Todas las luchas, la lucha

¿Qué es ser vegana y feminista interseccional? 

Ilustración de Nora

Jacqueline Guzmán empezó a trabajar con Million Dollar Vegan a fines de 2018 durante la campaña en la que se le ofreció al Papa Francisco un millón de dólares a cambio de que fuese vegano durante la Cuaresma. El Papa no aceptó, pero desde entonces ella continúa adaptando las campañas internacionales de la organización al público argentino.

En 2020 durante la pandemia comenzó a virar a campañas locales con el principal objetivo de acercar alimentos veganos a las poblaciones más vulnerables.  

Antes de eso Jacqueline fue parte de Save Movement, organización de activismo y liberación animal reconocida internacionalmente. 

Charlamos con ella acerca de los desafíos que enfrentan los movimientos sociales cuando entienden la transversalidad como oportunidad política. 

¿Qué le falta al activismo animal y al movimiento vegano? 

En principio enfrentan dos problemas grandes. Para empezar, la interseccionalidad dentro de la organización y la falta de políticas de protección para las minorías. Eso lleva a que los lugares de poder sean ocupados siempre por personas de grupos privilegiados. No hay espacio para voces disidentes y mucho del trabajo que hacen estas personas se ve invisibilizado. 

También genera que se encare la lucha desde un enfoque “abolicionista”, lo cual me lleva a la segunda crítica: el nivel de elitismo que se maneja dentro del concepto del veganismo. Hay mucho camino por recorrer para cambiar la percepción de este término en la sociedad y la cultura. 

Estamos cuestionando hábitos de consumo de la población pero tenemos que analizarlo en contexto: no podemos hablar de un cambio de alimentación que sea transversal a todes si dejamos de lado que no todas las personas tienen acceso a alimentos o a elegir qué comer. 

¿Esta mirada es compartida al interior de los movimientos? 

Ser vegane y luchar por los derechos de los animales ya es formar parte de una contracultura que es bastante difícil de sostener, no sólo desde lo discursivo sino también de lo práctico.

A nivel interno se dan estas críticas, son constructivas para la transformación del movimiento y hay interés por incorporarlas. Pero en la práctica no necesariamente se las implementa porque se parte de un discurso elitista. 

Es necesario que los cambios se den de una forma estructural, con medidas concretas para atacar estos problemas internos. 

También hay otra cuestión que es el no-cuidado del activista. Al poner el foco tan claramente en una especie diferente o en un problema a gran escala, se toma al activista como una herramienta para un cambio, con lo cual el activista termina siendo objetivizado. 

Es muy común que las organizaciones no consideren el estrés físico y psicológico de ser activista, entendiendo que lo importante son los animales y les activistes somos les héroes. En teoría puede ser muy hermoso románticamente, pero muches activistes quedan dañados. 

Y como sucede en todos los ámbitos, quienes más afectados están son quienes menos recursos tienen. 

Muchas organizaciones de este tipo tienen una mirada que no comparto: el fin justifica los medios. 

¿Qué acciones lleva adelante Million Dollar Vegan? 

Siempre me pareció importante combinar el veganismo con los sectores vulnerables, en especial porque estamos hablando de alimentos. El objetivo es repartir comidas pero no desde un lugar asistencialista, sino desde la educación, la comunicación y las herramientas para que las personas puedan generar su propio punto de vista. 

Considerar a les más vulnerables es responsabilidad de las organizaciones que abogan por el veganismo. Se suele decir que “ser vegano es fácil” si contás con la información adecuada. Inclusive desde algunas estrategias agresivas se culpabiliza al consumo individual por el sufrimiento animal, sin considerar que muchas personas no tienen posibilidad de elegir o educarse. 

También hay que apuntar a las organizaciones y los gobiernos que tienen poder de decisión sobre el sistema de producción y distribución de alimentos. Por eso, considero que es una respuesta política muy fuerte cambiar la alimentación y dejar a los animales afuera. De hecho, es una alimentación que puede ser más nutricional, económica y accesible. 

Desde ahí la premisa principal de MDV es ayudar a personas de sectores vulnerables, en situación de calle, y a largo plazo veganizar comedores. Es decir, brindar la información y los recursos para que quienes dirigen estos espacios puedan contar con una opción a base de plantas. En el Merendero Arcoiris del Barrio 31 estamos ayudando a armar una cocina con perspectiva vegana y antiespecista, además de brindar talleres de huerta y cocina. 

Lo próximo es empezar a trabajar con municipalidades para acercar veganismo desde un lugar institucional y público. No sólo desde la argumentación filosófica, sino también con el eje puesto en las personas que pasan hambre.  

¿Comer carne es patriarcal? ¿Por qué hablamos de interseccionalidad entre veganismo y feminismo? 

Lo que yo comprendo por interseccionalidad es encontrar puntos en común entre distintas opresiones que conforman el sistema en el que vivimos. Dependiendo de la especie a la que pertenezcas tendrás privilegios o desventajas. El antiespecismo le agrega un espectro más al feminismo en la lucha por desarticular esos sistemas tan poderosos. 

El veganismo y el feminismo tienen en común la rebeldía contra el consumo de los cuerpos, el uso y el abuso de un cuerpo ajeno en beneficio propio, el sufrimiento y la opresión. Desde el feminismo abogamos por la deconstrucción de la discriminación por género, y lo mismo podríamos entender en cuanto a la pertenencia a una especie. Independientemente de la especie a la que se pertenezca todos los seres sintientes tienen intereses similares: de vivir, de no sufrir, de no ser explotades o abusades. 

¿Qué responderías a quien te dice que el feminismo no puede incorporar a todas las causas porque corre el riesgo de vaciarse de contenido? 

Cuando un movimiento ajeno al propio tiene resistencia tenemos que hacer autocrítica de cómo lo estamos comunicando. El movimiento animalista a veces emplea técnicas de comunicación que no son claras. Por ejemplo, se compara el abuso de las vacas con el abuso sexual de una mujer, pero esto puede resultar re-victimizante y hasta poco estratégico (porque todavía los animales y les humanes no estamos en la misma consideración, lamentablemente). 

Es importante entender el antiespecismo como una lucha política, porque estamos hablando de sujetos sociales también oprimidos. Desde ese punto de vista, el feminismo debería entender que la lucha por la liberación animal es afín. 

Una alianza entre los feminismos y el antiespecismo permite crear una alternativa a fondo para cuestionar el sistema actual de opresión. Mi esperanza es que haya más diálogo y autocrítica entre los movimientos. 

¿Cómo es la colaboración con la organización No Tan Distintes?

Estábamos en la búsqueda de articular con una organización que aborde otras opresiones además de la socioeconómica. Desde No Tan Distintes (organización que ayuda a personas trans en situación de calle) ya había un interés por contar con una opción vegetariana.

Junto a elles repartimos bolsones de comida, y durante noviembre de 2020 compartimos una comida y un taller de cocina cada martes. 

En lo personal, ¿qué aspecto sentís que te falta incorporar dentro de tu mirada del feminismo? 

En lo que vengo intentando profundizar es en las cuestiones de colonialismo y raza. Considero muy importante el trabajo con los pueblos originarios. Si puedo hacerle una crítica al “feminismo blanco” es la falta de interseccionalidad. Es importante entender qué rol tiene una a la hora de perpetuarlo o desarmarlo.  

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