Fútbol vs Resto del Mundo

Victoria nos cuenta sobre el lugar que el fútbol femenino tiene y cómo, aunque se ha avanzado mucho en reconocimiento, todavía queda mucho espacio para ganar.

Victoria Bembibre
Ilustración de Paula Cúantica

Cuando éramos chiques en la tele cada tanto se veía algún partido excepcional de homenaje, celebración o recaudación de fondos solidaria al que se les ocurría llamar “Alemania vs Resto del Mundo” o “Amigos de Pelé vs Resto del Mundo” o “CONCACAF vs Resto del Mundo”. Lo que nunca cambiaba era lo de “resto del mundo”.
En realidad, no sé cuántos partidos vi bajo este esquema, tal vez es un recuerdo que exagero por algún motivo. Siempre pensaba que me parecía más divertido formar parte de la selección de jugadores del resto del mundo, porque era más heterodoxa, impredecible, caótica (creo que igual no lo pensaba en estos términos).

Con el tiempo ese esquema no lo vi más y fue reemplazado por partidos más marketineros como la Champions League y las Superfinales. El fútbol se fue volviendo – desde cierto punto de vista – más “inclusivo”: el próximo Mundial tendrá más de 40 Selecciones, Sudamérica crece en protagonismo y jugadores nacidos en países lejanos de África salieron campeones del mundo en 2018 (aunque ese es otro tema).

Si hoy me preguntaran a quiénes convocar para una Selección que represente al Resto del Mundo – un conglomerado de futbolistas sin renombre, con garra y notoriedad pero que por algún motivo no forman parte de una Selección o equipo altisonante – tendría que reclutar a 11 (o 23) mujeres. Las que hemos quedado atrás aunque corremos a la par, las que somos mayoría en número pero minoría en derechos, las que no tenemos fútbol profesional pero jugamos como si así fuera.

El fútbol femenino existe y se está transformando, pero el que todavía no parece aceptarlo es el fútbol en líneas generales.

Esto no es así en todo el mundo. Países de Europa, Norteamérica y hasta unos cuantos latinoamericanos reconocen al fútbol femenino como un deporte profesional, federado y con relevancia mediática. Es ciertamente absurdo pensar que Argentina, cuna de D10S, del potrero y los picados a toda hora y en todo lugar, deje afuera a las mujeres de una tradición tan linda como colectiva, que además no reviste grandes diferencias con otros deportes de equipo y de contacto como el hockey, que sí son atesorados como se merece. O tal vez, no sea tan absurdo que esto suceda en Argentina.

¿Qué significa ser jugadora de fútbol en Argentina hoy, cómo ha evolucionado la cosa y por qué conviene tener fe?

Nunca fue fácil ser mujer y jugar a la pelota. El primer Mundial de Fútbol Femenino demoró 61 años más que el de los hombres, y llegó recién en 1991. En ese año también empezó la liga femenina en Argentina, con 8 equipos participantes. Unos primeros cuantos años demostraron lo que era obvio: pocos equipos concentraban los trofeos porque los restantes no tenían división femenina o no le daban el espacio ni los recursos en sus clubes.

La primera Copa Libertadores Femenina recién llegó en 2009, en Brasil.

Fútbol de Primera y de mujeres

No era fácil pararnos (nunca lo fue). Por eso en la temporada 2011/2012, y muy a pesar de la AFA, se permitió que equipos no afiliados a la Asociación participaran en el torneo. Mujeres haciendo fuerza para jugar contra todo pronóstico como las estudiantes de la UBA y de UAI Urquiza consiguieron un espacio.

Como es de preverse en todo lo que lo que (pre) ocupa al patriarcado, la garra y lucha feminista fueron golpeadas por desidia e impunidad del otro lado. Canchas sin iluminación ni pasto, jugadoras que no cobraban ni viáticos (al contrario, debían pagar para jugar), clubes que daban por disuelta su unidad femenina y otros obstáculos hicieron frente al avance de ellas (nosotras).

Pero en la temporada 2016-2017 ya había 12 equipos en primera división del fútbol femenino argentino. Y en poco tiempo ya eran 16, con dos divisiones.

Mujeres Mundiales

Y la proyección también se dio en el plano internacional. La Selección Argentina de Fútbol Femenino ya había participado en esta competencia a partir del segundo disputado en México. De hecho, se recuerda el 21 de agosto como el día que le ganamos 4 a 1 a Inglaterra en el mítico Estadio Azteca, ante 110 mil personas y con cuatro goles de Elba Selva.

Sin embargo, las participaciones en Mundiales y competencias de tenor internacional siempre fueron irregulares porque si es difícil para los hombres que cuentan con recursos, sponsors, merchandising, representantes, dirigentes, derechos, predios, publicidades, contratos millonarios, visibilidad mediática, programas de TV, oportunidades de inversión, equipos médicos a disposición, hinchadas que hasta cobran sueldos… ¿qué tan difícil será para las mujeres que la única garantía que tienen es su propia voluntad?

La gran diferencia es de base: en países como Estados Unidos las mujeres hacen inferiores en clubes, luego pasan a universidades y finalmente se consagran como profesionales. Por ley, no puede haber distinción entre hombres y mujeres en el deporte en materia de recursos, presupuestos u oportunidades. En Argentina, en cambio, la mayoría de las mujeres que hoy juegan empezaron haciéndolo con varones, en espacios en los que eran discriminadas. La conquista definitiva, está claro, será de las nuevas generaciones (ya existe un torneo de Reserva femenino y a los clubes se les exige que tengan divisiones inferiores si desean presentar un equipo de Primera).

Fuimos, peleamos, ¿llegamos?


El 2018 fue un punto de quiebre para la cuestión de género y no fue excepción el fútbol.

Mientras se disputaba el cuadrangular final de la Copa América en Chile que tenía a Argentina como una de las protagonistas, la AFA presentó la camiseta oficial de las jugadoras de fútbol vistiendo a una modelo y no a una deportista. Las Seleccionadas (pero también otras jugadoras y el público en general) se manifestaron en contra de la exclusión flagrante. Argentina fue al Repechaje para clasificar al Mundial Francia 2019 a la par que las jugadoras pedían por fin ser escuchadas – mediante carta pública a la AFA y visibilización masiva en redes sociales -.
¿Qué reclamaban concretamente? Viáticos, poder entrenar en cancha de césped natural y dormir en un hotel previo al partido (no en el micro).

La misma Selección que estuvo acéfala por demasiado tiempo (el DT había preferido ir a dirigir a los hombres en los Juegos Olímpicos) logró la clasificación a Francia y este año vuelve a la máxima competición después de años. Un logro puro y exclusivo de las mujeres.  

El estado de las cosas no es puramente pesimista. Unas cuantas jugadoras han empezado a cobrar sueldos – de moderados a mínimos -, empiezan a surgir las primeras directoras técnicas y las canchas se llenan cada vez más seguido para verlas a ellas.

El pronóstico de varios referentes es que el fútbol femenino se volverá profesional en Argentina dentro de unos 4 ó 5 años. La gesta lleva décadas y no se trata sólo de un juego. El fútbol es para las mujeres un espacio de conquista, de encuentro, de exploración y desarrollo físico, intelectual y social.

Tarda en llegar

Uno de los puntos clave de esta transformación es la trascendencia en los medios. Si existiese una difusión acorde como sí ya existe con otros deportes femeninos, la batalla tendría más herramientas. La Primera División Femenina apenas se empezó a transmitir en televisión en el año 2015, y fue a través de la señal digital TyC Sports Play. En 2017 Crónica TV compró los derechos y ahora transmite un partido de cada categoría por semana.

Las redes han sido una vez más las grandes aliadas de la gesta revolucionaria. A principios de este año Macarena Sánchez Jeanney, jugadora del plantel de UAI Urquiza, fue desvinculada sorpresivamente del club, que adujo “cuestiones futbolísticas”. Pero la historia está escrita por los valientes, y la jugadora (feminista y activista por el aborto legal, seguro y gratuito, entre otras luchas), expuso su situación e intimó a la institución a indemnizarla como jugadora de fútbol profesional.

Jugadoras, clubes, referentes, medios, jugadores, mediáticos e incluso dirigentes políticos se sumaron al reclamo: el fútbol femenino debe ser profesional en lo inmediato.

Por ahora, seguimos siendo Resto del Mundo: un equipo postergado, que se considera de menor jerarquía y un relleno para el principal protagonista (el fútbol masculino). O eso consideran. Les que amamos este deporte sabemos que el fútbol es dinámica de lo impensado y que cuando el árbitro da el pitazo inicial hasta la escuadra más impensada puede dar el batacazo.
Mientras tanto, somos y seremos su hinchada.

Para seguir esta transformación día por día, recomendamos dar follow a @futfemprof en Instagram, la cuenta sobre el fútbol feminista, disidente y profesional en Argentina.

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