Una nueva moda y obsesión asoma por los países asiáticos. El deseo de tener una tez blanca ya no solo es una cuestión estética sino también de estatus social. Formas de dominación que siguen haciéndose presentes.
La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano. Es aquello que nos delimita, que nos protege y que nos aísla orgánicamente. La piel marca esa diferencia entre el yo (lo propio) y todo aquello que se corresponde con lo ajeno. La piel es diferenciación, es protección y a su vez, intercambio con el entorno. Es dónde uno termina, y donde empieza el otro. Pero la piel no sólo tiene un papel importante biológicamente, sino que también cumple un rol social.
Podemos remontarnos en la historia, cientos de años atrás, y debatir socialmente el valor del color de la piel. A grandes rasgos, podríamos decir que en la época de la esclavitud, negro se correspondía con sumiso y servidumbre, y blanco con élite y burguesía. Casi como que el color de piel marcaba una historia, marcaba la condena o las oportunidades de cada quién. Porque, claro, el color de piel encubría todo un bagaje de significaciones. El color de la piel de una persona a la hora de nacer, lo condicionaba toda una vida. Casualmente, esta noción de condicionamiento social se sigue repitiendo hoy en día, en India, bajo el ordenamiento de castas: donde las castas más bajas coinciden con las personas de tez más oscura.
La piel como “una carta de presentación” dicen algunos. Como lo primero que los otros ven de nosotros. La piel como un espejo donde nos reflejamos: estemos en la juventud, en la vejez, embarazadas, con acné, con celulitis o con barba. “La piel hay que cuidarla, mantenerla joven y sana” ese es el eslogan de la mayoría de las empresas dermatológicas que abogan por la belleza y juventud estética. Y luego están las modas del momento, piel super blanca en invierno o veranos con piel super bronceada.
Pensamos que esta cuestión tan obsesiva con el cuidado de la piel era sólo un producto más del mercado estético occidental, pero nuestro viaje por oriente nos mostró que estábamos equivocados. Una vez más, manejábamos prejuicios desacertados. Las grandes fábricas de belleza se han desparramado por todo el planeta y lo que antes era preocupación de pocos, hoy es problema de muchos.
India, Tailandia, Vietnam, Malasia conforman algunos de los nuevos países que se suman a esta obsesión por la piel blanca y perfecta. Países donde la mayoría de la población es de tez oscura. Campañas publicitarias, tratamientos blanqueadores y costosos, remedios caseros, y métodos de todo tipo y talante. Desde cremas y maquillaje, hasta intervenciones quirúrgicas o tratamientos láser. Claro, quienes tienen menos recursos económicos se suman a esta fiebre por la piel clara con tratamientos menos nocivos, como cubrirse del sol con guantes y sombreros extensos.
Mientras en Occidente provocamos dorados bronceados en el verano, en la otra parte del mundo el sol es una amenaza. Tener la tez clara es sinónimo de estatus social, de una mejor posición económica, de un estar-más-cerca del mundo occidental.
Cientos de años después, el color de la piel continúa siendo un emblema social, es condición de posibilidad, de belleza, de ser alguien en estas sociedades tan desiguales. El nuevo culto a la piel blanca continúa perpetuando formas de dominación en el imaginario social de los países asiáticos. Una faceta más de la globalización.
A veces no hace falta indagar tan profundo en la coyuntura social de un país para conocer el porqué de esta obsesión por ser “blanco”. La tez clara predomina en los films de Hollywood, en los videoclips musicales, en los deportistas exitosos, como si ser blanco fuera condición para alcanzar el éxito.
No nos olvidemos que cualquier caja de lápices para pintar, hoy en día, sigue incluyendo un color, el “color piel”. Que no es ni negro, ni marrón, ni trigueño, ni amarillo, es claro. Tristemente, vivimos en un mundo donde lo que no se nombra, no existe.
Pero, a no desesperarse, no todos los asiáticos caen en esta fiebre por ser blanco. Les compartimos un video que se viralizó en India donde se pone en cuestión este «ser blanco». Lamentablemente, no lo hemos encontrado traducido al castellano.
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