Alexia nos regala un precioso poema sobre la identidad; «Espero que mi identidad se haga vieja conmigo, que le salgan canas y se le arrugue el arco del triunfo, que un día deje de respirar».
[Identidad y esencia]
Yo creo en una identidad cambiante, en un río que se mueve,
que no para nunca.
Siento la identidad como un cambio de ropa, como un jersey o un par de calcetines.
Veo la identidad como las hojas incandescentes del otoño.
Como la madriguera de algún bicho peludo.
Como un novio en BUP o unas mechas mal hechas.
Espero que mi identidad se haga vieja conmigo, que le salgan canas y se le arrugue el arco del triunfo, que un día deje de respirar.
Cambiante. No-profunda, abierta, móvil, líquida.
Biológica y mental.
Y yo apunto ahora hacia la esencia.
La de siempre, la que te acompaña desde el paritorio (igual antes) y seguirá después.
La bola de luz que habita en tu espacios huecos y llenos y que ilumina tus páginas en blanco y todos los botes de pintura sin usar.
La que piensa los besos no dados y la piel no sentida,
todavía.
La que llena las lágrimas de agradecimiento y de risa.
Tus abuelas, tu huella dactilar, el color de tu aliento.
Profunda, intensa, de raíz y estrellas y causal.
2 Comentarios
Me encantó, sobre todo porque no hace mucho que descubrí esto mismo: «Yo creo en una identidad cambiante, en un río que se mueve, que no para nunca.» 🙂
Maravilloso! Gracias!