A veces la soledad…

Sara nos muestra las diferentes caras de la soledad a través del recorrido por algunas obras literarias.



No me atrevo a afirmar qué clase de estado es la soledad, ¿es bueno? ¿Es malo? Al fin de cuentas, la soledad es… es como el silencio para Mario Benedetti:

A veces el silencio

convoca algarabías

parodias de coraje

espejismos de duende

tangos a contrapelo

desconsoladas rabias

pregones de la muerte

sed y hambre de vos

pero otras veces es

solamente silencio

soledad como un roble

desierto sin oasis

nave desarbolada

tristeza que gotea

alrededor de escombros

fuego mudo

Y como este fuego mudo, como estar alrededor de escombros, es como debía entender la soledad Gabriel García Marquez cuando escribió el clásico Cien Años de Soledad. Una obra que narra la historia de siente generaciones de la familia Buendía y de la diversas transformaciones del pueblo ficticio en el que habitan, Macondo.

Todos los personajes del libro están marcados por momentos de soledad, temor, angustia; desde la primera generación de la que se nos presenta —el matrimonio José Arcadio Buendía y Ursula Iguarán, primos y temerosos de que su descendencia nazca con cola de cerdo—, hasta el último vástago con su terrible y solitaria muerte, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra».

Encontramos la soledad como una característica innata de la familia Buendía. El propio pueblo en el que habitan vive aislado de la modernidad, si bien llega en cierto momento a ser un centro de actividad en la región, irremediablemente termina en el olvido. Olvido que resulta frecuente en los acontecimientos trágicos, recurrentes en la historia de la familia que protagoniza la obra.

En el caso del autor uruguayo Juan Carlos Onetti, como en un símil a su propia personalidad, los personajes de sus novelas son introvertidos, despectivos, acosados por la soledad y siempre al acecho. Sin embargo, este vivir en soledad y la introspección es el único camino para crear la verdadera literatura: «Hay solo un camino. El que hubo siempre. Que el creador de verdad tenga la fuerza de vivir solitario y mire dentro suyo. Que comprenda que no tenemos huellas para seguir, que el camino habrá de hacérselo cada uno, tenaz y alegremente, cortando la sombra del monte y los arbustos enanos».

En sus obras, como El Pozo, La Vida Breve o El Astillero —obra cumbre de Onetti—, nos muestra tanto la soledad física, la de un hombre totalmente solo, encerrado en su cuarto, como la soledad afectiva; la que ocurre inmediatamente después de una ruptura amorosa, pero en todo caso, dibuja la soledad sin opresión ni remordimiento. Así, en El Pozo, el protagonista Eladio Linaceros —alter ego de Onetti—, decide escribir sus memorias después de estar en absoluta soledad de su cuarto, permitiéndose despreciar a todos los que le rodean, —«Las gentes en el patio me resultaron más repugnantes que nunca—, y sin compadecerse de sí mismo por su situación: «Nunca me hubiera podido imaginar así los cuarenta años, solo y entre la mugre, encerrado en la pieza. Pero esto no me dejó melancólico. Nada más que una sensación de curiosidad por la vida y un poco de admiración por su habilidad para desconcertar siempre».

Consecuente con su temática, Onetti excluye de su novelesca a les niñes. Elles no tienen cabida en ese universo sombrío, por eso sus personajes carecen de infancia.

Pero tal vez en este punto se equivoca, tal vez les niñes también son perfectamente capaces de entender y sentir la soledad, o, al menos, así puede desprenderse del cuento ilustrado Perdido y encontrado de Oliver Jeffers. Perdido y encontrado narra la historia de un niño que encuentra un pingüino extraviado en la entrada de su casa, y al verlo triste decide ayudarlo a regresar a su hogar. Tras averiguar que los pingüinos viven en el Polo, emprende un viaje en bote, con no pocos sobresaltos y tormentas que esquivar, mientras descubre que la tristeza del pingüino no era debida a estar perdido y lejos del hogar, sino por lo solo que se sentía, y que la soledad no es lo mismo que la nostalgia del hogar.

En definitiva, ¿qué es la soledad? Una mala consejera, un estado buscado, un entorno obligado, el placer del silencio, la locura del aislamiento, un esperpento o tal vez, como sentencia Bécquer,

La soledad es muy hermosa…

cuando se tiene alguien a quien decírselo.

 

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