Pero juntas nos vamos a salvar. Entrevista a Andy y Gabuleta.

Ilustración de Laura F.

Andy y Gabuleta son las creadoras de “Está Bien No Estar Bien”, un podcast -¡muy recomendado!- sobre “salud mental, gatitos y realities, en ese orden”.

Nació durante el aislamiento obligatorio por la pandemia de COVID-19 y, lejos de vender terapias mágicas o superadoras, propone encontrarse en un lugar donde está bien existir como podamos, con amuletos como la amistad, el feminismo y el humor. 

1. ¿Qué disparó la creación de “Está Bien No Estar Bien”?

Andy: Con Gabu hablamos desde que ella participó en un episodio de Gatocracia. Yo la seguía en Twitter, leía lo que contaba acerca de salud mental y me interpelaba mucho que una persona fuera tan abierta. Yo lo vivía todos los días y no sabía cómo ni con quién hablar de eso. 

De hecho, nuestro primer episodio se llama “Perdón por pedir perdón” , porque cada vez que nos conectábamos para hablar y alguna no podía porque se sentía mal le pedía perdón a la otra básicamente por existir. 

Y ya que se hablaba tan mal de la salud mental, queríamos compartir nuestra experiencia desde adentro. Siempre aclaramos que no somos profesionales. 

Gabuleta: Las amistades no se transitan de la misma forma cuando tenés tantos problemas de salud mental o físicos. Entonces lo nuestro era hablar de cómo funciona sentirse así. La idea del podcast es contar que existen otras formas de existir y que la amistad también se puede cultivar así. Inclusive ella me vio la cara por primera vez hace relativamente poco. Es inusual pero funciona. 

2. ¿Qué relación ven entre la cuestión de género y la salud mental?

G: Cuando era chica siempre me trataban de “loca”, pero con el feminismo me di cuenta de que tengo problemas de salud mental y eso no quiere decir que esté loca. Antes se pensaba que la histeria se curaba con una máquina y hoy en general se sigue considerando que las mujeres tenemos “reacciones hormonales”. 

Me ha pasado de ir al médico y que me digan “te vi la cara y me di cuenta de lo que tenés”. O se dice que las mujeres tenemos bajo el umbral del dolor… todas cosas que se cruzan con la salud mental. 

Es desesperante. Tengo que pensar cómo me visto para ir al médico: si estoy maquillada dicen que no parezco tan enferma y si estoy desarreglada me dicen que me vista más colorida. Pero nunca vi a un hombre pensando “¿qué me pongo para ir al médico y que me tomen en serio?”

A: Personalmente yo viví muchas situaciones de gordofobia.
Los varones están “seteados” para no mostrar sus sentimientos, y por eso es muy difícil hacerles diagnósticos de salud mental. Y todavía más: los profesionales de salud mental no están capacitados para tratar con el colectivo LGBTIQ+. 

Esa es para mí la barrera de género en salud mental. 

3. ¿Qué tienen de negativo y qué rescatan de las redes sociales para el cuidado de la salud mental? 

G: Cuando yo decidí hablar de salud mental en redes sociales fue muy positivo y me ayudó un montón ver a otras mujeres y otras realidades. Además, al ser agorafóbica es mi contacto con la sociedad y por eso Internet para mí es una maravilla.

En cuanto a cosas negativas obviamente hay mucha violencia. 

En la balanza Internet me da cosas más buenas que malas, pero sin dudas afecta la salud mental. 

Y otra cosa negativa que veo es que se está hablando más de salud mental pero hay ciertos trastornos que siguen en la sombra: por ejemplo desde el lugar de quien tuvo ansiedad un tiempo pero no entiende que tu ansiedad sea crónica y te dice: “¿No probaste con yoga?”. O un “hilo en Twitter de cosas que podés hacer para salir de la depresión”. 

Hay cosas que ayudan pero NO son un tratamiento. 

A: Yo quiero sumar eso de “Si vos querés, podés”, o si no salís de tu trastorno es porque no lo intentaste lo suficiente.

También, más allá de las terapias alternativas, podés encontrar profesionales que no son ideales, y es una búsqueda para encontrar los más competentes. Y todo eso hay que pagarlo y cuesta mucha plata, y no todo el mundo tiene ese dinero.

Acceder a la salud mental es casi un lujo porque la atención pública o en obras sociales es muy deficiente. 

Y en las redes hay muchos contenidos del tipo “5 tips para no estar deprimido” y el primer tip es “No estés deprimido”. Eso lo consume mucha gente que no tiene acceso a tratamientos de calidad en salud mental. 

Nosotras apuntamos a des-estigmatizar la salud mental, pero eso no significa que no sea un problema real. 

Si sos celíaque tus amigues te pueden preguntar o les puede costar pero nadie te diría: “Dale, comete una torta igual”. Pero cosas equivalentes pasan con la salud mental, porque es invisible. 

4. ¿Qué frase sobre salud mental odian? 

G: Yo odio todas las frases, hay demasiadas opciones. Pero todas caen en el paraguas de “elegí ser feliz” y “si querés, podés”. Lo que siempre intento dejar en claro es que por ejemplo, en mi caso, yo estoy haciendo un montón. Soy bastante funcional: tengo pareja, mi e-commerce, me levanto a la mañana, y soy feliz además de muy infeliz, las dos cosas conviven. Yo estoy haciendo un esfuerzo descomunal aunque vos no lo veas. Todo lo que hago lo hago con dolor, con tics nerviosos, con trastorno obsesivo-compulsivo que es agotador a nivel cerebral. 

A: Quiero agregar a las de Gabu la filosofía de “todo es un poster”. Al estilo de “vive, ríe, ama”, “comer, rezar, amar”. Y la idea de que viajar te salva. 

5. ¿Qué cosas les salvaron la salud mental en cuarentena?

G: Más allá de las amistades como las de Andy, me salvó estar en una buena pareja, poder trabajar desde casa. Y jugar videojuegos y ver series, me da vergüenza ser tan básica pero me relajan un montón. 

A: Primero, mi psiquiatra. Las amigas como Gabu. El feminismo, en la cuarentena puntualmente me volví más militante y más activista de las cosas que me interpelan: la salud mental, la gordofobia, ser mujer. Y me salvó mucho enojarme también. 

6. El “está bien no estar bien” es permitirnos no estar siempre bien y no tener que ser siempre productives. Pero… ¿deberíamos ir en la búsqueda de sentirnos mejor? ¿Cuál es el balance? 

G: Debería haber un consenso de que la productividad no es la base de todo: podés funcionar un poco menos y no valés menos que el resto. Pero más allá de los químicos del cerebro y de lo que te pase, hay que hacer cosas para estar mejor… aunque tu bienestar a veces no cumpla con la idea de lo que para la gente es la felicidad. 

Hace dos meses se murió mi papá y yo hacía cuatro años que no iba al pueblo a verlo por la agorafobia. Para el velorio fui y mucha gente me hizo comentarios tipo “¡estás curada!”. 

Y eso me despertó pensar que elijo ser feliz NO haciendo cosas que me destruyen. Yo fui en esa situación espantosa porque era peor no ir para mí.

Entonces, vos podés elegir hacer cosas que te hagan feliz, pero no necesariamente coinciden con la idea de la felicidad que tienen los demás. 

Está bien no estar bien, está bien estar bien y está bien que suba y baje.  

Yo todos los días de mi vida en algún momento pienso que terminaría con todo, y también soy re feliz a pesar de esto. Considero que a mí me dieron limones e hice un montón de limonada. 

A: Dentro de todos los mandatos yo elijo “está bien no estar bien” porque implica acomodarme a algo que me hace mejor. Por ejemplo en días como hoy que no tengo Internet y no puedo trabajar u otros que necesito dormir con la ropa puesta porque no puedo ponerme el pijama. 

Hoy estoy en un excelente momento laboral pero de salud mental estoy “como el ojete”. Entonces, ¿estoy bien o no? ¿Estoy bien espiritualmente o bien para ser funcional al sistema capitalista? 

Siempre digo en chiste que mi tumba debería decir: “Nadie puede decir que no lo intentó”.

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