El patriarcado disfrazado de aliado

Una Frida nos comparte un profundo y sentido texto sobre los hombres que se dicen aliados pero sostienen posturas machistas en la intimidad. Cómo hacer para no traicionarnos a nosotras mismas.

Soy feminista desde que tengo 14 años de edad, hoy con casi 21 años puedo afirmar que nunca dejaré de ver el mundo con las gafas violetas, lo personal es completamente político.

Hace pocos días termine una relación complicada. Mi vida giraba alrededor de él a pesar de que sabía que esa relación sexo-afectiva no me completaba, que no necesitaba media naranja (ni nada), que soy fruta completa, aún así durante meses me dejó ciega en sus artilugios, olvidé escucharme y serme fiel.

Aliado feminista, mi amigo con derechos, compartiendo publicaciones sobre la temática en las redes, me convenció diciendo que estaba a favor del aborto legal, que las mujeres eramos dueñas de nuestros cuerpos, que creía en el amor libre, que podíamos ser absolutamente cualquier cosa que queramos en libertad, deje mi armadura en su portal. Mientras él juntaba el preservativo del piso, yo me perdía mirando la ventana, me di cuenta que no estaba ahí, necesitaba que esa relación de poder termine, no me sentía cómoda en ningún sentido. Mi cabeza paseaba, divagaba en una conversación de ficción en la que hablaba porque sabía que alguien me quería escuchar. «Quiero llegar a casa para escribir un descargo» comenté a los gritos en nuestro último encuentro intentando meter un bocado. Para hablar con él tenía que hacer eso, soltar comentarios al aire, capaz alguno respondía. Tengo la teoría de que somos en el sexo como somos en la vida. Esos polvos dicen mucho de nosotros/as ¿Molesta que escriba polvos a secas? Con este tipo no le puedo decir amor.

Después de que juntó el preservativo y lo tiró en el cesto de basura me contestó: «¿Un descargo de qué?»

No podía responder: «un descargo sobre vos…»
Pensé:
Un descargo sobre vos y tu forma de no dejarme hablar.
Un descargo sobre vos y mi forma de no poder dejarte.
Un descargo sobre vos y de como me haces sentir nada, aire.
Un descargo sobre vos… que no entiendes que lo que no se habla y después se hace en la cama (y en todos lados) es violento.
Un descargo de cómo tardas tres años en levantar un preservativo que si no te pido no te lo pones, sabes que no me gusta tener relaciones sin protección.
Un descargo de cómo me vendieron que las relaciones eran otra cosa.
Un descargo sobre cómo te cuesta tener un poquito de responsabilidad afectiva.
Un descargo sobre cómo te educó el porno convencional, dejas de lado mi satisfacción y ni siquiera ubicas el clítoris.
Entre mate y mate trata de hacerte cargo, barre la tierra del patio y saquemos los trapitos al sol, no sos un aliado porque en la practica te comportas como cualquier macho abusador.
Con vos me di cuenta que en la cama los aliados todavía no se deben dar por sentado, asumirlo es la parte pesada. En tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos diría Fito Paez. Me declaro incompetente y me voy de acá.– pero no le contesté eso.
Si hubiera hablado no existiría el descargo, enmudecí, me paré, pero no me fui. Necesitaba que comience a hablar sobre su persona, pero no lo hizo, falló su Narciso.
«Un descargo de una situación de vida que quiero vomitar en palabras (proseguí) sobre algo
que me pasó cuando era menos chispa» (osea, recién).
Recuerdo bien, ese día me explicó que no me había sentido lubricada, pero que no podía parar… él era “pasional” sí, así me dio a entender. También salió de su boca: «¡Ay! te agarré del cuello y nunca te pregunté si te molestaba» en esa oportunidad sonreí y respondí que no pasaba nada, tenía miedo de no ser suficiente para su persona, pensaba que yo estaba equivocada… que tenía que dejar mi armadura de feminista en su portal colgada aunque para mi fuera humillante… si para él estaba bien debía seguir, llegué a casa sintiéndome vacía y traicionada por mi propia persona.
No quiero recordar, pero lo puedo escribir, ojalá nunca sientan lo que llegué a sentir. Desarmé ese dolor en palabras, luz violeta llenando mis moretones de la noche en la cual al entrar a mi habitación prendí la computadora y entre lágrimas comencé a escribir. No fueron golpes, pero esas situaciones dejaron marcas que se pueden ver. Es real que no es amor si te hace odiarte. Ahora puedo afirmar que no me sacaré nunca más la armadura de feminista.

Me pregunté: ¿Qué es el sexo para mi?
El sexo para mi es sometimiento y a veces dolor, me costaba mucho disfrutar si solo hacíamos las poses y formas que le gustaban a él.
El sexo que conozco es sexo patriarcal.
El sexo que conozco no consulta,es anal.
El sexo que conozco roza la violación.
El sexo que conozco es al servicio del varón.
El sexo que conozco me perturbó, no era liberación.
Después de leerme por primera vez, agarre coraje.

«El sexo que conozco es el sexo con personas que no escuchan como él, es sumisión» grité, y terminé esa relación, lo elimine de mi mundo y aunque duele y dolió, estoy luchando por rearmar la relación conmigo misma.

Queridas Fridas: en cualquiera de sus relaciones afectivas las invito a que se hagan esa pregunta «¿Que es el sexo para mí?» así como logramos sacar a las miradas ajenas y a los dogmas conservadores de nuestras camas erradiquemos a la misoginia disfrazada de aliado, no seamos sumisas en lo privado. Cosechemos el amor propio y vayamos descubriendo en libertad qué es lo que nos gusta hacer puertas para adentro.
Espero que siempre sea algo consentido y charlado, ahí es donde podemos crecer como parejas ya sean casuales, abiertas, poliamorosas o monogámicas. El patriarcado está metido en cada una de nuestras esferas, aparece como una sombra sin cara oscureciendo todo a su paso, pero ahí estamos y estaremos nosotras con nuestra luz violeta para combatirlo en cada una de ellas.
Hace poco llegó a mis manos un libro maravilloso que recomiendo totalmente su nombre es La mujer transgresora de Liliana Mizrahi, dicho libro es una buena herramienta para luchar contra el sistema patriarcal que nos oprime. Descubrí que al no cuestionar de forma crítica mis relaciones sexo-afectivas estaba perpetuando mi sometimiento y el de todas mis compañeras.
«El sometimiento en la mujer es una pauta de educación interiorizada que la determina como ser oprimido. Todo lo que en ella aspira al sometimiento la convierte en sostenedora de un sistema que la secundariza y denigra […] El significado que implica el sometimiento no es en general cuestionado por las mujeres. Mandatos ancestrales como la sumisión, el silencio y la obediencia, son parte insensible de la cotidianidad femenina. Buscar, recorrer, explorar la interioridad, significa un proceso auto-afirmativo de conocimiento de una misma que funda el compromiso y la responsabilidad hacia el propio renacimiento. A veces ser-una-misma es un riesgo, en tanto se cuestiona la transparencia ficticia de esas mismas estructuras ilusorias.» fragmento de La mujer transgresora, Liliana Mizrahi.
Noel Martinez Pascal (20), Concepción del Uruguay, Entre Ríos, Argentina. 
Twitter: @brocolidivita

2 Comentarios

  1. Me quedo con esto «¿Que es el sexo para mí? así como logramos sacar a las miradas ajenas y a los dogmas conservadores de nuestras camas erradiquemos a la misoginia disfrazada de aliado, no seamos sumisas en lo privado. Cosechemos el amor propio y vayamos descubriendo en libertad qué es lo que nos gusta hacer puertas para adentro». Así es, a mandar a la fregada a quien no nos respete, no es para que te sientas culpable, lo viste después, pero LO VISTE, que es lo importante y compartirlo ayuda a sanar y logra evitar que otras personas pasen por esto, es responder por todas, es educarnos entre todas, es protegernos entre todas, saludos sororos.

  2. Silvana Aguirre

    Creo que no te gusto porque por tu relato obiamente no sabia coger el vago. El verdadero hombre que sabe coger sabe que el placer esta en el disfrute del otro.

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