Una lectora nos envía un poema que retrata nuestro lado animal y nuestros momentos de búsqueda más viscerales.
El abismo
Entro en la Jungla de Carl Jung, no cerca de la orilla. Extraña, aterrada Entro!
Busco constantemente el abismo, ¿lo necesito para sentirme viva?
Rabio, ardo, lloro, busco, escucho, creo, muero, me ciego!
Usadas ramas viejas me estiran
bombean sangre no roja
Corro entre las piedras con manos malheridas
Bulímica devoro asco y escribiendo vomito enseguida
Estoy dónde nadie ha estado, ni siquiera yo misma!
¿Para qué quiero descubrir mis «sombras» transparentes, frías, desgarradas, aplastadas, envolventes, asfixiadas, abortadas, echadas, maltratadas, inhumanas, cabezudas?
¿Quiero morir, aislada, sin pizca de cordura?
¿No hueles el aroma?, ¿no ves ya la luz de la luna?, ¿no quieres felices?
¿No será mejor, sin entender, caminar por la orilla?
Sin barco, andando
Sin rumbo, siguiendo
Con lágrimas, riendo
Sin prisas, corriendo.
Cristina Prieto
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