Las relaciones están en crisis

Ludmila y Lucas reflexionan sobre las crisis, no las mediatizadas; sino las que vivimos cada día con nosotrxs mismxs y con quienes nos rodean.


Ilustración: Javi Txuela


“El mundo está en crisis”. La afirmación es apocalíptica pero parece ser que es eso lo que afirman los economistas, la sociología y política de turno. Pero, ¿de qué mundo hablan? ¿A qué crisis hacen referencia?

Las economías mundiales están en crisis, la bolsa china está cayendo y el rublo ruso, también. La paz, también, está en crisis. Cientos de bombas explotan en Siria y Palestina, mientras que lxs culpables se esconden bajo la máscara de las víctimas. Las guerras traen miles de crisis silenciadas: familias que se destruyen, casas que se pierden, hijos e hijas que no vuelven. Miles de personas refugiadas se amontonan en las puertas de una Europa que sigue cerrando las fronteras. Esas personas son las afortunadas, el resto aparecen muertas, frías y mojadas a orillas del mar Mediterráneo. La crisis también está en el periodismo. Los medios ya no informan, sólo hacen negocios con las tendencias mediáticas del día.

Podríamos hablar de la crisis en la educación, en la justicia, en los derechos que nos siguen negando día a día. Podríamos hablar de la injusticia social, de cómo cada vez son más lo que tienen menos, y son menos los que tienen más. Podríamos hablar de los pueblos originarios en América Latina, de Africa que pasan hambre o del turismo responsable. Pero nos iríamos de tema.

La propuesta es pensar en nuestras crisis cotidianas. Esas que ocurren día a día y que no registramos. “El mundo está crisis”, parece ser una afirmación extensa y lejana, pero lo cierto es que no está tan lejos de nuestras crisis personales. Lo que acá está en crisis somos nosotros: los humanos y nuestras relaciones.

¿Cuándo fue la última vez que dormiste abrazando a alguien? ¿Hace cuánto que tus hijos no te dicen que te quieren? ¿Hoy almorzaste charlando con alguien o mirando la pantallas de tu móvil? ¿Cuántos amigos tenés en Facebook? ¿A cuántos conoces y con cuántos compartiste una charla profunda?

La crisis sobre la que queremos puntualizar es aquellas que afecta a las relaciones sociales. En tiempos de modernidad, globalización y comunicación virtual una caricia parece más lejana e imposible que juntar 50 “me gustas” en tu nueva foto perfil. Decimos estar conectados pero no, cada vez estamos más separados. Cada vez estamos más metidos en nuestro mundo virtual. Un mundo que nos inventamos en base a lo que gusta y nos interesa, desconociendo por completo la tierra que habitamos.

Le decimos a nuestrxs hijxs que estamos ocupados para jugar con ellos, a nuestros compañeros que estamos ocupados para salir a almorzar, nos decimos a nosotros mismos que estamos ocupados y que no podemos hacer eso que tanto nos gusta. Inventamos excusas. ¿Cuánto tiempo perdemos en internet cada semana? ¿Cuánto tiempo te consume revisar tus correos día a día? ¿Cuánto tiempo desperdicias explorando todas tus redes sociales?

Declaramos nuestro amor por Facebook, pero no nos abrazamos. Nos quejamos de nuestros políticos por Twitter, pero no vamos a votar. Publicamos fotos de nuestro balcón en Instagram, pero nunca salimos a leer al sol. Escribimos en un blog, pero tenemos decenas de cuadernos abandonados en nuestra mesa de luz.

Estamos presos de la tecnología y esa es la crisis que nos está atacando como conjunto social. Ahora mismo vos estás leyendo esto en alguna pantalla. Hacenos caso y mirá por la ventana. ¿Hace cuánto que no prestabas atención al edificio de enfrente? ¿Hace cuánto que no mirás tu escritorio?

Si realmente creemos que el mundo está en crisis, la solución tiene que salir de nosotros. Te proponemos un experimento: Contá cuánto tiempo perdés por día enfrente de tu tablet, móvil u ordenador. No cuentes el tiempo laboral real, sino todos los extra: redes sociales, subir fotos de tu almuerzo, compartir una campaña sin sentido. Seguramente te sorprenda el número de minutos/horas que perdés. Empezá a reducirlo. En el tren no uses el celular, lee un libro. No le digas a tu pareja que la querés por whatsapp, organiza una salida a la terraza y vean las estrellas juntos. No le regales tecnología a tus hijos, enséñales a jugar.

Escapémonos. Vivamos. No somos inmortales. No perdamos el tiempo en cosas que no valen la pena. Dedicale menos minutos a Twitter, Instagram y Facebook e invertí ese tiempo en vos y en tus seres queridos. Dejemos de perder tiempo en lo que no vale la pena. El mundo está crisis, es cierto. No dejemos que nuestras relaciones también lo estén.

 

4 Comentarios

  1. Me encanta. Hace unas 3 semanas que lo pongo en práctica, o lo intento al menos… fue poco a poco. Eliminé mi instagram (lo de foto al balcon soleado pero no sentarse en el a leer me ha llegado, soy la primera que hace eso, y es taan triste), instalé una app que me dice cuanto tiempo paso al día en el móvil /número de desbloqueos /tiempo por aplicaciones, y hace una semana, di el paso definitivo para conectar de nuevo con el mundo 3D: desactive m,i facebook.

    Aun sigo experimentando un poco de angustia y «manos inquietas» en todos esos momentos en los que miraba el movil para aislarme de la vida real, pero cada vez menos. Salgo más, no se me pasan horas volando delante de una pantalla, no dan las 2 de la mañana mientras «ojeo un rato» Instagram, he vuelto a cocinar o cocino más que antes y cosas mejores al menos, he vuelto a leer, y basicamente voy recuperando mi vida.

    Podria haber dicho de mi que no era una persona que usara mucho el movil (según esta maravillosa App – entre 2 y 2.5 horas/día) en comparación con gente que lo usa muchísimo más, pero es una barbaridad. Dos horas al dia de móvil son 1 mes de vida al año, y no estoy dispuesta a tirar mi vida a la basura delante de una pantalla. Ahora me parece obvio, pero antes no lo era, solamente era lo normal.

    Gracias por este artículo maravilloso, ojala hubiera leido algo así antes 🙂 🙂

  2. Genial! no os comento nada más que me voy corriendo a disfrutar del día y dejando el móvil en casa 🙂 un besazo a los 2!
    Javi, nunca decepcionas con tus ilustraciones <3

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