En este interesante y necesario artículo, Celia nos cuenta sobre el desigual acceso a la energía entre hombres y mujeres. Si tenemos en cuenta que ello influye en la productividad y en la distribución de las riquezas, podemos ver que el patriarcado también allí se hace presente.
El género condiciona la probabilidad de que suframos más o menos pobreza energética. Esta ha sido la conclusión de varios estudios de estos últimos años, donde, por fin, hemos empezado a hablar de transición ecofeminista. ¿Y por qué no antes? Aunque aún no es suficiente y nos queda un larguísimo camino por construir, los datos concluidos de dichos informes ponen de manifiesto que, efectivamente, una vez más el patriarcado nos ha excluido de la toma de decisiones sobre la energía. Y sin energía, no somos nada.
En la pirámide patriarcal, esa pirámide desigual, tenemos en la base aún el problema de que, a día de hoy, cobramos un catorce menos que los hombres en los mismos puestos de trabajo. Y las mujeres que son pensionistas, en su mayoría, siguen cobrando pensiones menores que los hombres, consecuencia clara de haber sido totalmente discriminadas del sistema por haber trabajado en casa toda la vida, nutriendo y cuidando de su familia, siendo ese centro neurálgico que se necesita, ese motor que levanta cada día cada casa. Por lo que, con esto encima de la mesa, volvemos a darnos cuenta de que las mujeres son las que más esfuerzos hacen para poder pagar las facturas de la luz.
Según el estudio realizado por Ingeniería sin Fronteras (ESF) y Alianza contra la Pobreza Energética (APE), las familias monoparentales (encabezadas en un 80% de los casos por la madre), las mujeres mayores de 65 años, las migradas y las trabajadoras del servicio doméstico son los colectivos que más riesgos tienen de sufrir pobreza energética. De hecho, la base social de ambas asociaciones, ESF y APE, está constituida en su mayoría por mujeres, por lo que también fueron ellas la mayoría (en concreto, un 70%) las que pidieron ayudas al ayuntamiento de Barcelona para afrontar esta situación desigual e injusta. El estudio, `Radiografías de la situación del derecho a la vivienda, la pobreza energética y su impacto en la salud de Barcelona´, dice que el colectivo de mujeres que se dedican al cuidado tiene un 80% de riesgo de pobreza, así como los hogares monomarentales un 43% de riesgo en no poder acceder a los suministros básicos.
Si vamos con otro informe, `Gender Perspective on Acces to Energy in the EU´, comprobamos que una de las principales conclusiones del estudio a nivel europeo es que las mujeres españolas somos el colectivo más vulnerable a la pobreza energética que los hombres. Las cifras que proporciona son las siguientes: el 15% de las españolas menores de 65 años gastan más del 10% de sus ingresos anuales para pagar las facturas de la energía, hasta un 7% han de dedicar más del 15%. En el caso de las mayores de 65, la cifra se eleva para el primero de los casos al 26%, y para el segundo, hasta el 12%. Como también somos el colectivo peor parado si hablamos de viviendas unipersonales, es decir, las mujeres que viven solas, la cifra de gasto se eleva a un 18,2% frente al 13,5% de los hombres.
No faltan datos ni conclusiones para darnos cuenta de que el ecofeminismo es más que necesario, la fuente de cambio que se necesita para terminar con este sistema neoliberal que no deja de oprimir a los más débiles. Los hombres son los que siempre han estado en la toma de decisiones de las grandes empresas, grandes empresas que obstaculizan el desarrollo, por cierto, a los proyectos independientes de energía renovables, como ya lo demostró el que fue nuestro ministro de energía no hace mucho, el señor Soria, que basó toda su política en paralizar la transición energética y en seguir perpetuando las puertas giratorias: en el 2012 sacó un Real Decreto que supuso la paralización del sector de las energías renovables y una reforma del sector eléctrico. Su vinculación con la empresa Red Eléctrica de España, empresa que tiene el monopolio de la mayor parte del transporte de electricidad de alta tensión; la votación en contra de la Propuesta de Ley contra la Pobreza Energética que presentó la Izquierda Plural en el Congreso… Un sinfín de propuestas basadas en la especulación, pobreza y desigualdad de género que seguimos pagando a día de hoy. Hombres dirigiendo el cotarro de hombres, para hombres y sin mujeres.
Tanto es así que hasta el 2018 no hemos tenido, por primera vez en la historia de este país, una mujer que dirigiera el Ministerio de Energía. Necesitamos una reforma, una revolución urgente, que nos haga parte de las decisiones, de las políticas, que nos hagan partícipes de la energía, que nos incluyan en un mercado laboral digno e igualitario, que no seamos el colectivo que siga sufriendo las penurias de un sistema que agota los recursos y oprime a los seres más vulnerables, como a los animales y a las mujeres. El patriarcado es una ideología que se perpetúa y ramifica en diferentes sectores, una rueda que gira y que no tiene fin a menos que la paralicemos con nuestra voz.
Los Comentarios están cerrados.