Sobre cuando las expectativas de tus padres están siempre lejos de tu alcance y de tus intereses.
No me levanté temprano hoy, lo reconozco, eran casi las once de la mañana. Después de desayunar vi un poco de tele, lo reconozco, no fue mi día más productivo, como muchos otros que tuve durante estas semanas.
Enseguida llamó mi mamá, que ya venía mi papá, que ella venía a buscar las cosas para cocinar, que no estuviera todo tan desordenado. Activamos las tres y, en potencia nos dispusimos a acomodar lo más que pudimos.
Liberamos el comedor de todas las toallas, los sillones de mochilas y carteras y el piso de todos los zapatos. Lavamos los platos, limpiamos las migas, ordenamos un poco la cocina. Pero no fue suficiente, en ese momento apareció ella. Fue un sinfín de gritos y descargas, que nada estaba acomodado, que como puede ser que ayer nos había dicho y gritado sobre lo poco que colaboramos, que de verdad no sirve de nada, que podríamos haber hecho esto, lo otro y aquello, que cómo podemos ser tan indolentes. “Miles de veces te dije, Samira, que te ates ese pelo, no podés andar con el pelo suelto”. La miro; mi hermana más chica es un claro retrato mío, aunque más bronceada y con lentes, hermosa y con sólo trece años. Tiene mi misma cabellera, una abundante masa de pelo que no termina de definirse entre los rulos y las ondas de color castaño claro.
En el almuerzo continúan las letanías: “Ayer estuve hablando con tu mamá, y los dos concluimos en que ustedes no colaboran en nada. ¿Cómo puede ser? Tu mamá llega a esta hora y recién está cocinando ¿cómo puede ser que no hayas aprendido a cocinar vos, Micaela? ¿Y vos, Virginia? Ya estás viviendo sola. Saben que yo también fui un muchacho joven y siempre me enseñaron y me gustaron las chicas que eran más cuidadosas, no pueden ser así, tienen que ser más mujeres, sentirse más mujeres”.
Y las tres lloramos, en la punta de la mesa, lo único que podemos hacer es llorar, por tantas veces que hemos tratado de explicarles que no somos perfectas, que tratamos de serlo lo más que podemos y que no nos sale, que la mayoría de las mañanas nos levantamos y sí, lo reconozco, vagueamos un rato, pero después nos unimos las tres y arremetemos contra la casa para dejarla lo más decente posible, para que después también la mayoría de las veces lleguen y nos empiecen a gritar diciéndonos cuáles son las cosas que nos faltaron y cuales las que hicimos tan mal que termina siendo inservible.
Los dos bandos tenemos nuestras flaquezas, y los dos hemos hecho el intento de convivir y solucionarlo, pero nunca va a ser suficiente lo que nos esforcemos porque nosotras nunca vamos a llegar a ser como a ustedes les gustaría, porque simplemente a nosotras nos gusta otra cosa y a ustedes no les hace feliz ver esa diferencia, no lo entienden y no pretendo que lo entiendan, solamente que intentemos ser felices.
Sí, por ahí no sabemos cocinar bien, pero ¿por qué esmerarnos si por cada vez que reconocen nuestros logros hay dos veces que critican lo que nos falta? ¿Y si nunca llegamos a ser lo que esperan, como seguramente pasará? Solamente nos queda sentirnos frustradas porque nunca fuimos las hijas tan colaboradoras que ustedes necesitaban y hubieran querido.
También lloro de rabia, porque yo si me siento un poquito mujer. Llego a mi pieza y veo el libro de “La reina de Saba”, ella si era una mujer hecha y derecha a la que no le importaron las convicciones de su época y supo imponer lo que ella soñaba sin importarle lo que el resto pensara. ¿Por qué no puedo ser como ella?
Sé que ser una perfecta ama de casa no me define como mujer, porque lo he intentado y sigo buscando tener una casa perfecta, sin embargo los hombres no logran verme como más que a una amiga, alguien parecido a una madre, por eso dejé de intentar ser perfecta y empecé a vivir tal cual soy.
No me importa la opinión del resto, pero sí me duele la opinión de mis padres. ¿Cómo me desprendo de eso? Son las personas que me quisieron desde que nací, se supone que quieren lo mejor para nosotros. Ellos me permitieron mirar más allá y eso me ayudó a aprender que querer no es saber, no pueden saber qué es lo mejor para nosotros, sólo suponerlo. Así que sé que un poquito más de conocimiento y valor me van a permitir, como a la Reina de Saba, imponer mis sueños para lograr mi felicidad, sin sentirme egoísta ni culpable por ello.
Si es verdad que los hombres buscan a alguien así, entonces voy a morir de amor todo el tiempo, porque me enamoro sin parar, pero no quiero a nadie en mi vida que me haga pretender ser alguien que no soy. “Además mira cómo está la Samira, una verdadera mujer se ata ese pelo y se lo saca de la cara, ya lo tenés lleno de salsa de los fideos”. Lloro más profundamente y la miro a los ojos, ella me devuelve la mirada muy igual a la mía.
En ese momento vuelven a hablar de cosas distintas, sin hacer caso a nuestro llanto. La Mica se seca las lágrimas e interviene en la conversación como si nada hubiera pasado, solamente la Samy y yo seguimos agachadas mirando nuestros platos. La miro y tiene un poco de salsa en uno de sus rulos. Me río y pienso: nunca te ates el pelo, aunque se moje bajo la lluvia, se llene de tierra en el patio, de pintura cuando pintes o de salsa cuando comas, nunca te ates el pelo.
Virginia (21), Argentina
9 Comentarios
Gracioso que halla sido mí descripción familiar del año pasado , antes que mí hermana de 21 años se mudara justamente ocurría eso .Tres hermanas mujeres , yo la del medio «la mas rebelde». Ahora intento ser libre lo que me ha llevado a la separación de mis padres . Tengo miedo y odio esto ya que es sin duda una independencia moral no física lo que me hace llevarme muy mal con ellos, pero aún tengo eso. Esa maldita culpa , que espero algún día superar!.
me siento identificada con este relato, soy la mayor de tres hermanas y nunca me gustó peinarme, a veces me muerdo la lengua cuando veo a mi hija mayor despeinada, quiero q sea libre
Creo que todas alguna vez pasamos por cosas similares, me ha costado mucho trabajo adaptarme a las formas de pensar de mi madre,porque ella esperaría también una hija ejemplar, que nunca cometa errores, y hasta cierto punto he llegado a creer que quiere manejar mi vida para poder lograr conmigo lo que ella nunca pudo hacer, desde instalarme a estudiar una carrera universitaria que no me gustaba, hasta decirme si me visto bien o mal, si me cabello se veo feo pintado de rosa, cafe, rojo o el color que me plasca, es cierto tengo yo también 2 hermanas con las cuales me entiendo, tenemos nuestras diferencias,pero siempre nos apoyamos en todo, puede que nuestros padres no sean los mejores,pero como a nosotros nade nos enseño a ser hijas, a ellos tampoco nadie les enseño a ser padres, tal vez llevo 24 años de mi vida escuchando a mi madre decirme que me peine el cabello y que lo amarre porque esta horrible, pero algún día puede que ella ya no este y por mérito propio lo sujete yo misma sin necesidad de enojos,mi padre es el hombre más maravilloso que puede existir, lo veo como un cómplice,como un amigo, como mi hermano, aunque en ocasiones tambien tiene sus ratos. La ventaja de esto es saber que hay algunas otras personas que pasamos por lo mismo y que no estamos solas.
realmente aprecio mucho esta pagina, todos los puntos de vista y enseñanzas que me han dejado las guardare en un rinconcito de mi rojo corazón.
No puedo creer lo que acabo de leer. Excepto por lo del pelo, es un retrato de mi familia: tres hermanas mujeres que no son lo suficientemente buenas en su casa y sus padres siempre las retan por eso. Jamás pensé que alguien viviera lo mismo que yo.
Perfectas palabras y cuantas nos sentimos identificadas, me encanto.
Gracias por hacer de las letras y de la buena lectura la mejor compañia.
me llevo de vuelta a mi infancia, a los días cuando mis tías me regañaban por llevar el pelo suelto, por el que hacer y por tantas cosas que aun no hago, y si, a todas nos duele la desaprobación de los nuestros, porque son las que mas nos importan. Mas sin embargo no todas las mujeres hemos nacido para la cocina ni para el hogar en general. Lo importante es destacarnos en los otros muchos aspectos de la vida. sin pensar tanto en la aprobación de los demás, porque quienes en algún momento decepcionaron a la sociedad por sus pensamientos rebeldes son a quienes les debemos ahora los derechos que poseemos como la libertad, la igualdad de razas y de genero.
Que bonito y que representativo. Cuántos comentarios nos han hecho nuestros padres que nos limitan, cuantos… Pero no lo hacen por limitarnos, es que es lo que conocen, nada más. Muchas chicas han decidido atarse el pelo para no tener más conflicto, y como ellas lo han hecho, así se lo van a exigir a sus hijas, con el pelo atado todo es mucho más fácil. Pero las que no nos lo queremos atar, nos cuestionamos las cosas y eso es difícil, es una ardua y constante batalla contracorriente, y si decidimos tener hijos algún día, les enseñaremos a cuestionarse las cosas y decidir por uno mismo.
Por eso mismo, no podemos juzgar a nuestros padres por limitarnos, es que no conocen otra cosa y, para ellos, es lo mejor que nos pueden aconsejar.
Amo esta revista.