Explicamos brevemente porque hemos empezado a bloquear machirulos y de lo bien que le sienta a nuestra mente.
Ya sabemos que cuando lanzamos algo al agua se forman ondas y se crea movimiento.
También sabemos que cuantas más cositas lancemos más se salpicará la gente que está alrededor.
Lo que siempre pasa es que hay muchas personas a las que el agua no les gusta y eso les irrita y les hace sentirse incómodas.
Así es el feminismo.
Nos lanzamos al agua, que es la sociedad.
Creamos ondas, que son los cambios y avances que vamos consiguiendo en materia de igualdad y conquista de derechos.
Salpicamos a las personas que nos rodean haciendo que muchas de ellas vean la realidad del mundo, se pongan las gafas moradas y se lancen al agua.
Y luego tenemos a los machirulos.
Son aquellos que quieren toda el agua para ellos solos, que no quieren que nosotras ni bebamos ni nos bañemos. Que dudan de nuestra capacidad de nadar -incluso siendo campeonas del mundo en ese ámbito- y que se sienten incómodos si tienen que ceder parte de esos espacios que han sido históricamente suyos.
¿Y qué hacen? ¿Argumentar o intentar entender por qué esto les salpica también a ellos? Nada del estilo.
Lo que hacen es insultar, utilizar frases súper creativas como ‘vuelve a la cocina‘ o ‘estáis histéricas‘ -en serio, no se cómo no se los disputan en las agencias de publicidad-, burlarse de todo, explicarnos cosas y señalar a otro lado para no hablar de lo que se está hablando.
Esto en las redes sociales es algo que abunda en muchas formas.
Encontramos trolls por todos lados pero los machitrolls son una subespecie nacida del homo forocochus, de lo más particular.
En los inicios de Proyecto Kahlo en 2012 intentábamos educar. Sí. Lo hacíamos. Dedicábamos un tiempo valiosísimo en hablar con personas que no querían escuchar. Que lanzaban preguntas pero no querían saber la respuesta. Y, amigues, esto es muy cansador. También frustrante e insatisfactorio.
Hubo un momento en el que en Facebook -afortunadamente aquí en la web el plugin de SPAM les detecta y elimina wahahaha- empezamos a responderlos únicamente con gifs de dibujos animados. Esta estrategia nos supuso muchas risas pero, por eso mismo, se alimentaban y llegaban cargados de más machunos para contraatacar.
Así que ahora hemos llegado al equilibrio y la paz mental. A un momento de autocuidado y de invertir todas nuestras energías en nuestra lucha sin desperdiciar tiempo ni recursos.
Hemos llegado al momento del BLOCK. Bloqueo. Eliminado. Restringido el acceso. Ciao pescao.
Y seguirán llegando, pero les seguiremos eliminando.
Y no sabéis lo bien que sienta.
Porque a día de hoy si alguien se quiere informar lo hace.
Si alguien quiere aprender escucha.
Si alguien tiene empatía la muestra.
Y si no tienes ninguna de las anteriores igual no te juntarás junto a nosotres, no te lanzarás al agua, generarás cambio y construirás un mundo mejor. Pero tampoco nos molestarás mientras lo hacemos.
Que tranquilidad, hermanas.
2 Comentarios
Gracias por contarnos tu experiencia. Siento que así sea aunque, como bien imaginarás, no sorprende. Aún nos queda mucho por cambiar! pero me alegro de que tomases esa decisión porque desgasta muchísimo entrar en una discusión con alguien que no quiere escuchar.
Te mando un beso gordo y sororo!
Hola a todes!! El artículo me ha recordado una situación en mi trabajo hace unos días. Tenemos un grupo de Skype para comunicarnos, compartir información, preguntar dudas y a veces para hablar de cualquier cosa si no hay mucho trabajo. Un compañero hace un comentario, (a raíz de una apreciación que hace otra persona sobre la violencia de género) que venía a decir «y los hombres que» «no se habla del número de suicidio de los hombres» y algo más de este estilo a lo que yo respondo «más de 50 mujeres asesinadas en España en 2019 creo que eso lo dice todo» a continuación sigue con su «charla» de comentarios absurdos y en ese momento dejé de leer y cerré la aplicación. Hay veces que la paz mental propia es más importante que luchar con gente que no atiende a razones. Luego otro compañero me contó que al yo dejar la conversación una compañera le contestó que se pusiera a trabajar y dejara de decir tonterías.