Ya no quiero ser chica

Lugares en los que la discriminación de género es tan brutal que las niñas deciden convertirse en chicos para conseguir la ansiada libertad.


Ilustración: Basura Especial


Está claro que, en la mayor parte del mundo, nacer mujer es sinónimo de desventaja. A muchos niveles. Muchas no tienen acceso a una educación, otras son abusadas o asesinadas, a algunas se las mutila y a otras se le ofrecen condiciones laborales poco ventajosas. Puede que sus familias las den en matrimonio sin preguntar su opinión, puede que no puedan salir solas a la calle por miedo a ser atacadas, o puede que tengan que resignarse a una vida de tareas de cuidado que quizás nunca desearon para sí.

En el mundo en el que vivimos, nacer con un determinado sexo biológico determina, en gran medida, nuestra identidad.

En algunas ocasiones, en algunos lugares en los que ser mujer resulta especialmente difícil y arriesgado, algunas niñas y mujeres deciden cambiar su identidad de género para poder jugar del lado del que tiene la sartén por el mango.

Las bacha posh de Afganistán

En algunas zonas de Afganistán existe la costumbre de elegir a una hija y empezar a tratarla como a un hijo. Esto incluye vestirla con ropa de niño, cortarle el pelo, o cambiarle el nombre. Pero lo más importante es que, a partir de ese momento, su hija tendrá más facilidades para asistir a la escuela, no tendrá que cocinar o limpiar como sus hermanas, y podrá salir sola a la calle, incluso trabajar para aportar algo a la economía familiar.

Esta tradición ha existido desde hace más de un siglo, y se tiene constancia de la existencia de mujeres vestidas de hombres en tiempos de guerra, lo que les permitiría pelear como uno más.

La otra cara de la moneda, sin embargo, aparece en el momento de la pubertad: la chica debe volver a adoptar su papel de mujer. Y este paso supone una gran renuncia a los privilegios de los que hasta el momento venía disfrutando: libertad de movimientos, de decisión y de expresión, entre otros. Volver a la represión que un día consiguieron abandonar es un reto difícil que no siempre consiguen alcanzar al cien por cien.

Ahora, el debate se centra en que es la desigualdad existente en la sociedad afgana la que empuja a que este fenómeno se perpetúe, y que, por lo tanto, no es tan importante hacer que desaparezcan las bacha posh como eliminar las injusticias que constituyen su razón de ser.

Pero si hay algo positivo que podemos sacar en claro de toda esta situación, se resume en las palabras de Azita Rafaat, una de las únicas mujeres diputadas en el parlamento de Afganistán -la cual fue una bacha posh durante su infancia-: «[Mi experiencia] hizo que ahora no me sienta intimidada por los hombres«.
El efecto de este fenómeno es también fácilmente visible en Maria Toorpakai Wazir, campeona internacional de squash de 24 años y antigua bacha posh. No os perdáis su charla TED. Su vida es un ejemplo de valor, perseverancia y determinación.

 

 

Las burrnesha de Albania

Nos movemos un poco hacia Occidente y nos adentramos en Europa. En algunas zonas de Albania aún está vigente el antiquísimo código del Kanun, un conjunto de normas que rigen la vida en sociedad. Algunos de sus artículos relativos a la mujer establecen que estas son propiedad de la familia, y que no pueden llevar reloj o pantalones, heredar, fumar, trabajar en ciertos puestos o conducir.

Ante esta circunstancia, muchas mujeres decidieron, a lo largo de los siglos, hacer una promesa ante los ancianos tribales que les garantizaría la libertad a cambio de una sola condición: hacer voto de castidad y nunca tener intimidad con un hombre. Hecha la promesa, se convirtieron en burrnesha o vírgenes juradas.

Las vírgenes juradas visten como hombres, sueltan tacos como hombres, fuman y beben como hombres y trabajan como hombres. Algunas de ellas fueron obligadas a convertirse en burrnesha por sus familias, pero la mayoría de ellas decidieron hacerlo para evitar un matrimonio concertado, la pérdida de una herencia o, simplemente, para ser las dueñas de sus propias vidas.

Aún es posible encontrar a algunas de estas personas en zonas rurales de Albania, orgullosas de su identidad y sin arrepentimientos.

 

 

Imagina que vivieras en alguno de estos lugares, ¿tomarías la misma decisión que ellas?

 

2 Comentarios

  1. Yo me haría burnesha seguro! Y tendría mil problemas y moriría joven… Estas cosas me indignan!

    Me encanta proyecto kahlo.

    Un saludo!

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