Una Frida (Kristal) nos invita a su mundo íntimo, el de ella consigo misma; una cita y animarse a romper con la soledad moderna.
Aposté por invitarme a salir, sin la ansiedad del que dirán por verme sola.
Decidí por un instante ser espectadora de los verdugos de mi vida.
En un ejercicio de liberarme de los venenos aprendidos.
Quizás la agudeza del dolor alimenta la valentía.
Aposté por llevarme al teatro para ver actores fingiendo la alegría de vivir holgadamente.
Y vi mi vida interpretada por otros y decidí personificar mis miedos.
En el enfrentamiento con las sombras de mi alma me encontré.
Un acto valeroso es el de hallarse a sí misma.
Aposté por mí, y recorrí las sendas que me devolvían a mí misma.
En la soledad, encontré un poder desconocido.
La autonomía no siempre se viste de rosa.
Y seguí apostando, solo para darme cuenta de la fortaleza que existe
cuando uno mujer se descubre a sí misma.
Kristal M. Rivera González
30 años
Puerto Rico
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