Cecilia nos cuenta la historia de Diana Sacayán, travesti y militante argentina que hizo de su vida y su lucha la bandera de una generación.
El recuerdo de Diana Sacayán siempre está presente, en nuestras mentes y en nuestros corazones. Tomamos sus enseñanzas y buscamos continuar su lucha. Desde el activismo, desde la educación inclusiva, desde hacer pública su historia y contar su vida para que puedan florecer muchas vidas más en plena libertad y goce de derechos.
Como ocurre con todas aquellas figuras que mueren antes de tiempo y de manera cruel e injusta, Diana Sacayán se convirtió en un mito, un pilar que recorre nuestros recuerdos y los nutre de vitalidad. Casi como una leyenda que pasa de boca en boca, de memoria en memoria, así es como Diana va llegando a ser conocida por quienes no supieron de ella antes de que dejara este mundo.
Mucho más que un mito
Pero Diana fue mucho más que un mito o un recuerdo. Nacida en 1975 en la provincia argentina de Tucumán, supo desde siempre que había venido a este mundo para cambiar la realidad de les olvidades. Aunque pronto se mudó con su familia a la vida del conurbano bonaerense, la miseria, el olvido y un mundo difícil de roer para quienes no entraban dentro de lo que se consideraba «norma» siguieron allí presentes, a su alrededor.
Iluminada en fuerza como pocas veces se ha visto, Diana comenzó su lucha desde joven. A través de la militancia tradicional en el Partido Comunista y luego como líder de su propio movimiento -Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación- logró llevar adelante un sostenido trabajo de concientización y recuperación de derechos quitados para la comunidad LGTBIQ+. Travesti orgullosa, Diana hablaba del pleno ejercicio de la ciudadanía para quienes eran dejades de lado, negades como si fueran fantasmas o individues que a nadie le importaban.
Diana, activista LGTBIQ+
La realidad de una mujer trans o travesti es mucho más dura que la de una mujer cis si tenemos en cuenta que muchas veces ni el propio Estado la reconoce. No hay trato digno en el sistema de salud, en la administración pública, en la justicia, en el sistema productivo y ni hablar en el sistema carcelario. La falta de oportunidades laborales no es solamente una frase sino una piedra que está ahí obstaculizando cualquier avance que se quiera lograr. La discriminación y el prejuicio sobre las cuerpas travestis y trans es aún hoy moneda corriente en los grandes medios de comunicación. Las posibilidades de estudio y de elección del futuro son limitadas porque quién puede sostener una carrera académica cuando hay que ponerle la cuerpa a más de 12 horas de trabajo en donde lo físico está muchas veces puesto en juego.
Contra todo eso vino a luchar Diana Sacayán. Cuando tuvo la posibilidad y avizoró un horizonte claro, hizo de su empuje y decisión las medidas de transformación. Se sumó a la política tanto desde su organización como también al postularse como candidata a diferentes cargos. Su incansable trabajo no se detuvo ni un día de su vida. Referente cultural y de la comunidad LGTBIQ, recibió de manos de la por entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner su DNI personal en el año 2012 en un acto que sería recordado para siempre, en el marco de la puesta en marcha de la Ley de Identidad de Género.
Travesticidio
El 11 de octubre de 2015 Diana fue brutalmente asesinada por Gabriel David Marino. Apuñalado su cuerpo y violentado cruelmente, la vida física de Diana terminó pero su alma sigue flotando entre nosotres, indicándonos el camino. Como todo en su vida, la condena al asesino marcó un hito al tipificarse ante la justicia como un travesticidio. Esto, que para muches puede ser solamente un detalle, fue una firme postura política de parte de un sistema judicial que siempre negó y ocultó la existencia de tal violencia. Lamentablemene, en el año 2020 se revisó el fallo y, aunque se mantuvo la condena perpetua al asesino, se eliminó el término travesticidio, lo cual diluyó en gran modo la fuerza de la condena.
Diana, inolvidable
Del mismo modo que ha ocurrido con muchas otras personas que han venido a este mundo para iluminarlo fugaz pero intensamente, la historia de Diana fue invencible. Lloramos su ausencia y deseamos volverla a ver en una marcha, en un debate o en la calle, allí donde siempre estaba dispuesta a seguir luchando por su comunidad.
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