Ludmila y Lucas viven viajando juntos, trabajando juntos. En principio debería haber poco lugar para la soledad en una relación así. ¿Cómo consiguen mantener su espacio?
“Traten de vivir como si fueran siameses”, la afirmación apesta pero más de una vez se confunde vida en pareja como vidas siamesas. Es en esos casos donde el espacio propio, las actividades en solitario, los ratos en silencio y las actividades por fuera de la pareja se confunden con abandono o con el famoso “ya no me querés, ya que no estás todo el tiempo conmigo”.
Es cierto que cuando alguien se pone en pareja y/o comienza a convivir suele ceder algo de espacio propio e individual. Comenzamos a compartir nuestra vida con otra persona. Pero, atención, compartir no significa perder la vida que ya tenemos.
A más de une le debe haber pasado de ver cómo un amigo, una prima, un vecino o una compañera de trabajo cambie completamente su forma de ser al comenzar una relación de pareja. Comienzan a cancelar los encuentros, las cenas de los jueves a la noche, dejan las clases de gimnasia y los partidos de futbol del domingo, por nombrar algunos ejemplos. En Argentina, se suele llamar “pollerudos” para los hombres que se encierran en sus parejas, siempre con cierto desprecio, claro. Algo muy típico de nuestra sociedad machista. Pero más allá de la innecesaridad de seguir reafirmando estereotipos estúpidos, a donde queremos llegar es a evidenciar situaciones cotidianas que si no las tenemos en cuenta pueden tornarse complicadas.
Si bien es cierto que vivimos en un mundo que cada vez tiende más al egoísmo y a la individualidad, en el ámbito de las parejas parecería ocurrir todo lo contrario. Los tiempos propios van muriendo poco a poco y todo se torna un amalgama constante donde uno ya no sabe en qué momento dejó de practicar yoga, o en que momento comenzó a elegir el helado de limón como gusto favorito. Y aunque parezca una tontera, perder el espacio propio en una pareja puede ser peligroso. En serio.
La soledad dentro de la pareja es necesaria. Tenemos que buscar e inventarnos tiempos propios, aunque sean, paradójicamente, en compañía de la otra persona. Tenemos que aprender a estar solos. Son tiempos necesarios y tiempos sanos que nos ayudan a conocernos, a crecer, a conectarnos con nuestro interior. Exacto, todo aquello que el mundo moderno te dice que no hay que hacer. Porque actualmente cada vez tendemos más a llenar los silencios: con música, con Internet, con alcohol, con lo que fuere. No nos bancamos estar a solas y menos, cuando tenemos una pareja que hace todo lo posible para estar juntes el 100% del tiempo.
Por supuesto que es agradable compartir tareas y actividades con tu pareja: caminar juntos, arreglar el jardín, cocinar. También es cierto que si ambas partes trabajan pasan la mayor parte de la semana separades, pero ¿es eso tener espacio para une? Hablamos de la necesidad de momentos a solas de calidad. Soledad real. Salir a caminar y estar conversando por Whatsapp no cuenta, tampoco salir a bailar y pasar la noche hablando por teléfono.
Por nuestro bien y por una relación de pareja sana y libre tenemos que empezar a darle lugar a la soledad en nuestra vida. Aunque aburra, aunque asuste. Tenemos que empezar a escucharnos más, a replegarnos en nosotres, sobre todo ante la cantidad de estímulos que recibimos por día. Tampoco necesitamos una distancia de 50 kilómetros. Simplemente aceptar que mientras uno lee o duerme; el otro puede prender un sahumerio y relajarse, o escribir, o leer también.
Es importante no perder la intimidad propia. Mantener nuestro propio mundo privado. Los cuadernos o diarios personales, las conversaciones con otras personas por celular y las reuniones con amiges deben seguir existiendo, y tienen que seguir siendo nuestras. Hay que seguir manteniendo las propias identidades más allá de la identidad como pareja. Encontrar la propia soledad en la compañía de los otros, como decía Winnicott. De eso se trata.
Las relaciones humanas son ejercicios, experimentos en los que nada resulta definitivo. Pero en ese experimentar tenemos que estar atentos a no perdernos. A no dejar de lado nuestros mundos interiores.
Nuestro caso es particular. No sólo somos pareja desde hace casi diez años, sino que hace tres años que viajamos juntos a tiempo completo. Y además, somos compañeros de trabajo, ya que escribimos juntos. A todo esto hay que sumar la presión de viajar por tierras insólitas y complejas como las del continente asiático, de hablar en español sólo entre nosotres, de cargar con la emoción de ver paisajes hermosos y escenas injustas. Si bien es cierto que viajar de a dos tiene muchas ventajas, también es cierto que a veces puede desgastar la pareja.
No es que exista una receta única e infalible y como siempre decimos, cada pareja es un mundo, pero el único modo que nosotres encontramos para permanecer en nuestra intensa pareja fue dándonos espacios propios, dándonos aire. Creciendo en nuestros mundos internos, dándonos nuestros tiempos, nuestras zonas propias.
Por último, les dejamos esta pregunta y reflexión de Doris Lessing: “¿Aún conservas tu espacio? Tu espacio único, propio y necesario donde puedan hablarte tus propias voces, sólo para ti, donde puedas soñar. Entonces, sujétate fuerte, no te sueltes”.
7 Comentarios
Hermoso articulo!!!! Felicidades!!!
Gracias! Abrazos
Perdón pero no entiendo el reemplazo de la O por la E en algunas palabras. Perturba la lectura.
Creo que es por indicar un genero «neutro». Eso o equivocacion. Yo sinceramente veo que es innecesario, que el genero gramatical es unicamente de la lengua, y nada tiene que ver con la situacion politico-social asociada al genero sexual.
Hola!
Efectivamente, en PK intentamos utlizar la lengua de forma inclusiva, y para ello recurrimos a diversos plurales inclusivos que las personas hispanohablantes están usando en los últimos años: «x» o «e», dependiendo de la preferencia de la redactora en cuestión.
En este caso, se ha optado por la «e», que últimamente se usa más que la «x» por razones de accesibilidad. Es decir, que las personas que leen nuestros textos mediante dispositivos de lectura por voz (reproducen el texto escrito para personas con discapacidad visual) no tengan problemas en leer el texto. Los dispositivos no reconocen la «x» y, por lo tanto, la persona lectora no puede leer el artículo.
Sentimos que te haya dificultado la lectura, pero creemos firmemente que el uso normaliza los cambios y genera costumbre. Poco a poco te haces a ello y deja de llamarte la atención. Te recomendamos este interesantísimo artículo de MujerPalabra sobre lenguaje inclusivo, para comprender la importancia del mismo: http://www.mujerpalabra.net/pensamiento/lenguaje/lenguaje_inclusivo.htm
Un abrazo y gracias por comentar!
¡Hola! Somos dos. Una pareja de casi nueve años, convivencia de más de cuatro y de un año de viaje. Compartimos todo. Trabajamos juntos. Somos pareja y somos socios. Somos compañeros. Viajar en pareja es un desafío cotidiano por eso valoramos más la soledad, el tiempo y espacio en solitario. Pero la soledad a veces son simples silencios, son ritmos diferentes de caminata. En los momentos de lectura o hasta en los momentos de ir al baño. La ventaja de compartir las 24 hs es que los momentos con uno mismo se dan naturalmente. Esa es nuestra experiencia. ¡Saludos!
Hola pareja!
Que interesan lo que cuentan. Muchas cosas en común!
Muy buen viaje y seguir construyendo sus propios espacios 🙂