Un gran crecimiento colectivo

Como todas sabemos, marzo es nuestro mes. El «Día Internacional de la Mujer» es una celebración que como tantas otras se ha transformado en un evento comercial pero que debe ser re-pensado y respetado día a día. Te invitamos a saber más sobre este día.


Ilustración: Maite


La historia de la lucha feminista por la obtención de los derechos tradicionalmente negados a la mujer es larga y, a la vez, muy rica ya que son muchos los momentos históricos que han servido de inspiración y fuerza para mujeres que aún hoy siguen luchando.

Toda historia tiene un comienzo y si tenemos que hablar de nuestra lucha debemos situarnos en los mediados del siglo XIX. Allí varios grupos de mujeres en diferentes partes de Europa empezaron a llevar a cabo protestas y muestras de descontento ante una sociedad que parecía avanzar otorgando ciertas libertades y modernizandose pero que no terminaba todavía de reconocer el rol que la mujer cumplía. Desde la segunda Revolución Industrial la mujer debió hacerse cargo no sólo del ámbito doméstico sino también salir a trabajar a fábricas y talleres donde las condiciones laborales eran indignas, la salud era puesta en riesgo y la paga era mucho menor a la que un hombre recibía por igual trabajo.

El número de huelgas y detenciones a la producción fabril (especialmente en talleres textiles) se transformó en una realidad alarmante. Sucedió por ejemplo con la famosa «Huelga de Camiseras» de 1909 que tomó lugar en Nueva York y que se conoció alternativamente como la «Huelga de las 20.000». En los comienzos del siglo XX, a estas protestas por mejores condiciones laborales las mujeres sumaron reclamos por el reconocimiento a su derecho de participar en la política, otro ámbito reservado al hombre. Las sufragistas femeninas (como se las conoció a las mujeres que salían a la calle arriesgando sus cuerpos y sus trabajos para pedir el acceso al voto) se convirtieron rápidamente en un ejemplo que nació en países europeos para extenderse a Estados Unidos y otras regiones de América Latina.

Este contexto de desigualdad sostenida y de una mayor conciencia colectiva de la mujer y de su rol en la sociedad sirvieron de caldo de cultivo para que la situación llegara a un punto insostenible de malestar. Así es como en los primeros años de la segunda década del 1900 se inauguraron las conferencias internacionales de mujeres socialistas y luchadoras en las que se discutían y ponían en debate todos estos reclamos. Conocidas como las «Conferencias Internacionales de Mujeres Socialistas» (eventos que se dieron cita en distintas ciudades, con representantes de muchos países y subsiguientes conferencias año tras año), estas reuniones significaron el definitivo camino hacia la obtención de derechos que no iban a ser más ignorados o suprimidos a la mujer.

En la Segunda Conferencia (llevada a cabo en 1910 en la ciudad de Copenhague, la luchadora y política Clara Zetkin propuso junto a otras compañeras, como Rosa Luxemburgo, la instauración de un Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que habría de celebrarse el 8 de marzo. Esta propuesta fue aceptada y celebrada en el marco del cada vez más urgente y necesario reconocimiento a la mujer en todos los ámbitos de la vida pública, tanto política como laboral.

Sin embargo, la decisión no aseguró cambios definitivos en las condiciones de trabajo de las mujeres hasta que un año más tarde, el 25 de marzo de 1911 más de 120 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York. En este trágico  evento, el incendio que se inició dentro de las instalaciones causó la muerte de las trabajadoras (y también de más de 20 hombres) al encontrarse las puertas de la fábrica cerradas y trabadas a fin de evitar los descansos de los empleados. No deja de ser significativo que el primer año de celebración oficial del Día Internacional de la Mujer siguieran dándose estas tristes y evitables muertes causadas por indignantes condiciones laborales.

Finalmente, llegamos a la actualidad, más de cien años después de aquellos eventos. Los tiempos han cambiado y muchos fueron los logros que las mujeres conseguimos en los años siguientes. De cualquier modo, es importante que comprendamos que la celebración de este día no debe verse teñida por intereses comerciales, frases hechas y lindas promesas porque eso representaría que la lucha de todas las mujeres que nos precedieron habría sido en vano. Desde Proyecto Kahlo, las y los invitamos a reflexionar sobre cómo los derechos de la mujer deben asegurarse todos los días del año y que el respeto debe construirse en conjunto y permanentemente. Ni las rosas que nos regalen ni los buenos modales tapan la ausencia de  libertades y derechos que todavía no existen. ¡La lucha no ha muerto!

 

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