María Antonieta Desconocida

Este mes desentrañamos una de las figuras femeninas más representativa del S. XVIII: María Antonieta. Cecilia nos cuenta acerca de su pasaje como exponente del lujoso estilo rococó a la simpleza de un estilo más austero. Un detalle más en la vida de este excéntrico personaje.


Ilustración: Marta A.


¿Sabés algo de la historia de María Antonieta? Esta mujer, quizás una de las más importantes del siglo XVIII en Europa, fue una figura significativa y muy poderosa en lo que hace a la construcción de un estilo, del estilo rococó, caracterizado por su abundancia y exceso. Sin embargo, su lugar y su impronta han quedado por lo general escondidas detrás de hombres y figuras masculinas; detrás del trágico devenir histórico que terminó violentamente con su vida y que no permitió construir una imagen más compleja de su personalidad. Hoy nos interesa hablar de ella a la luz del concepto que este mes nos reúne en Proyecto Kahlo: lo rural. Pero… ¿qué tiene que ver María Antonieta con el ámbito rural?

Para comprender mejor esta pregunta, debemos hacer una breve reseña previa de la historia e identidad de María Antonieta, la reina adolescente. Nacida en Viena (Austria) nuestra protagonista formó parte desde niña de la realeza, pero de una corte de pequeña escala en comparación con lo que experimentaría al crecer en Francia. Prometida al futuro rey francés a los 12 años, alejada de su mundo para formar parte de uno nuevo y obligada a dejar su identidad, historia y lenguaje atrás (además de sufrir numerosas operaciones que la adaptaran al estilo de belleza francés), María Antonieta se convirtió en mujer en un mundo extraño, rodeada de lujos y exceso, de protocolos y formalidades con los que nunca pudo terminar de sentirse cómoda o realmente natural.

La corte francesa de la época, esto es, siglo XVIII, se caracterizaba por el lujo, la exuberancia, la vida desaforada, las fiestas permanentes y la noción de que cuánto más se gastaba, cuánto más se poseía y cuánto más se simulaba, mejor. Así, reinas, consortes, damas, cortesanas desarrollaban un complejo juego de competencias por lograr el exceso más notorio. En este sentido, María Antonieta supo jugar su juego y fácilmente comprendió que debía destacar visualmente como princesa primero y como reina luego, enfrentándose incluso a sus familiares políticos y a gran parte de la población francesa que la veía como una mujer superficial, derrochadora e inútil.

Pero en Proyecto Kahlo creemos que una mujer es algo mucho más complejo que lo que viste o lo que usa y por eso nos interesa centrarnos hoy en una etapa particular de la vida de María Antonieta, un período en el que decidió alejarse de ese estilo de vida para aislarse en una realidad alternativa, aunque también artificial. Luego de ser madre, la reina francesa sintió que la exuberancia de la corte la abrumaba (como siempre lo había hecho) y que quería experimentar nuevas sensaciones, sentirse libre, sacarse el peso de las exigencias que la corona le imponía; también deseaba ver a sus hijos crecer rodeados de naturaleza, de un estilo más simple y bucólico, no contaminado por las mentiras y los secretos que ella había sufrido desde el primer día en el que había llegado a territorio francés.

En este período, María Antonieta dejó de lado la vestimenta y el estilo recargado que ella misma había impuesto años atrás como figura de la moda y de la estética y transformó su guardarropas en lo que muchos vieron, una vez más, una traición: solicitó a sus sastres y estilistas que le confeccionaran un nuevo conjunto de ropas y vestidos inspirados en el estilo inglés, más sobrio y austero. Así, María Antonieta se comenzó a vestir en las últimas épocas de su vida (cerca de fines del siglo XVIII) con vestidos mucho más simples, de colores claros y sin los rimbombantes estampados de la corte francesa para poder disfrutar más de cerca el mundo rural que la rodeaba.

Estos vestidos dejaban de lado en parte aquella artificialidad típica del rococó, construida a partir del uso de armazones cada vez más gigantescos y exagerados. Las telas suaves y cómodas hacían que su uso fuera mucho más adecuado al aire libre y le dieron a ella como a todas las jóvenes que formaban parte de su séquito (que debían vestirse a su semejanza) mayor libertad para moverse, para sentir, para experimentar, para disfrutar del sol y del césped.  Si bien el cambio no fue completo porque María Antonieta creó esta realidad de manera artificial dentro de un mundo de lujo y gasto que se lo permitía (incluso llegó a pedirle a su esposo, el rey, la construcción de una campiña inglesa en el medio del afrancesado Palacio de Versalles), con este pequeño gesto, nuestra protagonista de hoy nos demuestra un interés y un profundo deseo de ser libre, de definirse a sí misma y de escapar de todo aquello que le fuera impuesto.

Son pocos los registros que nos llegan al día de hoy sobre María Antonieta y lo que ella como mujer pensaba o sentía (¡cuánto más fácil sería si nos hubiese dejado un diario personal!) pero no hay dudas de que la historia ha sabido, una vez más, anular la complejidad y la identidad de una importante figura femenina que estableció y generó nuevas modas pero que, al mismo tiempo, escapó a ese mundo al que ella había pertenecido por medio de la elección consciente de un estilo más simple y cómodo para experimentar en su propia piel y carne la vida rural, la naturaleza, la sabia decisión de encontrar su camino y armar su propia historia.

 

2 Comentarios

  1. maria antonieta me parece unpersoaje sumamente interesante,
    me parecio muy bueno el articulo.

  2. Siempre me ha parecido que la Historia ha sido muy injusta con María Antonieta!

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