Sororidad musical

Sobre la música y la necesidad de crear una telaraña feminista.

---

Ilustración: Isa

---

Desde hace unos meses formo parte de una batucada feminista que se ha creado en mi pueblo y me ha hecho reflexionar sobre la importancia de crear espacios de y para mujeres en nuestra sociedad.

En una sociedad patriarcal y capitalista como en la que hemos nacido, crecido y vivido, es patente la desigualdad entre hombres y mujeres. Y, para hacer frente poco a poco a esta situación y empoderarnos como mujeres, veo imprescindible crear grupos de mujeres: sean grupos de música, de literatura, de autodefensa, etc. Esta vez, me centraré en los de música.

Al fin y al cabo, en los espacios mixtos -que también me parecen necesarios cuando los objetivos a la hora de juntarse son otros-, la relación que se crea entre lxs participantes es muy diferente. Aparecen más limitantes -propios y sociales- a la hora de mostrarse ante lxs demás. En los espacios sólo de mujeres, en cambio, es más fácil crear esa confianza, esa sororidad.

En el País Vasco, se está creando una red de batucadas feministas con el principal objetivo de crear espacios para mujeres de todas las edades. No es importante haber aprendido música. La razón principal es que mujeres de todas las edades y culturas se junten y hagan música; que se olviden por un momento de los biberones, escobas, lecturas, estudios, trabajo y simplemente, disfruten.

Al comienzo del ensayo se toman unos minutos para relajarse y pensar en cómo se siente cada una en ese momento. Y se va creando ese espacio de confianza para seguir con la música. Entre las ganas y fuerza que desprende cada mujer y la vibración que se crea con la percusión, finalizan las dos horas con una fuerza y empoderamiento espectaculares. Se sienten poderosas. Al final de la clase, se toman algunos minutos para volver a pensar en cómo está cada una. En la mayoría de los casos, el cansancio, la preocupación, o los nervios, se han desvanecido, y la sensación es de plenitud, ganas y fuerza para seguir con el día. Durante esas dos horas, esas mujeres han perdido el miedo a tocar bien o mal el instrumento, y han disfrutado; se han olvidado de quedar bien ante las demás, de si son guapas o feas, de la dieta, de sus obligaciones, y han sido ellas mismas. Nunca pensé que una simple clase de batucada me hiciera ver tantas cosas y sentir todo ese poderío y esa fuerza, pero así es. Y en cada ensayo, corroboro estos sentimientos cuando hablo con las demás y me hacen ver que esa sensación de plenitud y de fuerza es generalizada. Es increíble estar entre mujeres, disfrutar sin juzgarnos y ser nosotras mismas. 

 

La vida sin música sería un error 

De esta manera, nos sentimos más fuertes, más acompañadas en nuestro día a día, en nuestras luchas. Por eso, me parece necesario crear este tipo de espacios para mujeres, que nos ayuden a seguir con fuerza, luchando por nuestros derechos y nuestro lugar en el mundo. En una sociedad en la que continuamente tenemos que demostrar mucho más que lo hombres, en la que ganamos menos dinero por hacer el mismo trabajo, en la que los recortes nos afectan mucho más que a ellos, en la que cada día es una carrera de obstáculos por querer ser libres y conscientes. Es importante crear estos espacios que nos ayudan a desconectar de todos los “tengo que”, “debo“, etc. y nos impulsan simplemente, a ser nosotras mismas. Sin importarnos la edad, el pensamiento, la raza, el aspecto, crear grupos en los que seamos nosotras mismas, nos apoyemos, asesoremos y sintamos únicas, libres y reales.

Me parece algo increíble la capacidad de la música para crear grupalidad, conciencia, autenticidad y empoderamiento. Por lo que, invito a las Fridas a crear este tipo de grupos en sus barrios, pueblos, ciudades, universidades, etc. Grupos en los que los prejuicios se queden fuera, que creen una telaraña feminista crítica, auténtica, libre de prejuicios, musical y gozosa en su libertad.

Ilazki