Una Frida (Elena) nos comparte sus escritos sobre el proceso de aceptación de su embarazo y posterior aborto, el dolor en el cuerpo, los miedos e inseguridades. Esta es la segunda parte, aquí puedes leer la primera entrega.
Primera noticia de la mañana: «Un incendio en una casa con un bebé dentro.»
Hoy voy a abortar y no me gusta cómo empieza el día. Me preocuparon esas llamas y ahora soy yo quien tiene el mechero en la mano.
Pienso: Como si fuera a un lugar bonito para suavizar las náuseas de camino. Como si fuera a un lugar bonito. Como si fuera a un lugar bonito. Como si fuera a un lugar bonito.
Pero no era un lugar muy bonito aunque tampoco tan feo. Firma aquí, firma allí, fecha aquí, fecha allí, firma aquí, firma allí… Estás de 6 semanas ¿Pastilla o aspiración? ¿Pastilla o aspiración? Pastilla. Traga y vuelve en cuatro días. Se cierra la puerta. Me he ido como si no hubiera hecho lo que realmente he hecho, aunque más tarde mi vientre se estremece de dolor y lo entiendo. Siento como si fuese un castigo.
Pienso: Yo sufro porque lo merezco. Sufro porque lo merezco. Sufro porque lo merezco
Dolía a desgarro. Dolía como nada nunca antes. Dolía más por saber lo que estaba haciendo y más aún por no saber cuándo iba a terminar. Dolía más porque nadie me podía ayudar, porque tenía que expulsarlo, porque estaba matando.
Mamá no lo sabía, ahora sí y llora. Somos tres mujeres en una habitación diciendo que he hecho lo correcto, pero aunque sea lo correcto hay mucho peso en ello. Me cogen la mano todo el tiempo y sé que en esta casa no se ha quebrado nada. No hay fracturas que hayan desplomado cemento sobre mí. Ellas sostienen todo mi mundo y me hacen ver que no se ha roto nada, y yo sé que es cierto, que me he tendido y me han recogido mil manos. No veo la grieta en ningún lado,
pero una vez al día lloro,
intento buscar el desajuste,
no lo encuentro,
me llamo exagerada,
y lloro.
Hoy ha sido un día feo aunque no entiendo bien por qué, he hecho lo correcto, lo que quería, lo mejor para todos, pero me duele. Me he deshecho de este malestar, he actuado desde mi libertad, y por mí y por todas he ejercido nuestro derecho, pero me duele. Le he dicho a todo el mundo que estoy bien. Me he dicho a mí misma que estoy bien «¿Seguro?» -me pregunto en secreto- «Sísísísí estoy bien»,
pero una vez al día lloro,
intento buscar el desajuste,
no lo encuentro,
me llamo exagerada,
y lloro.
Parece que lo tenga que decir bajito o que ni siquiera lo deba decir. Se me empequeñece la boca para hablar de esto: he abortado he abortado he abortado. «Di que te encuentras mal.» No. He abortado, he abortado, he abortado. Esto es lo que me pasa, esto es lo que siento,
y una vez al día lloro,
intento buscar el desajuste,
no lo encuentro,
me llamo exagerada,
y lloro.
Supongo que algo se ha roto y que no siempre hay que entenderlo.
He abortado.
Y siento que el mundo se ha destruido un poco más, la gente es más fea, yo soy más mala y aún queda mucho para ser eso que quiero llegar a ser.
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