Vergüenza por haber sido víctima de una agresión machista, problemas de una adolescente con su madre, y una duda: ¿él, ella o poliamor? Respondemos a vuestras consultas.
Hola chicas, me animo a escribirles después de lo que leí “mi ex me maltrataba”, me recordó a lo que me pasó hace algunos meses. Tengo 19 años y soy estudiante y trabajadora. Toda mi vida me he enamorado de hombres mayores que yo, no por mucho, pero siempre mayores.
Conocí a un chico de 29 años el cual me gustaba mucho y la pasaba a gusto con él. Después de algunas citas dormimos juntos; la segunda vez que pasó quería follar sin preservativo a lo que mi respuesta fue no. Él argumentó que la primera vez lo hicimos sin protección. Pero le pedí que respetara mi decisión y él dijo que estaba bien, aunque siguió insistente. Y después argumentó que no tenía preservativos, que por eso lo quería hacer así, a lo que respondí que no importaba, lo podíamos hacer cualquier otro día.
Pero siguió insistente después de negarme a tener sexo oral. Se molestó y dijo que no era su culpa no tener una vida sexual activa y argumentó que si no quería hacerlo así es porque seguro algo tenía o que quién sabía con quienes me metía. Eso dijo, después empezó a argumentarme cosas emocionales y me sujetó fuerte hacia la cama y me hizo llorar (debo de confesar que tenía miedo de que me golpeara, parecía algo violento). Después de argumentar que de seguro era yo la que tenía algo o que yo no sabía con qué tipo de hombres me metía, y diciendo que era una insegura con problemas psicológicos, me levanté y me vestí (después de 3 intentos en los que me sujetó fuerte).
Con la dignidad por los suelos me decidí y me vestí. Salí rápido de su habitación y tomé un taxi, desde entonces no supe más de él. Quería contarles porque, bueno, nunca le he contado a nadie tal cual la historia y me siento un poco avergonzada de sentir vergüenza.
Hola Frida,
Muchas gracias por confiar en nosotras y contarnos tu historia. Claramente se trata de una historia de violencia machista. Quería imponer su voluntad sobre la tuya y no te respetó por mucho que llegara a verbalizar que estaba bien tu decisión: sus actos no dijeron lo mismo. Tuviste la suficiente fortaleza como para recoger tus cosas y salir de allí. Me alegro de que así fuera y de que no llegara a más. El sentimiento de vergüenza que comentas, aunque puede resultar sorprendente, es de lo más común entre las víctimas de maltrato. La huella psicológica que dejan estas experiencias es profunda. El maltratador somete a manipulación psicológica a la víctima, llegando a hacerle creer que es merecedora del maltrato, que ella habrá hecho algo para llegar a esa situación o incluso que es por su bien. Además, el sentimiento de haber sido maltratada puede llevar a cuestionarnos a nosotras mismas, con preguntas como «¿cómo he llegado a esto?, ¿cómo he consentido que me suceda?, ¿cómo no he sido capaz de estar a la altura?». Y, sin darnos cuenta, nos culpabilizamos a nosotras por lo que nos han hecho, poniendo en duda nuestra capacidad para defendernos o para «detectar» maltratadores. Pero no nos engañemos, incluso la mujer más feminista del mundo, o una especialista en autodefensa, puede llegar a ser maltratada. No tiene que ver con cómo somos nosotras, con nuestros conocimientos marciales o nuestra formación -como es un ejemplo el texto que publicamos y citas Mi ex me maltrataba-. Tiene que ver con la estructura social en la que vivimos, y el lugar al que se nos relega a las mujeres. Tiene que ver con que hay hombres que todavía consideran que estamos para servirles, para hacer lo que a ellos les plazca; en tu caso, tener relaciones sexuales sin preservativo. Tiene que ver con que no te ha respetado. El que debería sentir vergüenza es él por haber llevado a cabo un acto tan terrible.
Sé que decirlo es sencillo y que el sentimiento puede perdurar. Pero te quiero mandar un mensaje, Frida: debes tener la cabeza bien alta. No has hecho nada malo. Y has hecho muy bien en contar tu experiencia, has sido realmente valiente. No es algo sencillo de admitir. Pero así, mostrándonos tu caso, ayudas a que se tome más conciencia; y a que muchas otras Fridas vean que no están solas, que esto sucede, desgraciadamente, muy a menudo. Y, quién sabe, puedes ayudarles a romper su silencio y a que ellas dejen también de sentir vergüenza y vuelvan a pisar fuerte.
Irene
Hola.
Me llamo Anny, tengo 16 y soy de Colombia.
Quisiera pedir ayuda; desde hace tiempo he venido teniendo problemas con mi madre por cosas que para mí son absurdas. Todo empezó por mis gustos musicales, mi forma de vestir, mi forma de ver la vida. Podría definir a mi madre como una persona conservadora, de mente demasiado cerrada. A decir verdad, hacer esto me parece bastante incómodo, pero créanme que ya no se me ocurre qué hacer. He tratado de hablar con ella, le he escrito, pero todo ha sido en vano.
No pretendo ponerme el papel de la víctima, eso es lo que menos quiero. Lo único que yo busco es una solución para que ella y yo podamos convivir en paz con nuestras diferencias, tratar de comprenderla a ella y que ella trate de entender mi punto de vista.
Una de las cosas que más me desagrada es que me esté tildando de cosas que no soy, como por ejemplo que me diga satánica por el simple hecho de escuchar metal; o que soy el anticristo por no tener una religión o por tener en la página de inicio de Facebook una página llamada Ateísmo Brillante. Por cosas tan absurdas como éstas, siempre es una constante algarabía y ya estoy aburrida, ¡¡desesperada!!
Lo que más me ofusca de todo esto es que siempre que voy a hablarle se me hace un nudo en la garganta. Para mí es imposible hablar así, siento que llorando me voy a ver débil. Por lo tanto ya no defiendo mi postura, sino que simplemente respondo lo que ella quiere escuchar con tal de que me deje tranquila. Pero eso solo me genera más rencor. Ella me dice que debo ser imparcial, que no debo juzgar a las personas, que debo aprender a escuchar, pero lo mas irónico del caso es que ella jamás lo hace ni conmigo ni con nadie. Así que, por favor, si pueden ayudarme con algo, un consejo o lo que sea, háganlo, no saben cuánto se los agradecería.
Gracias por brindarme un poco de su tiempo.
¡Linda Tarde!
Hola Anny:
¿Qué tal? Lo primero, agradecer que hayas depositado tu confianza en nostras. En cuanto a la situación que presentas, puedo entender que afloren en ti sentimientos de impotencia y desesperación. Algo importante para ti ( tu estilo de vestir, ideales, música) no está siendo apoyado como te esperabas, por tu madre, una persona también importante para ti. Es decir, han entrado en conflicto dos partes de suma importancia y la sensación de pérdida es normal en tu situación. Además, según describes, ya has puesto en marcha soluciones pero que no han sido todo lo eficaces que deseabas. Este hecho, hace que tu sensación de impotencia aumente.
En general, cuando nos «hacemos mayores» empiezan a aflorar gustos, sueños, preferencias en muchos ámbitos (música, ropa, aficiones…) que van a determinar, poco a poco, nuestra personalidad. Es uno de los momentos más vibrantes, pues empezamos a descubrir cosas que nos apasionan. Sin embargo, para nuestros padres, también es un cambio. Nos han visto de un modo hasta este momento y para ellos también supone un esfuerzo empezar a vernos como personas adultas con personalidad propia. Esto, por lo general, lleva un tiempo. La comunicación eficaz, como has practicado hasta ahora, es un buen camino, así que es digno de felicitar. Exponer a los demás lo que somos sin emplear agresividad en el mensaje es muy punto a favor de la solución de conflicto. También, tenemos que tener en cuenta los sentimientos y pensamientos del otro, es decir, debemos tener empatía y entender la posición en la que se encuentra la otra persona.
En estas ocasiones, se puede hacer un «contrato amistoso». Consiste en llegar a acuerdos entre ambas partes de tal modo que estéis las dos involucradas y vuestro objetivo común sea llegar a un acuerdo. El número de acuerdos puede ser uno o más de uno. Un ejemplo:
Anny se compromete a:
– No escuchar esa música en casa (pero sí en otros sitios).
Madre se compromete a:
– Si no veo a Anny escuchar música no le diré que es satánica.
Esto es solo un ejemplo, que no sé si será aplicable a la situación que nos cuentas.
Lo bueno sería que lo hiciérais entre las dos y ambas os comprometieseis a cumplirlo. Antes de todo, es conveniente que ambas personas escribáis una lista con cosas que nos gustan/ cosas que no nos gustan de la otra persona (tú de tu madre y tu madre de ti) y que ambas tengáis claro que vuestro objetivo es común: convivir en armonía. Teniendo el objetivo compartido y siendo conscientes de ello, estoy segura de que lograréis llegar a un acuerdo.
Espero haberte servido de orientación. Si tienes alguna pregunta, no dudes en ponerte en contacto.
Un saludo.
Clara Colino
¡Fridas!
¿Qué tal? Les escribo porque me encuentro en una situación algo angustiosa. Tengo 28 años, hace 1 año y 2 meses que tengo como compañero a una persona muy buena y hermosa. Siento mucho amor por él y él por mí. Me lo ha demostrado mucho. Hubo un mes que tuvimos una separación, él me «dejó» porque me veía muy abierta y tenía miedo de que lo dejara o quisiera estar con otras personas, cosa que él no comparte particularmente. No me lo prohíbe, pero si lo hago se alejaría porque lo lastimaría.
En fin, en ese mes separados, yo conocí a una niña, estuvimos juntas, yo seguía amando a mi novio Juan y estaba sufriendo mucho. Pero la conocí, y estuve con ella una noche. Pasaron los días y ella se demostró realmente interesada en mí. Al punto de venir y decirme que se sentía completamente enamorada y quería estar a mi lado. Yo días antes, me encontré con que Juan quería regresar conmigo. Y claro que acepté. Entonces tuve que decirle a la niña que pues, no, yo no sentía lo mismo y quería hacer las cosas bien con Juan. Obviamente Juan está enterado de todo lo que viví y pasé con ella.
Pasaron los días, pasaron ya 3 meses, y ella me ha hecho tantísimo ruido en mi corazón… Aunque amo a Juan, o creo amarlo, pienso mucho en ella. Me ponen triste los encuentros en donde ella hasta me ha llorado en frente mio. Mi compañero Juan está más aferrado a mí que nunca. Y yo me siento con dudas.
Ahora tomamos distancia con ella, nunca pasó más nada de aquella vez, pero yo la pienso bastante. No sé si dejé de amar a mi novio y no sé si quiero ser novia de ella, o solo estar a su lado como amiga. Ya que confieso que cuando tuve sexo con ella, era mi primera vez con una mujer, y fue extraño y no lo disfruté. Me sentí rara. No tengo un deseo concretamente sexual hacia ella, mas bien de amor, de besos y caricias.
No me entiendo. No sé lo que quiero. Sé que si la sigo viendo a ella la ilusiono, y si estoy con ella, no puedo estar más con Juan.
Yo quiero libertad pero no sé como encararla, me considero feminista y no comprendo muy bien el concepto criticado sobre la monogamia. Me siento hipócrita siendo feminista y no pudiendo con esta situación.
Hoy decidí escribirles porque anoche soñé con ella toda la noche y tengo una sensación de vacío que no me deja. Con mi pareja nos confiamos todo todito. Y guardarle estas cosas no me sale, pero sé que cada vez que he dicho el nombre de la niña delante suyo se pone muy triste y le duele que la mencione. Así que de esto ni podemos hablar.
Yo siento la opresión. La duda. Me pregunto si es posible querer a los dos, o querer estar al lado de ambos sin lastimar a ninguno u_u.
Sé que las respuestas son difíciles. También puedo entender que no haya respuestas. Igual que me lean me hace sentir mucho agradecimiento.
Las abrazo con el alma.
Hola Jesica,
¡Gracias por escribirnos! Intentaré responderte lo más claramente posible, eso sí, ya sabes que esto es sólo una opinión y luego la que tiene la decisión final eres tú SIEMPRE.
¿Es posible en un momento de nuestra vida querer a dos personas al mismo tiempo? Sí, por supuesto que es posible. Normalmente no es de la misma manera y a cada uno de ellos se les quiere por cosas diferentes pero sí, es posible.
Entiendo que tu forma de ser y de llevar las relaciones es abierta y que, al no aceptarlo Juan, estás intentando que sea de otra manera… Pero ¿hasta qué punto es eso bueno? Tú eres como eres y de hecho el intentar actuar de otra manera te está haciendo polvo (así como a Juan le haría polvo que tuvieses otra relación mientras estás con él). Son diferentes formas de ser, de sentir, etc. Al igual que entiendo que a él le duela que tengáis una relación abierta entiendo que te duela a ti tener una monógama. ¿Cuál es la correcta? La que tú sientas, en la que disfrutes, estés feliz y puedas ser quien eres.
Sobre la chica, puede ser que te guste más de lo que pensabas o que sea la «excusa» para terminar la otra relación, sinceramente, suena cruel, pero a veces pasa. ¿Y si es ella la que te gusta? ¿La que te hace sentir? Pues entonces no hay más dudas… ¡Adelante!
Ahora te encuentras en el medio del sandwich, por un lado tienes a Juan que, como tiene miedo a perderte te presta mucha más atención, todo son detalles, está pendiente, cariñoso, etc. Y por el otro lado a la chica que, como le has rechazado pero sigue percibiendo que «ahí» hay algo no tira la toalla.
¿Mi consejo? Yo tomaría distancia de las dos personas, aléjate, respira, deja la ansiedad de lado y mira qué sientes. Si tiras por uno, por la otra, por los dos o por ninguno y, en función de eso actúa. Lo que está claro es que desde el centro de la tormenta es muy dificil aclararse y hay que buscar cobijo.
Espero haberte ayudado aunque sólo sea un poquito. Para cualquier cosa más, ¡aquí estamos!
Un beso,
Marta G. Peris
Los Comentarios están cerrados.