«El uso de la bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que cualquier otra cosa en el mundo»
Susan B. Anthony, en una conversación con Nellie Bly.
«Antes pensaba que lo peor que podía hacer una mujer era fumar, pero he cambiado de idea. Lo peor que he visto en mi vida es una mujer montando en bicicleta»
Una corresponsal del Chigago Tribune, el 25 de julio de 1891.
Desde chica mi papá se preocupó por enseñarme todo tipo de deportes; nadar, tirarme clavados y montar la bicicleta; empecé con llantitas y poco a poco se las fuimos quitando; como a toda niña. Sin embargo, entre más crecía, más me enseñaba la vida lo maravilloso que puede ser andar en “rila”.
No fue hasta hace pocos años que descubrí, y digo descubrí porque así fue, que podía montar en la ciudad y en la montaña; que podía moverme por donde quisiera tomando las riendas de mi destino, de mi futuro.
Este transporte que está conformado por dos llantas, un cuadro, un manubrio, un asiento, frenos y más, tienes que aprender a domarlo, a sentirlo, a vivirlo como uno solo, porque si algo me han repetido mi mentor en la bici (mi papá) infinidad de veces es que “tú y la bici deben de ser uno mismo”.
Andar en la montaña es de las formas más bonitas que he conocido para empoderarme; una bici, un casco y guantes; es surcar la colina con mis piernas, llegar hasta la cima pedaleando y ya que llegas arriba, tienes que soltarla (te) para bajar a la velocidad que tu libertad te permite, es sentir el aire en la cara, la velocidad en la piel y tomar decisiones para seguir liderando tu libertad, tu movimiento, tu espacio, tu independencia.
La bicicleta es un emblema para la libertad de las mujeres, desde siempre ha sido una de las herramientas que nos ha dado poder en la calle. A finales del siglo XIX cuando todavía se creía que la mujer pasaba a ser propiedad del marido cuando contraía matrimonio con un hombre.
En el año de 1890 cuando se les otorgó esta arma de poder a las mujeres vino una revolución hasta en la ropa; fueron dejando las faldas largas y pesadas junto con los corsés para usar los pantalones y la ropa ligera, pues la comodidad era lo principal.
Debido a la autonomía que vivían las mujeres en la bicicleta, se buscó de mil y un formas alejarlas de ella; crearon estudios diciendo que las dejaba estériles, que podían quedar infértiles y hasta alguna que otra creencia que decía que las mujeres utilizaban la bicicleta como un “objeto sexual” donde se estimulaban andando en ellas y crearon un asiento duro para que provocar estas fricciones.
Andar en bici en la actualidad sigue siendo parte de nuestra revolución, sobrevivir a las duras calles de concreto, al acoso callejero, a los pocos espacios que nos brinda la ciudad para disfrutar la bicicleta y sobre todo a la poca consciencia que hay sobre que la ciudad es de todos, sólo nos marca una pauta; la revolución se hace en bicicleta.
Hoy la “bicla” sigue siendo un emblema de libertad, movimiento, de la capacidad de conocer un entorno sin depender de nadie; autonomía, de seguridad y sobre todo, un medio de transporte sustentable, que nos permite ser libres desde que pedaleamos.
______
Natalia Rodríguez Hache
27 años, Guadalajara, México
Twitter: @eneberreache
Instagram: @eneberreache
Los Comentarios están cerrados.