Carta a viajerxs potenciales

Lucas y Ludmila nos invitan a irnos de viaje. Sean viajes largos, viajes cortos, o viajes imaginarios la cuestión radica en animarse. Viajar permite cambiar la mirada y ver el mundo mucho más humano.


Ilustración: Marta A.


Carta a potenciales viajerxs:

Me enteré de que querés irte de viaje, desde hace rato que soñás con dejar tu trabajo rutinario y repetitivo para adentrarte en los caminos zigzagueantes de Sudamérica o los caminos espirituales de Asia. Vi que estás alerta de los buscadores de vuelos baratos y que, incluso, buscaste cámaras de fotos en oferta. El otro día abriste el mapa y estuviste horas señalando un itinerario posible con el dedo. Te imaginaste trepando la Muralla China, cruzando Rusia en el Tren Transiberiano y mojando los pies en las aguas cristalinas de Brasil.

Pero no te terminás de animar. Seguís pensando que el trabajo en la oficina a fin de cuenta no es tan malo, y que en algún momento te dará alguna alegría. Seguís esperando, cómo si la vida fuese sólo una sala de espera. Pero, la verdad, una vez que te hacés la pregunta es muy difícil volver atrás y dejarlo pasar.

No quiero extenderme demasiado. Hace rato que venimos charlando sobre tus ganas de irte de viaje y tus miedos. Aún no sabés qué pesa más en la balanza. Pero tené en cuenta algo, viajar es mucho más que desplazarse de un lugar a otro, excede la cuestión geográfica. Viajar es cambiar el chip, volver a la raíces de uno, buscarse y con suerte, encontrarse. Es volver a asombrarse de todo lo que pasa alrededor, es cambiar la mirada. Es conectarse con el mundo y con sus habitantes pero desde un lado mucho más humano. La invitación es a viajar con el corazón: no tanto con mapas, instagram, ni smartphones. Es intentar volver a sentirse una con el mundo que habitamos.

Tampoco es una invitación a que hagas un cambio radical en tu vida, ni a que renuncies a todo lo conocido. Se trata de una pausa, de poner distancia. Viajar permite poner muchas cosas en perspectiva, ayuda a ordenar las ideas y los pensamientos. Después ves que haces con todo eso.

Sé que si te digo que ya es hora de que te decidas, vas a poner alguna excusa: terminar el curso, esperar el aumento, que tus papás están grandes, que tus hijos están chicos. Es que si esperas el momento perfecto, nunca va a llegar. Porque, simplemente, no existe. Acordate lo que te dije aquella vez, cada vez que elegimos algo vamos a estar renunciando a otra cosa, o lo uno o lo otro. El todo es demasiado utópico. Trata de no enredarte en tu barullo de pensamientos a la hora de elegir.

Cuando nosotros nos decidimos por vender lo poco que teníamos para irnos a India tampoco fue fácil. Eso fue en abril del 2013 y aún seguimos en la ruta. Tampoco es imposible. Si me preguntás, creo que es 80% voluntad e ingenio y 20% es suerte.

Pero, te conozco, ahora me retrucás ¿Qué tal si es peligroso? ¿Y las visas, y el dinero, y las enfermedades? ¿Dónde dormir y comer? ¿Cómo comunicarme? Y acá déjame hablar a mí: ¿salír todos los días de tu casa dormidx, sin ganas, meterte en un subte sin aire y atestado de personas también dormidas y sin ganas de ir a laburar no es, también, peligroso? A vos que tanto te gusta la seguridad, ¿Y si te despiden? ¿Y si te enfermás? No sabés. No sabés que te puede pasar. No tenés garantía de nada. Viajando tampoco pero al menos vas a estar feliz, vas a irte a dormir sabiendo que tu día valió la pena.

Responde una cosa ¿qué sentido tiene no conocer el mundo que habitamos?

Me gustaría escribirte más, pero siento que no me alcanzarían los papeles para decirte todo lo quiero. Por último déjame darte cinco consejos si es que te decidís a viajar: no pienses en acumular países en tu pasaporte o imanes en tu heladera, acumulá atardeceres, valen mucho más la pena. No escribas en Facebook todo lo que haces, escribí en tu cuaderno. No viajes con auriculares en el tren, escuchá los sonidos y la voz de las personas. No comás comida rápida porque ya la conoces, perdete en los mercados locales. Aprendé de los demás, valorá el techo bajo el cual dormís, implicate con el camino. A fin de cuenta son los pequeños detalles los que hacen los grandes momentos.

Quizá con todo esto no te decidas por viajar. Estás en todo tu derecho. Pero aunque sea, intenta cambiar tu mirada. La vida es un viaje y no hace falta cruzar el mapa para intentarlo. Como dijo Lao-Tsé, “un viaje de mil millas empieza con un solo paso».

Ojalá la ruta nos encuentre y podamos seguir estar charla en algún lugar del mundo.

Un abrazo,

Lucas y Ludmila

 

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