años que esto es así, que somos diferentes a las celebrities y punto. Ya sabemos como funciona: mujeres famosas cuya piel no sólo frena, sino que recorre la dirección opuesta a las agujas del reloj. Sin embargo el proceso es tan progresivo, sutil y homogéneo que la piel ni siquiera parece cambiar, en realidad parece llevar congelada desde los 25 años, por lo que no podemos diferenciar qué ha ocurrido exactamente. Eso ayuda a que nos traguemos mentiras como que la dieta y el ejercicio, o el aceite de oliva han mantenido esa piel joven para siempre.
La verdad nos hará libres y he descubierto una teoría que ayuda a entender todo esto. Ahí va. No existe «el gen celebrity». Con esto quiero decir, es literalmente imposible que la mayoría de las famosas dejen de envejecer sin pasar por quirófano o utilizar rellenos mientras el resto de nosotras sí lo hacemos. ¿Existe alguna carga genética especial que transforme el envejecimiento de tu piel cuando eres famosa para que se comporte diferente a la del resto de mortales? No, no y no. Admitámoslo de una vez, la única cosa que puede desafiar la ley de la gravedad es el dinero y necesitamos personas que empiecen a reconocerlo.
Pero primero, dejemos algo claro, ninguna persona está obligada a admitir sus cirugías, al fin y al cabo, cada persona es dueña y señora de su cuerpo y está en su derecho a no hacerlo. En segundo lugar, preguntar a las mujeres famosas sobre sus procedimientos estéticos es profundamente lamentable. Ninguna mujer debería recibir ni contestar preguntas sobre su físico cuando éstas no tienen nada que ver con su trabajo. Es un hábito injusto, no pertinente, increíblemente machista y extremadamente horrible.
Responsabilidad y referentes
Una vez aclarado esto, vamos a pasar a hablar de responsabilidad. No, no y no a las preguntas sobre cirugías. Sí, sí y sí a admitirlo de motu propio. ¿Por qué si yo fuera famosa tendría que admitir que me he operado?, ¿no forma parte eso de mi vida privada? ¿Por qué estoy obligada a tener ese tipo de responsabilidad sobre mis hombros si un hombre no la tiene? No estás obligada, pero ayudarías enormemente a esta generación y a las venideras a dejar de compararse con bellezas que en realidad no existirían sin aguja e hilo de por medio. Pongamos que eres famosa y te gustan las mujeres, no es tu obligación admitirlo, pero de nuevo, si quieres ayudar a que las demás mujeres tengamos referentes diversos, nos harías un gran favor.
Anitta es una artista brasileña tan famosa que ni siquiera sé cómo describirla. La cuestión es que es una de las pocas mujeres a las que he escuchado admitir que se ha operado de tantas cosas que ni siquiera es capaz de recordarlas, y sólo por eso, ya tiene mi corazón ganado. No es justo que sigamos comparándonos con un modelo de belleza que en realidad sólo se consigue con dinero.
Nos encontraríamos mucho más a gusto con nuestro cuerpo si entendiéramos que otras mujeres tienen nuestro mismo físico, lo hayan alterado o no. Que no todas las bellezas de Hollywood nacieron con pómulos altos, labios carnosos y tabiques nasales lisos. Que eran como nosotras, pero invirtieron mucho dinero, tiempo de quirófano y un entrenamiento personal extenuante para conseguirlo. Sólo así entenderíamos que nos estamos comparando con una belleza fabricada. Nada de malo en ello, por si no lo sabes, yo ya he salido del armario como fan de la cirugía plástica en esta revista.
La verdad visibiliza
Sólo con la verdad por delante entenderíamos que no hay nada de equivocado en nuestro físico. Pero primero necesitamos esa verdad por delante, necesitamos dejar el secretismo y la negación de lado. Sólo así entenderíamos también que la cirugía estética no es una aberración que debamos ocultar. Necesitamos dar visibilidad a la diversidad, y también dejar de considerar la cirugía plástica un tabú. Sólo así, con conocimiento y siendo libres para actuar, podremos decidir si nos quedamos con nuestro aspecto «natural» (no hay nada 100% natural en esta vida) o no.
Con la transparencia en la mano podremos acceder a más información de calidad, y tengamos por seguro que cuando llegue ese momento, por fin dejarán de intentar vendernos cremas carísimas que nunca harán nada más por nosotras más que vaciarnos los bolsillos.
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