Tenemos que encontrar nuestro paraíso, pero muchas veces ni siquiera sabemos cuál es.
Son las 19,30h de un viernes de verano. En otro tiempo, un día como hoy estaría haciendo algo fuera de casa, aprovechando que los días son largos y está siendo un verano sorprendentemente fresco en mi ciudad. Quizás estaría dando un paseo yo sola o tomando un café con una amiga. En otro tiempo yo sabía encontrar mi paraíso en las pequeñas cosas.
Son las 19,30h de un viernes de verano y estoy sola en casa intentando controlar el torbellino de emociones a los que me he tenido que enfrentar a lo largo de la semana, para poder neutralizarlos y disfrutar aunque sea solo un poco de mis días de fiesta. Yo fui entrenada para ser productiva y rendir hasta no poder más, para ser codiciosa, ambiciosa, pero no para asimilar el miedo y la frustración que supone el que las cosas se tuerzan incluso cuando haces todo lo posible para evitarlo.
En el camino que llevo recorrido en mis años de adulta me he perdido y encontrado varias veces. Las obligaciones y la presión externa son tan fuertes que en cuanto me descuido me desvían de nuevo de mi esencia. Y cuando no tengo mi esencia como referente, es cuando reaparecen todos los complejos.
¿Dónde está mi paraíso?
Cuando era una niña me adoctrinaron para creer que mi paraíso estaba en una casa grande, una familia y estabilidad económica. A medida que me iba haciendo mayor, fueron añadiendo términos a la ecuación: éxito, belleza, reconocimiento social, etc. Cada término me alejaba un poco más de mi paraíso. Me propuse encontrarlo y en mi búsqueda di con diferentes elementos a los que temporalmente otorgué el título de “mi paraíso”: antidepresivos, psicólogos, multitareas… Les otorgué ese título porque me hacían olvidar que a su alrededor orbitaban un montón de dudas y miedos que quedaban eclipsados y, así, yo podía seguir alegremente con mi vida. Y han pasado los años y mi paraíso sigue sin encontrarme a mí y yo sigo sin encontrarle a él.
Y las épocas en las que más me he esforzado por conseguir tenerlo todo, ha sido cuando más lejos lo he tenido. Pero los “inputs” que me llegan desde fuera me dicen que si no intento abarcarlo todo, que si renuncio a alguna de las cosas que debo cumplir, entonces soy una perezosa o incluso una fracasada. Seguro que a vosotras también os pasa que tenéis amigas o conocidas que parecen tenerlo todo y disfrutarlo, y es entonces cuando finalmente sí que te sientes una fracasada por no solo no tenerlo, sino ni siquiera saber si lo deseas de verdad o no. Porque siempre nos han impuesto que debemos tener un objetivo en la vida, pero nadie nos dice cuál es ese objetivo, muchas veces ni siquiera nos ayudan a buscarlo. Te impongo una cosa pero la dejo a tu libre albedrío. Pura ironía. Con lo que me gusta a mí la ironía.
A veces me he planteado que el verdadero paraíso podría estar tras la muerte, pero no en la forma de señores bondadosos y querubines que nos quieren hacer creer, sino en la ausencia absoluta de dolor. Porque si en el fondo no somos más que animales, ¿qué anhelamos tanto? Los animales no se deprimen ni se atormentan por no ser felices. ¡Qué lástima pertenecer a una especie que no se conforma solo con sobrevivir!
Sin pretender que mis palabras sean una crítica, ni una reivindicación, ni un panfleto propagandístico de un movimiento cualquiera, quiero que mis palabras sean un manifiesto de amor – y ahora viene donde meto la puntilla – hacia mí. ¿Que por qué quiero dedicarme a mí misma un manifiesto de amor? Pues porque nadie me enseñó cómo debía amarme y respetarme, aunque hubiera estado bien. Me enseñaron a quién debía amar sin cuestionarme la razón, a ser dócil y a transigir con los demás lo que no me permito transigir a mí misma. Quizás soy la única que se siente así, aunque en vista del montón de mujeres algo frustradas que he conocido en la vida, diría que no. Igual es que estamos tan metidas en el día a día que ni siquiera nos planteamos si estamos remando con la corriente o contra ella, porque el simple hecho de remar, sea hacia donde sea, nos mantiene suficientemente ocupadas para no plantearnos el por qué lo hacemos.
Y sé que seguiré cumpliendo años y la gente me seguirá hablando de cómo sentirme completa y de que, quizás, me falta esto o aquello. Y cuando les diga que yo en realidad creo que nunca vas a poder sentirte completa, segura y fiel a ti misma al cien por cien, me seguirán diciendo que en realidad es que no he buscado lo suficiente o no me estoy esforzando como debería. Pero como hoy me dedico a mí misma este manifiesto de amor, he decidido ponerme en huelga hasta, por lo menos, la vuelta de las vacaciones. Porque si yo no puedo encontrar ese puto paraíso, pues que me encuentre él a mí.
Lucía
7 Comentarios
Estoy de acuerdo en prácticamente todo, creo que todxs nos hemos sentido así (o no sentimos así), alienadxs, desorientadxs, presionadxs… sólo hay una cosa con la que no estoy de acuerdo; y es que precisamente porque somos animales buscamos el paraíso, porque todos los animales lo buscan, sienten placer, se deprimen, no quieren simplemente sobrevivir, quieren vivir felices y buscan el placer como lo hacemos nosotrxs.
Ooooohhhh Luciiii! Como me gusta como suenan tus palabras. A medida que te leo me enamoro un poco mas de ti, o como diria la gran Pantoja: se me enamora el alma, se me enamoraaaa…
Creo que esa sensación la tenemos muchas personas. Es dificil lidiar con tantas presiones sociales, externas y que con los años hemos ido interiorizando. Nos enseñan el espejismo de la felicidad y la perfección, el éxito personal i profesional, como un mito, el sueño a alcanzar, pero nadie nos explica que eso no existe, que son metas que nos producen insatisfacción constante y angustia, por no saber llegar, por no ser «tan… como…» ¿Pero es que acaso existe la felicidad plena, perfecta? Como dicen por aquí, la perfección no existe, y empeñarnos a alcanzar algo que no existe es lo que nos lleva a estos estados de infelicidad… Pero ¿cómo saber qué es realmente lo indispensable para cada unx y aprender a sentirse satisfechx? ¿Cómo ser impermeable a esa presión constante? ¿Cómo entender qué es lo que te hace feliz, lo que verdaderamente importa, y aprender a desprenderte de los estándares y presiones sociales que ya interiorizamos? En algunos momentos vitales, esto es una batalla constante, un diálogo (en mi caso, una completa discusión) entre diferentes voces, expectativas, deseos, miedos, valores, y demás.
Yo la teoría la tengo muy clara. Pero mi práctica flaquea por todos los lados. Mi pérdida de fe, con los tiempos que corren, es más que evidente.
Algo está claro: quererse a una misma y dedicarse pequeños y grandes placeres, un descanso o, como en este caso, un manifiesto de amor, es algo indispensable en este proceso de aprendizaje. De aprender a amarnos a nosotras mismas, y a apreciar lo que realmente aporta un significado a nuestras vidas.
🙂 Yo lo seguiré intentando…
Como bien dice Enric, el problema son las expectativas.
Al escribir el texto no pretendía sonar pesimista, simplemente quería constatar el hecho de que a veces la vida te pone en una situación difícil, para la que probablemente no te han preparado, y que el hecho de tener momentos de flaqueza y de pensar «pues a la mierda todo» no tiene por qué ser algo negativo. Creo que debemos concedernos esos momentos de mandarlo todo o a todos al carajo y tomar conciencia de dónde estamos y hacia dónde queremos dirigirnos. Eso es también parte del aprendizaje y de la maduración personal.
Está claro que con la edad, y las experiencias sobre todo, aprendes a coger distancia y a valorar lo que de verdad es importante y lo que te interesa mantener en tu vida.
CVP lo aprendió de un día para otro. Todo el proceso de maduración que otros pasamos en varios años, tuvo que procesarlo en pocas semanas y, de paso, también descubrió «su paraíso» de una forma más rápida.
En el caso de Anna, quizás el tiempo te dará la capacidad de coger distancia a las cosas. Eso no significa que no puedas estar triste, tienes derecho a estarlo, pero teniendo en cuenta que todo son estados pasajeros. Yo paso muchas veces de la tristeza a la euforia de un día para otro, y eso me supuso muchos dolores de cabeza hasta que aprendí a prever esas fases de sentimientos llevados al límite y tratarlas como lo que son, pasajeras.
Hola.
Creo que todos crecemos en su mayor o menor medida con las mismas inseguridades.
Como bién dices, nadie nos lo enseñó a gestionar. Aunque mirandolo bién, si que nos lo enseñaron, y creo que cuando uno entiende esto, es cuando madura de verdad y se responsabiliza de su vida sin quejas. Nuestros padres y a la vez los suyos,son imperfectos.Incluso haciendo lo mejor posible, criarán a niños imperfectos.El mundo es imperfecto,con lo cual crea una población imperfecta. La ausencia de quejas hacia los demás,hacia nuestro entorno y hacia el físico que nos ha tocado, deja paso a la aceptación. La aceptación deja paso a la tranquilidad y esta a la paz interior con amor propio. No existen las cosas perfectas,hay que empezar a asumirlo. Las cosas,momentos o personas no son buenas o malas,son como uno las quiera ver o sentir. NAdie nos obliga a llorar o reír, depende de nosotros como queramos que nos afecten.
Para mí el problema son las expectativas que le ponemos a todo,anelandolo o temiendo antes de que pase,y una vez pasado, nos culpamos de lo que podríamos a ver hecho mejor. Vamos, una frustración y sinvivir constante. Un derramamiento excesivo de energías en pensar suposiciones futuras o pasadas. Al final uno se siente agotado de uno mismo. Hay que intentar sentir el presente con los 5 o 24 sentidos,jajaja, de manera fácil. Sabiendo que cada elección que tomemos o palabra dicha, la podriamos hacer o decir de 20 o más formas diferentes. PEro como somos imperfectos y la perfección es relativa según cada persona, sólo podemos escoger una de las 20 opciones, k seguro serà imperfecta. Y como he dicho que el mundo es imperfecto,no le demos más importancia de la que tiene esa opción.
Yo que he seguido varias terapias y sigo haciendo alguna, porqué creo que el aprendizaje es infinito. A mi lo que me está funcionando ahora para sentir el presente, bueno o malo, es tomar consciencia, incluso ahora que estoy escribiendo este texto, que este momento está pasando en mi vida porqué tenia que pasar y porqué un aprendizaje he de sacar de este. El conseguir fluïr fácilmente sin miedos, ya seria un aprendizaje. No le restemos valor.
No estoy diciendo de creer en el destino que ya nos lo da todo hecho. Sino que el destino nos pone pruebas/aprendizajes para evolucionar. Depende de nosotros si las queremos tomar o no.
En definitiba, que no existe la felicidad absoluta. Existe la felicidad que cada uno quiera percibir y transmitir.
No se de dónde lo leí, pero me gusto la frase que dice: «El verdadero maestro ,es el alumno eterno».
Intento predicar con el ejemplo y no con la palabra, aunque me lo haya saltado a la torera con esta parrafada que he escrito. Pero me he sentido identificado con el artículo y he querido apoyarlo. El mundo sólo evolucionará si nos unimos. Estando solos, sólo son hechos al vacío.
Así que ya te hemos escuchado e interaccionado unas cuantas personas. El efecto mariposa ya esta en marcha! 🙂
Un saludo y alegre pensamiento.
Tu paraíso llegará a ti cuando menos te lo esperes, a mí me llegó en forma de un cromosoma que según ellos «sobraba», para mí era el que faltaba en mi vida para hacerme abrir los ojos y disfrutar del paraíso que siempre había tenido ahí mismo y quizás no me había parado a mirar….nadie tiene una vida llena y perfecta, y quién lo parezca es porque sabe disfrutar de sus pequeñas cosas diarias, y le llenan tanto que desde fuera parece todo perfecto!!!
Love you!!!!!
Acabas de describir mi día a día, con sólo decirte que he acabado llorando bastaría. Y mira que tan solo soy una cría de 16 años, pero menudos 16…
Hace unos meses me «diagnosticaron» indicios de autismo, y llevo 4 años con un ingreso diurno por depresión.
En su día llegué incluso a intentar suicidarme por la simple teoría de que «‘la nada’ es mejor que estar así».
Intento aceptar que todo se solucionará, pero sé perfectamente que es un camino largo. Ojalá encuentre algún día ese ‘paraíso’…
♡