¿Elección o imposición?

Qamar se presenta en Proyecto Kahlo escribiendo sobre cómo vivió en cada una de las etapas de su vida la soledad y su relación con los otros. ¿Es la soledad una elección o una imposición cuando eres diferente?


Ilustración: Qam
Ilustración: Qam

En general, cuando me preguntan si soy una persona solitaria, suelo contestar que lo soy. Pero, ¿lo soy? Es cierto que la mayoría del tiempo suelo pasarlo a solas pero ¿significa eso que soy solitaria? Si queremos reformular la pregunta, podemos plantearla de esta manera, ¿lo soy por elección o por imposición?

Recuerdo con perfección mi primer día de colegio y como al salir al patio, me quedé a solas y sin saber exactamente qué hacer. Llegué dos días tarde por errores burocráticos y para entonces los grupitos ya estaban formados y todo el mundo sabía su lugar en la incipiente jerarquía infantil. Yo no, obviamente. (Además, aún no sabía hablar, tardaría dos meses más en empezar a decir algo más que palabras sueltas). Tardé poco en descubrir que yo era “diferente”. Eso se vio reflejado enseguida en mi boletín de notas, donde se incluía una anotación diciendo que todas las aptitudes no me costaban, excepto las sociales. Y eso no ha cambiado con los años. Sigo siéndolo hoy. Pero ¿cuánto es porque soy solitaria y cuánto es porque soy diferente? Dicho de otra forma, ¿cuánto es por elección y cuánto por imposición?

A medida que crecí, me di cuenta de que estas experiencias son y no son comunes a la vez. Son comunes entre todas las personas que nos marcaron como diferentes, pero no afectan a todo el mundo al mismo grado. También me di cuenta de que me era mucho más fácil trabar amistad con esas otras personas marcadas. Pero, pese a que son comunes las experiencias, no todas son marcadas por las mismas razones y compartir razón facilitaba mucho las cosas. El problema aparecía cuando estas personas eran raras a mi alrededor. Eso me convertía en solitaria. Ahora, volvamos, ¿cuánto fue por elección y cuánto por imposición?

De adolescente, fue cuando peor manejé la situación. Me habían dicho ya demasiadas veces que la situación era por mi culpa así que decidí cambiar la perspectiva. Empecé a ceder más y más. Empecé a reírme de los chistes que ridiculizaban a gente marcada (como yo). Empecé a reírme de los chistes que hacían (de mí). Conseguí que mis relaciones fueran más frecuentes. Eso hizo que acabara convencida de que tenían razón, de que el problema había sido yo. Así, alcancé la no soledad. Pero, de la situación, ¿cuánto fue por elección y cuánto por imposición?

Cuando empecé a denominarme feminista, lo hice con todas las ilusiones del mundo. Recuerdo cómo veía a toda persona que se llamase tal como alguien en quien confiar. Tardé un año en darme cuenta de esas mismas personas que decían defender a las mujeres, se referían a un tipo muy exacto de mujer. Uno que no me incluía. Uno que para su liberación se tiene que basar necesariamente en empeorar la situación de otras mujeres. Y estas sí se parecían más a mí. Plantear esta situación ha provocado que muchas lo planteen como una traición, a costa de bajar mi número de contactos. Volviendo al punto de inicio, ¿cuánto fue por elección y cuánto por imposición?

Ahora, cuando conozco a alguien, lo primero que me pregunto es cuánto tardará en decir algo que implica que mi existencia es imposible o inferior de alguna manera u otra. Llevo haciéndolo de manera inconsciente muchísimos meses pero desde que empecé a hacerlo a sabiendas, me di cuenta de que la media se sitúa en el primer mes. Personalmente, cuando una persona hace eso (dependiendo de cuán agresiva/potencialmente dañina la percibo), le comento que esa frase o palabra no ha sido muy adecuada y el porqué de manera simplificada. En general, la reacción suele ser negarlo. En estos casos me doy cuenta de que nos les interesa respetarme y ergo a mí no me interesa escucharles más. Es decir, vuelvo a las relaciones escasas. Repitamos, ¿cuánto fue por elección y cuánto por imposición?

 

4 Comentarios

  1. samantha

    Me alegra y a la vez quizás no mucho, el saber que hay otra mujer que se siente como yo, la verdad es que tengo amigos, aunque no me sobran los dedos de la mano, valen por 100. A pesar de eso, la mayoría de las veces me he sentido sobrante en muchos grupos de distintas clases, y He encontrado «dañados» a los que he querido por que de alguna he entendido su alma, pienso que quizás nosotras no somos el problema, como tampoco las demás personas, sino que en el fondo poseemos una conexión distinta y más reservada a los demás y los demás a nosotras 🙂

  2. Qamar,
    Tu artículo me ha emocionado hasta las lágrimas… (encima lo he leído con música de piano de fondo). Me he sentido plenamente identificada con tu escrito. Las emociones un conjunto de tristeza-alegría ya que, es hermoso saber que no me encuentro «sola» y que muchas más experientan estos sentimientos de soledad «forzada» (o no…), pero también me he entristecido, porque no ha sido, ni será, un camino fácil.
    Estuve sola mucho tiempo, al igual que tú, pero en la adolescencia «cambié» porque quería ser una más, fingí ser alguien que no era por un poco de placer momentaneo.
    Bueno, no me enrollo más!
    Sigue escribiendo cosas tan lindas que nos lleguen al centro de nuestro ser.
    Besitos

  3. SER DIFERENTE HACE QUE TE ALEJES DE LAS PERSONAS POR MIEDO A QUE TE SEÑALEN A MIEDO A QUE CRITIQUEN LO QUE SOS ME TOCO SER LA DIFERENTE EN MIS ESTUDIOS EN MIS TRABAJOS EN GRUPOS DE AMIGOS Y LES ASEGURO QUE ES UN PESO QUE JODE MOLESTA Y HASTA HACE PREGUNTARTE EL PORQUE COMO SI TUVIESE ALGUN SENTIDO ENCONTRAR ESA RESPUESTA

  4. que gran autorreflexion y que buen texto!! me ha encatado!!!!

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