En este punto de desarrollo cabría esperar que nuestra sociedad fuese la que gozase de más salud desde el inicio de los tiempos, pero ¿es esto así? ¿Nuestra sociedad está o se siente realmente sana?
«La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Organización Mundial de la Salud (OMS)
Formo parte de una generación que dispone del mayor avance tecnológico y científico imaginable para el desarrollo de su actividad profesional: acceso a la información científica, múltiples técnicas diagnósticas y terapéuticas, intervenciones protocolarizadas, guías de práctica clínica, etc. Todo ello basado en la evidencia, el súmmum de nuestra medicina “occidental y científica”.
En este punto de desarrollo cabría esperar que nuestra sociedad fuese la que gozase de más salud desde el inicio de los tiempos, pero ¿es esto así?, ¿nuestra sociedad está o se siente realmente sana?
Los actos médicos adecuados a las necesidades imperantes de la sociedad actual buscan no sólo el curar o paliar una enfermedad, sino que el pilar fundamental de la medicina actual pasa por la prevención. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define 3 niveles de prevención:
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La prevención primaria: es aquella dirigida a evitar daños y enfermedades a la gente sana (vacunaciones, eliminación y control de riesgos ambientales, educación sanitaria, etc.).
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La prevención secundaria: el objetivo de este nivel es detectar precozmente enfermedades e impedir que progresen (por ejemplo realizar mamografías para la detección temprana del cáncer de mama).
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La prevención terciaria: el objetivo principal es mejorar la calidad de vida de la persona enferma. Comprende todas las medidas dirigidas al tratamiento y a la rehabilitación de una enfermedad. Busca ralentizar la progresión de dicha enfermedad, y así prevenir que aparezcan las complicaciones o que éstas vayan a más.
Parece razonable y ético que el sistema sanitario proporcione -y que la población adopte- todas aquellas medidas encaminadas a evitar el desarrollo de determinadas patologías, así como realizar una detección temprana de todas aquellas enfermedades para las que tal detección pudiera existir. Pero como todo acto médico, los preventivos también pueden entrañar un riesgo mayor que el beneficio que pudiera aportar. Por ello hay que ajustar la balanza riesgo/beneficio.
Prevenir tiene sentido si vamos a evitar un mal mayor, no lo tiene si estamos sumando un problema nuevo. Todos los avances científico-técnicos en manos de profesionales “arrogantes” y puestos a la disposición de una sociedad hedonista han llevado a medicalizar en exceso a la población.
Como ejemplo de ello me remito a un artículo publicado en la revista Atención Primaria en 2010:
“Parece existir un sobrediagnóstico de depresión en atención primaria. De entre sus causas, destacarían los cuadros inespecíficos de ansiedad, equiparables al padecimiento de un malestar emocional reactivo a circunstancias vitales estresantes que, sin embargo, pueden considerarse como una faceta normal y legítima de la naturaleza humana. El sobrediagnóstico de depresión conlleva una serie de riesgos en absoluto desdeñables, tanto en el ámbito médico como en el ámbito social y económico”1.
Igualmente nos cuesta entender que envejecer forma parte del proceso natural del ciclo de la vida. Y la muerte resulta la etapa final esperable de todos los seres vivos. Nuestra sociedad aspira a la juventud eterna y en la búsqueda de esta, profesionales y población, adoptamos una serie de medidas que están resultando ser más perjudiciales que beneficiosas.
Es por ello que hoy día la medicina acuña un nuevo concepto: prevención cuaternaria. Así la definen, Juan Gervás Camacho, Enrique Gavilán Moral y Laura Jiménez de Gracia en AMF, 2012:
“Llamamos prevención cuaternaria al conjunto de actividades que intentan evitar, reducir y paliar el perjuicio provocado por la intervención médica. Se evita el daño obviando actividades innecesarias (p. ej. suprimiendo dosis redundantes de vacunación antitetánica). Se reduce el daño limitando el impacto perjudicial de alguna actuación (p. ej. empleando protectores tiroideos al hacer radiografías dentales). Se palia el daño reparando la salud deteriorada como consecuencia de una actividad médica (p. ej. pautando el abandono paulatino de benzodiacepinas en una adicción consecuente al tratamiento del insomnio). Nuestra práctica clínica habitual puede convertirse en perversa, el sobrediagnóstico y sobretratamiento termina por convertir al individuo sano en enfermo, por ello es recomendable la formación de los profesionales, la actitud crítica y objetiva de los novedosos avances médicos y la información a la población»2.
Rescato los consejos de nuestra compañera naturópata Alexia:
«Practica hábitos de vida saludables (dormir bien, comer bien, evitar tóxicos…), quiérete, muéstrate positiva, prioriza, no te preocupes, ocúpate…»
Y los del reconocido médico Juan Gervás:
“No se mida el colesterol, sea feliz, porque ser feliz y optimista añade ocho años de vida. Y practique la dieta mediterránea, que no consiste en tomar aceite de oliva a cucharadas, sino en poner un mantel, cubiertos y tener compañía: no coma delante del televisor. Y si está embarazada, disfrute…”.
Lola C.
Lecturas recomendadas
http://www.lavanguardia.com/lacontra/20130207/54365145790/la-contra-juan-gervas.html
http://www.elblogintegral.com/2013/05/juan-gervas-habla-sobre-la-mastectomia.html
Bibliografía
• 1: Adán-Manes, Jaime, Ayuso-Mateos, José Luis. Sobrediagnóstico y sobretratamiento del trastorno depresivo mayor en atención primaria: un fenómeno en auge. Atención Primaria 2010; (42)1.
• 2: Gervás Camacho Juan, Gavilán Moral Enrique, Jiménez de Gracia Laura. Prevención cuaternaria: es posible (y deseable) una atención sanitaria menos dañina. AMF 2012; (8)6:312-317.
• Moynihan Ray, Heneghan Carl, Godlee Fiona. Too Much Medicine: from evidence to action. BMJ 2013; 347:f7141
5 Comentarios
Pues sí Víctor, así es, me has pillado, ¡QUIERO ERRADICAR A LA MUJER DE LA FAZ DE LA TIERRA!, veo que has entendido el mensaje.
Es evidente que no lo quieres hacer, sólo era un comentario sarcástico para subrayar el resto del mensaje. Dudo que te hayas ofendido pero en ese caso te pido disculpas.
Pero el contenido de mi comentario se puede seguir discutiendo, si piensas que estoy equivocado.
Muy poco de acuerdo con este artículo. Sólo coincido en el peligro del sobrediagnóstico (y más para enfermedades tan graves como la depresión), aunque no soy ningún experto en la materia.
No tiene nada de malo querer vivir el mayor número de años posible y lo más sano posible, y dejaos de historias porque lo único que nos ha ayudado a conseguirlo es la medicina. Es tan fácil como echar mano a las estadísticas de esperanza de vida a lo largo de los años y ver cómo se ha doblado «milagrosamente» con la irrupción de la medicina «occidental» (la basada en evidencias, y la que ha hecho que los orientales también aumenten su esperanza de vida, dicho sea de paso).
Lo que sí me parece un disparate son las dos citas que cierran el artículo:
“Practica hábitos de vida saludables (dormir bien, comer bien, evitar tóxicos…), quiérete, muéstrate positiva, prioriza, no te preocupes, ocúpate…”
No sólo parece sacado de un libro de autoayuda barato, sino que lanza consejos de manera aleatoria: ¿qué significa eso de «quiérete, muéstrate positiva, prioriza, no te preocupes, ocúpate» y qué tiene que ver con nada de la salud? Lamento ser un aguafiestas, pero no hay ningún estudio fiable que asegure que el «positivismo» vaya a prolongar tu vida o te vaya a salvar de un cáncer, aunque no niego que pueda tener otros beneficios psicológicos. Tampoco explica muy bien a qué se refiere con evitar los «tóxicos». ¿Significa que no deberíamos beber gasolina o algo así?
Parece sacado de la misma manga de donde se saca Juan Gervás sus afirmaciones vende-libros: «ser feliz añade 8 años de vida». Ale, ¿para qué acompañarlo de estudios que corroboren estas afirmaciones? Luego leo la lectura que recomendáis en la Contra de la Vanguardia (el rincón de la charlatanería por excelencia, con permiso de Cuarto Milenio) y veo que cae en los lugares comunes de la pseudomedicina y la conspiranoia, con recomendaciones casi criminales: que no vayas al médico, que no merece la pena curar el cáncer, que no merece la pena hacerse pruebas de diagnóstico de cáncer de mama ni de cuello de útero, que los tumores desaparecen solos, que no nos miremos el colesterol y que no nos vacunemos, porque sólo es puro negocio. Sólo estoy de acuerdo en una cosa con él: los suplementos vitamínicos son un timo, aunque rara vez perjudiciales.
Creía que se trataba de un blog feminista, no de uno para erradicar a la mujer de la faz de la Tierra…
Muy de acuerdo con Lola y Julia. Yo estoy indignada con la forma del sistema sanitario actual ( no con el fondo) en lo que a salud mental se refiere.
Toca protestar, pues.
Bueno, ese novedoso concepto de «prevención cuaternaria» del que hablas no es más que el precepto, básico en medicina, «primum non nocere», que ya lleva funcionando unos cuantos siglos.
Esta bien que se preste especial atención a la «superprevención», que de vez en cuando se recuerde a los médicos que cuidado con lo que se manda o se hace, que, aunque a corto plazo sea buena idea, puede provocar o favorecer la aparición de algún otro trastorno o enfermedad; de igual manera que se trabaje con lo pacientes, pues muchas veces quieren algo rápido y sencillo para solucionar su problema inmediatamente, sin prestar atención a las consecuencias. Pero ya digo, no debería plantearse como algo nuevo, si no como algo que está ahí desde hace mucho tiempo. A lo mejor habría que insistir en que se aprenda bien ese concepto y practicar una medicina «con cabeza» desde el principio y no en crear nuevos términos para algo que ya existe para que parezca un avance.
El resto del artículo, genial!