En épocas de pandemia, desolación y mucha soledad surgen iniciativas que buscan romper con el cerco del abandono y el sufrimiento. Victoria nos propone una entrevista con integrantes de la organización No Tan Distintas.
El movimiento feminista es interminable: tan diverso como aún en disputa. Pero en la fuerza del conjunto se hace la verdadera revolución y, por eso, debe ser todo lo inclusivo que sea posible. Entrevistamos a Yanina y Daniela, compañeras de No Tan Distintas, una organización social feminista que acompaña a mujeres cis, trans, lesbianas, travestis e identidades no binaries en situación de calle, de violencia y/o de vulnerabilidad. Además, trabajan en acciones de nutrición y alimentación con organizaciones como Million Dollar Vegan para ampliar el alcance de sus acciones y poner el ojo sobre las distintas opresiones patriarcales.
1. ¿Cómo nació No Tan Distintas?
No Tan Distintas fue el devenir de una merienda que llevó adelante un grupo mixto de amigxs que se conocieron en el Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires.
La merienda se armaba en la estación del tren Retiro-Mitre: la crisis del 2001 había obligado a muchas familias a vivir en la calle y en ranchadas. Al cabo de un tiempo de merienda, era común que los varones se fueran a pelotear a la plaza y las mujeres quedaran al cuidado del rancho y de lxs pibxs.
Esa práctica produjo un espacio de confianza y complicidad desde el vínculo con las compañeras, y muy rápido se empezó a dialogar sobre la violencia por la que estaban pasando. Eso fue bisagra y, mientras la merienda se iba diluyendo, las compas de este grupo llamado «Perdidos en Retiro» consiguieron que nos prestaran un centro cultural una vez por semana para seguir encontrándonos con las compañeras de las ranchadas y sus hijxs, sin varones cis. Esto fue en marzo de 2011, hace casi 10 años.
2. ¿Me contás una historia de No Tan Distintas? ¿Algo de lo que vivieron?
Historias hay miles. Lo que puedo contarte, porque no me corresponde a mi contar sus historias, es que les compas tienen una fuerza y un aguante que te infla el pecho. Cuando ven un objetivo, ¡agarrate! Muchas veces los deseos se cumplen.
En muchos casos, y atravesando procesos todos distintos, muches compas lograron alquilar. Contra viento y marea, contra la indiferencia y la poca confianza de gente de m*erda. La alegría es muy grande en esta comunidad cuando lo consiguen. Junto a Dylan, por ejemplo, festejamos con pizza y “birra” en el Cedrón de Mataderos cuando le dieron la llave. Los días previos habíamos “pateado” [caminado] todo Lomas del Mirador.
3. ¿Por qué decidieron aliarse con Million Dollar Vegan para acciones de veganismo? ¿Qué vínculo hay entre sus objetivos?
El año pasado yo cocinaba para nuestro espacio de los martes y jueves llamado TUM (Taller de Usos Múltiples) en casa, así que empezamos a llevar comidas con carne los martes, vegetarianas los jueves. Al principio a algunes compas no les cabía, pero ya para fin de año estaba instalado. Lo pensamos sobre todo para proponer otros platos.
Después Vare, una compa de No Tan Distintas, contactó con MDV y nos gustó la propuesta. Durante 4 semanas se repartió verduras a les compas con un recetario para cocinarlas. Eso salió bien y el recetario se usó. En un grupo de Whatsapp que armamos en pandemia nos pasábamos fotos de lo que cocinábamos.
Durante noviembre, ya en un nuevo espacio con cocina, y en el marco del Día Mundial del Veganismo, les compas de MDV trajeron recetas para el almuerzo que elaboramos entre todes, mesa, aplausos y a comer.
La cocina es un hermoso momento para compartir y para conocer, en este caso el movimiento vegano. Fue una linda movida.
4. ¿Cómo es vivir en la calle en la pandemia?
Vivir en la calle en pandemia es la soledad absoluta.
Los pocos lugares que te alojan están cerrados. No podés hacer una moneda en ningún lado y no hay una moneda en ningún lado. No tenés documento y hacerlo es un bardo, te para la poli, tenés que ir a un comedor y no tenés para la SUBE (tarjeta que se usa en Buenos Aires para el transporte público) o no te deja viajar el chofer, no tenés acceso a la tecnología, no tenés permiso.
Nosotres nos acercábamos a les compas, les llevábamos productos de higiene y ropa limpia y nos quedábamos charlando. Algunes estaban muy tristes, hubo recaídas y angustias pero nos fuimos sosteniendo, en esta red que armamos, como podíamos. En agosto abrimos nuevamente el TUM a modo de guardia y al poco tiempo fue difícil mantener un número reducido de compas en un mismo momento. Nos hacía mucha falta el encuentro.
5. ¿Qué piden/esperan desde la organización a nivel apoyo estatal / político?
Desde la organización queremos propuestas respecto a lo habitacional. Tenemos ideas y experiencias en vivienda colectiva pero es muy complejo para les compas acceder a un alquiler regulado, por inmobiliaria, por la cantidad de requisitos. Al final terminan alquilando cuartos de hoteles venidos abajo y carísimos, compartido con 5 ó 6 personas más, con miles de reglas ridículas, con aumentos cada 2 meses, y con la posibilidad siempre vigente del desalojo, porque no hay contrato que te ampare. Más allá de que una vez en mil se pueda frenar un desalojo de estos lugares que ganan mucha guita [dinero] con la necesidad de la gente, creemos que son posibles otros modelos de vivienda.
6. ¿Cómo es una economía feminista para ustedes?
Para nosotres una economía feminista y popular es una economía que tiene en cuenta todo lo no monetario, las tareas de cuidado, la organización colectiva para conseguir los recursos necesarios para el sostén de la vida. Y la entendemos también como un cuestionamiento constante a las lógicas capitalistas del uso del tiempo, del formateo de las relaciones. Nos pensamos y actuamos como una comunidad que cuestiona las categorías habituales de empleo, producción, reproducción. Preferimos hablar de colectivizar, de buscar autonomía singular a la vez que grupalidad de sostén, en relaciones que se entraman horizontales y libres de violencia.
7. Si pudieras elegir o priorizar sólo 3 cosas que deberían cambiar socialmente hoy, ¿cuáles serían?
– Hay que salir del aislamiento que propone la máquina del capital y crear nuevas formas comunitarias de vida.
– Es necesario repensar las ideas de propiedad, consumo, producción, reproducción, competencia, para pasar a paradigmas del sostén, del cuidado, del cultivo, de la cooperación.
– Todo eso requiere una nueva educación: ambientalista, transfeminista, anticapitalista, cooperativista. Un nuevo modo de habitar el mundo, en convivencia pacífica y creativa con la tierra, las demás especies, todos los cuerpos posibles, sin sujeciones violentas. Suena utópico pero, como dice un filósofo que leemos mucho, Franco “Bifo” Berardi: «Debemos reescribir el código que prescribe el futuro de la extinción, pensar utopías radicales que nos permitan imaginar (crear) otro futuro».
El futuro no es sólo feminista, sino que también es vegano. ¿Por qué? Porque todas las opresiones patriarcales nacen de la misma base que es el sometimiento de un grupo y la violación de derechos básicos. Además, nutrir cuerpo y mente de verdad (con ingredientes variados, accesibles, sanos y seguros) es el primer paso natural para empoderar a los pueblos y darles herramientas reales de lucha.
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