El poder de las palabras es casi infinito. ¿Por qué no utilizarlas para algo grande?
Muchas veces subestimamos el poder de la palabra escrita, la capacidad que tiene ésta para colarse en nuestras vidas y, en numerosas ocasiones, en nuestra cabeza y en nuestro corazón.
Las palabras pueden hacer mucho daño.
Todo el mundo ha sufrido ese momento de leer y releer un mensaje, un e-mail, una carta, una nota -lo que sea- que nos ha provocado dolor. No podemos evitarlo, es como cuando tienes una herida o un golpe y sientes ese impulso de tocarlo, de apretarlo con el dedo, como para comprobar que sigue ahí, que sigue doliendo. Y sí, lo hace.
Las palabras pueden hacer mucho bien.
Porque, del mismo modo, releer aquello que nos alegra, que nos motiva o ilusiona nos hace revivir ese sentimiento. Rememorar, recordar, tener presente eso tan especial. Impulsarnos hacia algo. Soñar, sonreír y sentir.
Las palabras pueden hacer pensar.
A veces es literal, a veces es entre lineas pero ahí están. Igual nos hacen plantearnos otra linea de pensamientos, lo mismo nos hacen darle vueltas a nuestros sentimientos. Nos ayudan a cuestionarnos y también a crecer. Crecer palabra a palabra, verso a verso.
Las palabras pueden dar placer.
Y es que leer algo que nos gusta está muy bien. Leer algo de alguien que, además, nos gusta está fenomenal. Y ya leer algo de alguien que nos gusta y a quien gustamos… ¡wow!
Las palabras pueden enamorarnos.
Lo sabes. La cosita más tonta puede removerte por dentro. La palabra más pequeña se puede colar en tu cuerpo. Esa nota dejada a propósito, ese mensaje cuando aún no ha acudido Morfeo, esa carta escrita a mano, esa sonrisa garabateada en la lista de la compra.
Por eso, por todo esto, no dejemos nunca de hacerlo. No olvidemos los detalles, las diferentes formas de expresión. No las excluyamos de la pareja «porque ya vivimos juntes» o por la excusa que sea. No hace falta tener un máster, no es necesario ser poeta ni ser premio Nobel, el mero hecho de coger, dedicar un tiempo -TU tiempo- a ello, de poner la ilusión y la intención en la otra persona, ya es decir mucho.
A todes nos gusta recibir esos mensajes inesperados, esas palabras que pueden provocarte desde una sonrisa hasta una lágrima. Esas palabras que te pueden poner a mil.
Esas palabras que son tuyas, como esos momentos.
Así que te animo a que lo hagas. Arranca una hoja de esa libreta, abre un nuevo e-mail o escribe en la pizarra que hay en la pared y utiliza tus palabras para expresar tus sentimientos. Regálale ese momento a una persona que sea importante para ti.
Acaríciala con los verbos, lámela con tus frases y cómetela a versos.
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