Analizamos y recomendamos algunas películas que contribuyen a visibilizar momentos revolucionarios.
Cualquiera que haya caminado por las calles con los brazos en alto y gritando proclamas para cambiar el mundo, cualquiera que no se haya callado en una conversación donde la mayoría atacaba sus ideas, cualquiera que haya luchado simplemente para que las cosas a su alrededor mejoren (aunque sea una lucha muy pequeña) es une revolucinarie.
A veces, cuando veo imágenes como “el hombre del tanque de la plaza de Tiananmen”, o las fotos de mujeres manifestándose en todo el mundo, personas anónimas que gritan y pelean por una sociedad más justa, me emociono ante la capacidad de lucha y la valentía que muchas personas albergan. Ante la empatía de olvidarse de une misme por el bien de les demás.
El cine ha dejado un buen puñado de buenas películas sobre las revoluciones. Ya saben que el séptimo arte siempre ha sido una ventana publicitaria muy suculenta para verter “encima de las masas”. Lo sabían nazis, les comunistas de la URSS y les censores de cualquier país que haya pasado una dictadura…
A veces, el cine ha servido para contar un historia que no había sido escuchada o no se le había dado importancia. Otras, simplemente, para inspirar.
Cualquier revolución se gesta siempre al abrigo de un momento de despertar. “Diarios de una motocicleta” narra el viaje en moto de un joven Che con su amigo Alberto Granado por Sudamérica. Cuentan que aquel viaje contribuyó a gestar la conciencia del personaje al ver las desigualdades que se encontraban a su paso. Esta “road movil” destila de manera sencilla ideología y ese despertar al que nos referíamos. Una pequeña joya que no te puedes perder.
“No es este el relato de unos años impresionantes, es un trozo de dos vidas tomado en un momento en que cursaron juntas un determinado trecho, con identidades y conjunciones de sueños. ¿Fue nuestra visión demasiado estrecha, demasiado parcial, demasiado apresurada? ¿Fueron nuestras conclusiones demasiado rigidas? Tal vez. Pero ese vagar sin rumbo por nuestra mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí. Yo, ya no soy yo. Por lo menos no soy el mismo yo interior.”
Seguimos con esa imagen icónica del Che para adentrarnos en dos películas de Steven Soderbergh «Che: el argentino» y «Che: guerrilla». La mítica áurea que desprende el Che siempre me ha fascinado y creo que desde estos dos biopics sigue alzándose a esta figura, aun con el intento de desmitificarlo (¡El Che tenía asma!, no era un súper hombre) creo que hubiera agradecido un Che más humano, menos leyenda. Aun así, las pelis son geniales, alabando por encima a «Che: el argentino», mucho más mordaz y entretenida que «Guerrilla», que bien podría haberse llamado: «Crónica de una muerte anunciada», para mí bastante tediosa, aunque interesante «documentalmente» hablando.
Destaco a Benicio del Toro, no puedo pensar en alguien que no sea él para hacer del Che.
“Un pueblo que no sabe leer ni escribir es un pueblo fácil de engañar.”
Che. Benicio del Toro.
V de Vendetta se convirtió en un fenómeno desde su estreno. Esta adaptación del cómic del genial guionista Alan Moore centra la narración en una Inglaterra dictatorial y distópica, donde un personaje enmascarado llamado V alentará con su «terrorismo poético» a la rebelión. Es una de las pocas películas «palomiteras» que tiene un trasfondo político y, aunque hay partes muy convencionales y que llegan a desligarse en varias ocasiones del cómic, la película es muy recomendable. Entretenida a la par que «remueve conciencias». Sí que es cierto que falla toda esa parte de thiller, muy enrevesado, aunque nos gana en la emoción de la lucha contra el sistema, en las partes de «adoctrinamiento», muy en la línea de 1984. Y, sobre todo, el cautivador personaje de V y su icónica máscara, nada tan hipnótico y con tanto carisma como este personaje. Irónico que esa máscara que ha desfilado por varias manifestaciones y que se considerea en cierto modo como símbolo del anticapitalismo esté nutriendo a unes poques gracias a la venta de merchandising. La máquina del dinero nunca se detiene.
“El pueblo no debería temer a sus gobernantes, son los gobernantes los que deberían de temer al pueblo.”
V. Hugo Weaving
Pero hablemos de los clásicos, de un clásico entre los clásicos: El Acorazado Potemkin, obra cumbre del director Seguéi M. Eisenstein, gran representante del cine político de la URSS. Aun siendo una película propagandística del régimen comunista, es considerada una de las mejores películas de todos lo tiempos por la fuerza de las imágenes (muy líricas y sugestivas) y por el uso de la cámara en los planos. La película cuenta los hechos acontecidos durante 1905, cuando los marines del acorazado se sublevaron ante las pésimas condiciones de vida que llevaban en el ejército; un hecho que a la postre sería la mecha que encendería el intento de revolución fallida de 1905.
Para les comunes espectadores no familiarizades con este tipo de cine, es una película difícil de ver por ser en blanco y negro, muda y bastante lírica. Sin embargo, merece la pena intentarlo. ¿Recuerdas la escena del carrito y las escaleras, mil veces copiada y parodiada en un montón de películas? Pues es de aquí.
Sin embargo, mucha revolución, mucho “somos democráticos y libertaries y queremos a todo el mundo”, pero ninguna de estas películas pasa el test de Bechdel. Está claro que el cine, reflejo del espíritu de su tiempo, ha olvidado la lucha del feminismo, sus víctimas, sus logros y sus fracasos.
Os recomendamos dos películas:
Persepolis, ya megacomentada en muchas de nuestras secciones tanto en cómic como en película. Os dejo el enlace del genial artículo escrito en agosto.
Y por último, Sufragistas, la película de Sarah Gavron, que cuenta la historia del movimiento que pedía el derecho de voto de la mujer surgidos en Inglaterra antes de la Primera Guerra Mundial. La película, alabada por la crítica y tildada de “necesaria”, refleja una cuestión que siempre me ha fascinado y de la que hablaba al principio del artículo, la total entrega por la causa, los pasos al frente cuando sabes que vas a recibir una bofetada. Perderlo (o ganarlo) todo por un ideal.
Tengo que confesar que tuve algo de miedo al comenzar a ver la peli. Ciertos personajes muy caricaturizades, con roles muy rígidos (el personaje de Violet Miller) y elementos de la trama ciertamente condescendientes (atención spolier: ¿tiene el personaje principal que perderlo todo para radicalizarse?). Además, un poco más de metraje para ahondar en la psicología de los personajes (muy poco explorado, a excepción de la protagonista) no hubiera estado de más. Sin embargo, hay muchos otros aciertos: la ambientación es magnífica y es una película que va de menos a más. Puedes sentir como el yugo del patriarcado inunda todo: a la máquina del estado, al trabajo, al marido, que no aprieta sino que ahoga poco a poco a las protagonistas. El drama te arrastra en ciertos momentos puntuales, sin ser demasiado lacrimógeno. Y la lucha en la mirada de la protagonista, pese a ciertos clichés, destila rabia, despertar…
“¿Qué van a hacer? ¿Encerrarnos a todas? Somos la mitad de la humanidad, no pueden detenernos a todas.”
Carey Mulligan. Maud Watt
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