Con una puesta en escena simple que busca destacar más que nada el trabajo actoral y la construcción de tres enormes personajes históricos, Ser Ellas nos cuenta el reencuentro imaginario entre Evita, Frida y Simone en un espacio íntimo y tal vez posible. ¿Se encuentran las almas de las grandes mujeres en un lugar eterno? Aquí nuestro análisis de la obra.
Ser Ellas, la obra que cuenta con libro de Erika Halvorsen y dirección de Adrián Blanco, nos presenta la fantasía que muchas veces puede haber existido en nuestras cabezas o nuestros corazones: qué pasaría si esas tres mujeres, Evita, Frida y Simone, de las tres más importantes del siglo XX, se reencontraran en un lugar atemporal y único, luego de la muerte, luego de haberlo dado todo en vida. ¿Podrían entenderse? ¿Podrían encontrar cosas en común? ¿Discutirían? ¿Se juzgarían unas a otras? ¿Qué se dirían? Las interpretaciones están a cargo de Ana Celentano, Julieta Cayetina y Anabel Cherubito (Evita, Frida y Simone respectivamente).
A lo largo de la hora que dura la obra, las tres mujeres, famosas y soberbias personalidades de la historia más moderna, interactúan entre sí entrelazándose unas con otras sobre sus deseos, sus luchas, sus sufrimientos y sus miedos o incertidumbres. Las pasiones no faltan: la política, los hombres, el arte, la ideología, el amor, el futuro y la sociedad. Evita, Frida y Simone se nos presentan como mujeres de épocas distintas, elemento que se nota desde el vestuario hasta las formas en las que se comunican, pero que pueden compartir mucho más de lo que podría pensarse. ¿Acaso no fueron, en definitiva, mujeres apasionadas, expuestas a la inclaudicable crítica y juicio del mundo externo? En ello coinciden: fueron únicas en el momento histórico que a cada una le tocó vivir y fue personal su decisión de correrse de los parámetros tradicionales y aceptados para una mujer.
Ser ellas, ser Evita, Frida y Simone no fue fácil. Aquello que las empujó a luchar por lo que quisieron luchar fue en cada caso particular y una de las riquezas de la obra es permitirnos imaginar las discusiones, las disidencias y las coincidencias que entre sí podrían haber tenido de haberse conocido en persona. Mientras Evita aparece como la más formal y solemne de las tres, dedicada a su marido y a la lucha por la justicia social, Frida se construye como una mujer que aprendió a reírse de sí misma y de sus penas y Simone se consolida como la más intelectual del grupo, con una fuerte conciencia de su sexualidad y de sus libertades. No hay, sin embargo, encasillamientos posibles: entre las tres se preguntan, se cuestionan, se escuchan, se ríen o lloran abrazadas por lo vivido y por lo complejo de reconocerse como mujeres en un siglo todavía muy machista.
En los diálogos, pero también en los silencios, en el moverse desde una orilla a la otra del escenario, en las miradas cómplices o inquisitivas, estas tres mujeres logran enamorarse. Enamorarse de sí mismas, de las otras y de las tres juntas como una unidad tan exquisita y bella que emociona. Porque nadie puede pensar en alguna de estas tres mujeres sin dejar de sentir algo por ellas y sin que el pecho se infle un poco. Nosotres, desde las butacas, también sentimos enamorarnos de ellas por poder tener la chance de conocer imaginariamente y desde la intimidad a quienes solemos ver en imágenes, dibujos o palabras. Nos enamoramos de mujeres que han vuelto, aunque sea por un segundo, a la vida.
En la obra hay un momento disruptivo y que es tal vez aquel que nos permite a les espectadores sentirnos más identificades con quienes se encuentran arriba del escenario. Estas tres mujeres se quitan por un momento las pelucas, se sueltan el pelo, se aflojan los atuendos y se exponen ante el público como tres actrices en pugna por descubrir y definir a esas increíbles y a la vez complejas mujeres que buscan interpretar. Allí presenciamos entonces no sólo una obra sino un proceso actoral en sí mismo, que surge a partir de las contradicciones que alguien que se de dedica a la actuación puede tener con el personaje que debe crear, que se construye con las dudas o preguntas sobre por qué ese personaje hizo tal o cual cosa, que se enfrenta a la mirada de les demás sobre su propio trabajo.
Ser Ellas entonces no es solamente una historia de fantasía sino que es más bien la creación artística de tres mujeres que deben transformarse en otras tres mujeres que no han pasado desapercibidas por la historia. Evita, Frida y Simone están por todo el escenario. Pero también lo están las tres mujeres que las recrean y que muchas veces dejan fluir posibles realidades personales porque, en definitiva, también ellas están creando su propia historia de vida.
Imaginarnos a Evita, Frida y Simone en un lugar inasible, casi vacío y oscuro, sin más que sus voces y sus charlas, aquello que tienen para compartir y contarse de sus épocas y sus luchas (tanto colectivas como individuales) es posible gracias a Ser Ellas. La obra nos deja en claro que ser mujer, a pesar de que la historia siga avanzando, nunca es fácil y que siempre va a ser necesario alzar nuestra voz, nuestra pluma o nuestro pincel para contarle al mundo que vamos a darle pelea. Juntas, desde un lugar eterno.
- Si te interesa conocer más de la obra, aquí te dejamos un video con entrevistas a las actrices e imágenes de la obra. Ser Ellas.
- Aquí, el link del teatro por si deseas ir a ver la obra que actualmente se presenta en la ciudad de Buenos Aires: Ser Ellas – El Tinglado.
- Agradecemos especialmente a Anabel Cherubito, actriz, por la invitación al equipo de Proyecto Kahlo a disfrutar la obra.
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