India, casamientos arreglados

Lucas y Ludmila tuvieron la suerte de asistir a un casamiento hindú durante su viaje por India. En este número nos cuentan su experiencia y nos introducen en el extraño sistema de dotes, acuerdos familiares y cartas astrales.


Ilustración: Mitucami Mituca


Es sabido que en India, el porcentaje de casamientos por amor y acuerdo de ambas partes es mínimo. Aunque, por suerte, este porcentaje tiende a ampliarse con el paso de los años y sobre todo en las grandes ciudades.

El sistema hindú tradicional de casamientos comienza, por lo general, cuando una chica cumple dieciseis (en la antigüedad era a los tres o cuatro años y en las zonas rurales, cuando la chica tiene su primera menstruación). Es la familia la encargada de buscarle un consorte, y la mujer no toma partido en ninguno de los pasos previos al casamiento. La búsqueda ideal de marido se centra casi siempre en un joven un poco más mayor que ella, pero que pertenezca a la misma casta. Se espera encontrar alguien que tenga buenos estudios y un buen ingreso, pero no todas las mujeres comparten la misma suerte ni los mismos estándares tan ambiciosos.

Como la tarea no es sencilla, los familiares y amigos ayudan en la búsqueda. Es muy común encontrar anuncios en los periódicos donde las familias publican a sus candidatos e incluso existen programas televisivos donde les solteres se presentan en cinco minutos mientras su número de teléfono se anuncia al costado de la pantalla. El mismo programa también tiene una sección para hombres que buscan casarse por segundas nupcias, un privilegio sólo otorgado a los viudos y a los escasos divorciados.

Aunque suene más burocrático que amoroso, así es el proceso. Tal es la incumbencia de la familia en todo este asunto que es muy común que se casen personas que apenas se vieron en su vida. Pero de a poco va cambiando. Si bien no está bien visto que les jóvenes tengan novies, en las grandes ciudades algunos padres aceptan que les mismes jóvenes les comuniquen con quien les gustaría casarse. Pero siempre está en juego la aprobación familiar y estos casos son las excepciones, más que las reglas de juego.

En el proceso de búsqueda de consorte los padres de la mujer deben aclarar cuál es el dote (suma de dinero, alhajas, electrodomésticos, telas de seda, tierras o vacas) que ofrecen. Si el valor es muy inferior corren el riesgo de que nadie acepte a su hija, y una hija soltera es una humillación. Hoy la dote está prohibida por ley, pero socialmente sigue vigente. Además de la dote, la familia de la novia debe hacerse cargo de los gastos de la boda.

El problema para la familia no termina una vez encontrado un candidato que sea de la misma casta y que acepta la dote, sino que ahora deben dirigirse a un astrólogo para que verifique que ambas cartas natales sean compatibles. Al mejor estilo Roberto Galán, el astrólogo dirá si habrá futura pareja o no. La aprobación del astrólogo es crucial, ya que si hay compatibilidad, se generará el amor en la pareja. Según ellos, la credibilidad del astrólogo explica porqué la tasa de divorcio en India es tan baja, sólo el 1,1% de las parejas se divorcia. Nos quedan nuestras dudas. ¿Realmente se trata de la certeza de las cartas natales o, acaso, es la estigmatización del divorcio? Si las castas, la dote y las cartas natales coinciden, recién ahí se pasa a la planificación de la boda. El festejo corre por parte de la familia de la novia y no está bien visto que escatimen en gastos.

El astrólogo también determinará la fecha y la hora en la que debe realizarse la ceremonia. En el caso de ser un matrimonio arreglado, si la familia y las condiciones lo permiten, la pareja puede verse dos o tres veces a modo de encuentros sociales para conocerse. Sino, se conocerán el día de la boda.

Las celebraciones suelen durar tres días. Comida, música y alegría para todos, salvo para la novia. Ella será despojada de su familia y pasará a ser propiedad de la familia de su nuevo marido. No hay elección, tampoco certezas de volver a ver a su familia de origen. Literalmente, cambia de dueños. Generalmente, en el nuevo hogar serán responsables del cuidado de les hijes y del mantenimiento de la casa. Nada más. Anteriormente, habíamos escrito sobre el desenlace fatal de las mujeres cuando enviudan. Sin familia a la cual volver y sin marido vivo, son desterradas y embarcadas en un peregrinaje que sólo tiene un final: morir con la esperanza de reencarnarse en un hombre.

En la ciudad de Agra, fuimos invitados de honor en un casamiento. Más de doscientos invitados, saris de colores y niños corriendo entre las mesas. La boda había sido hermosa y sin dudas fuimos unes afortunades al ser invitades, pero sentíamos cierta incomodidad. No por este casamiento, ni por esta familia en particular, sino por todas aquellas mujeres que no gozan de la misma suerte. Muchas son casadas a la fuerza con maridos mucho más mayores, que por ser viejos y por necesitar a alguien que los cuide, aceptan cualquier dote. Muchas son desposadas luego de algunos años por no poder quedar embarazadas, en esos casos sólo el marido está habilitado a casarse por segunda vez. Otras no logran reunir los suficientes atributos, ni la suficiente dote y quedan solteras, siendo una humillación para su familias como en el caso de Rita. Otras no llegan a nacer. Dado el costoso gasto que supone tener una hija mujer, muchas parejas abortan a sus hijas mujeres, razón por la cual el gobierno indio prohibió dar a conocer el sexo del bebé durante el embarazo. Sea como fuere, el casamiento nos dejó un mal sabor y no sólo por la comida picante.

 

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