El amor no es un sentimiento

Julia nos da una visión muy personal para explicarnos que el amor no es un sentimiento.

El amor no es un sentimiento_proyectokahlo_feminismo
Ilustración de Laura Alloza

El amor no es una emoción. 

El amor no es un sentimiento.

El amor es una experiencia. Como el dolor. Como la alegría.

Estas son realidades que solo cobran verdadero sentido cuando son experimentadas, cuando la mente las libera, las saca del presidio del pensamiento y las pone al servicio del cuerpo.

Es entonces cuando estos estados son verdaderamente sentidos, vividos. Si pensamos en el amor, notaremos que es como si no existiera. No pasa de ser una ensoñación, exactamente igual que el dolor o la alegría. Podemos rememorar lo que el dolor o la alegría nos hicieron sentir si alguna vez los experimentamos antes, pero nunca podremos decir que los sentimos si no es en el momento presente.

El amor, el dolor, la alegría son segundos muy fugaces de intensidad vital concentrada. Son un ovillo antes de ser desenvuelto. Una cometa antes de alzar el vuelo. Un gato antes de comenzar a ronronear. En el momento en que llega el movimiento es cuando estas realidades alcanzan la totalidad de su existencia. El ovillo da vida a una bufanda que protege del frío, la cometa surca el cielo llenándolo de color, el vientre del gato se mueve rítmicamente y nos contagia de su calidez.

Cuando dos amantes se tocan, respiran cerca le une de le otre, se ven en los ojos de le otre, entrelazan sus manos en la oscuridad… Ahí es donde reside el amor. Nunca lo hará en el pensamiento, ni en la palabra, sino en el cuerpo, en el gesto.

El amor no es un sentimiento. El amor es un relámpago que ilumina un corazón oscuro, llenando sus cámaras de luz durante milésimas de segundo. Somos capaces de ver ese destello y, precisamente en la fugacidad del mismo, reside la valentía de amar. Amar es asumir que solo contemplaremos destellos. Luces que volverán a aparecer, o no. Y en ese misterio de la luz y la oscuridad, permaneceremos atentes. Porque el siguiente destello puede salvarnos de un mal día. Un solo segundo puede recombinar los elementos de una existencia para volver a llenarla de sentido.

Un corazón iluminado por la tormenta. No dura siempre, pero merece la pena dejarse sorprender y probar diferentes modos de infundirle luz.

Amar es un ejercicio de riesgo. Y su magnetismo reside precisamente en su dificultad. Nunca sabremos a qué se debe el destello, pero podremos estar segures de quién lo ha provocado. Así que no tendremos más que apretar su mano en la oscuridad y esperar juntes la siguiente tempestad. 

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