Las fronteras las imponen las mujeres

En conflicto de Siria se ha mediatizado en las pantallas. Cecilia nos propone este mes ahondar en el tema y en la lucha de los pueblos kurdos en el norte del país. Allí un ejército de mujeres guerrilleras toman acciones diariamente para defender las fronteras de su territorio, de su identidad y de su historia.


Ilustración: Blanca


Hace ya un tiempo, las pantallas de nuestros televisores, computadoras y celulares se han ido llenando con durísimas imágenes de conflictos armados, de refugiados cruzando mares y de exiliados de Medio Oriente, más específicamente de Siria. Si bien la información abunda y está al alcance de nuestras manos, poco sabemos realmente sobre lo que en tierras orientales ocurre y muchas veces tendemos a confundir los grupos armados ya que las luchas han escalado a tal nivel que pareciera ser todo parte de lo mismo al ojo del espectador distraído. En esta oportunidad, hablaremos de la lucha de los kurdos en la región norte de Siria, donde un ejército de mujeres especializadas en guerrillas toman acciones para defender las fronteras de su territorio pero también de su identidad e historia.

Para que esta historia sea más comprensible, partamos del conflicto que se desata en 2011 como consecuencia de la Primavera Árabe, aquel momento histórico en el que la población árabe se levantó en manifestaciones en las grandes ciudades y pueblos de la región. Las protestas que ocurrieron en otros países de Cercano Oriente y que permitieron derrocar a numerosos gobiernos, en territorio sirio tendrían un destino muy distinto: la revolución no terminaría de encauzarse y  el conflicto sería tomado en manos de diversos grupos radicales árabes que aprovecharon el desorden civil y la actitud incontinente del gobierno sirio en manos de Bashar al Assad. Entre ellos destaca el tristemente famoso ISIS: grupo extremista yihadista que viene realizando numerosas masacres a lo largo del espacio geopolítico que logró conquistar en Siria a fuerza de violencia y fuego.

Toda esta situación, sumada a la participación directa o indirecta de varias potencias internacionales que en lugar de aportar soluciones al conflicto humanitario entregan armas y dólares a los bandos enfrentados, construyó una profunda, cruda e inexplicable guerra civil que perdura hoy en día y que ya muchos han denominado como la peor del siglo XXI. Esta guerra civil es la que hoy en día, a la distancia, genera la desesperada búsqueda de miles de familias sirias de un porvenir en otras tierras, lejanas a la destrucción y la muerte, aunque sean pocas las posibilidades de encontrarlo. El fenómeno que vemos en los noticieros y en los portales informativos es bien complejo y difícil de circunscribir a una sola causa.

Un actor importantísimo de este conflicto del que poco se sabe pero que no debemos ni podemos dejar de lado es el pueblo kurdo, un pueblo indoeuropeo ubicado en la tradicional región del Kurdistán (en la zona de Asia Occidental) que se encuentra dividida hoy en día entre varios países, uno de ellos Siria. Desde tiempos inmemoriales este pueblo ha luchado por defender su territorio ante incontables avances de potencias occidentales y árabes que se han ido estableciendo en el lugar. Como ocurre con los palestinos, los kurdos son un pueblo que no cuenta con un Estado reconocido internacionalmente y los miembros de su comunidad se hallan hoy en día desperdigados por varias naciones de Oriente, principalmente Turquía, Irán, Irak y Siria. Desde estos espacios, y con el escaso poder que tienen para combatir a los estados bañados en riqueza armamentista, los kurdos defienden sus tierras sin respetar las divisiones políticas impuestas artificialmente. Luchan por ganar aquellas regiones que por ese designio de la historia y de los árbitros políticos han quedado bajo poder de gobiernos que son para ellos extraños y que no hacen caso del sentimiento que dice que las fronteras se construyen en realidad en base a tradiciones, historia, sentimientos compartidos, en definitiva, en base a una comunidad humana estable.

Si bien la lucha de las guerrillas Peshmerga (Peshmerga significa «enfrentar la muerte» en kurdo y así se autodenominan los grupos guerrillos) por defender sus fronteras comunitarias puede ser rastreada a lo largo de todo el siglo XX, debemos señalar que todos los conflictos mencionados más arriba son los que hicieron estallar el conflicto por los aires. Esto es así debido a que ante el enfrentamiento civil nacido en Siria desde 2012 y la aparición de diferentes agrupaciones armadas que desean apropiarse del gobierno en decadencia, los kurdos se decidieron en estos últimos años a ser activos partícipes de esta situación con un sólo objetivo: recuperar las tierras que consideran propias, internas a las fronteras de su identidad con todo lo que esa lucha implique y cueste. Adelante suyo se erigen gigantes enormes que desafían su valor y decisión.

Pero como ocurre con todos los pueblos que luchan desde la convicción y el sentimiento, el kurdo sabe que sus derechos a autodeterminarse y construir su mundo propio están por sobre cualquier otra imposición externa y arbitraria. Así, en el último tiempo, los kurdos se han organizado en guerrillas que inquietan y molestan tanto al gobierno oficial sirio como al ISIS, conocido como Estado Islámico autoproclamado. Los kurdos poco y nada quieren tener que ver con ninguno de ellos y por eso su lucha es mucho más difícil, pero también sustancialmente más noble.

Lo llamativo de la lucha kurda por la defensa de sus fronteras es la organización de bandos guerrilleros de mujeres que encabezan, planean y llevan a cabo las acciones militares. Esta novedad en un mundo pleno de machismo y de misoginia nos permite abrir el debate sobre el lugar que la mujer puede y debe tener en la defensa práctica, real y vívida de su identidad y tierras. Ellas, llenas de coraje y decisión portan armas y enfrentan la lucha pero también la planifican desde la estrategia, una actividad usualmente reservada a los hombres.

Desde ciudades recuperadas como Kobané, las mujeres kurdas que se alzan en guerrillas causan pánico y siembran terror en los soldados del ISIS por sus estrategias casi imposibles de vencer pero además por el simple hecho de ser mujeres: esa es para ellos una afrenta mucho más grave y seria con la que lidiar. Así, lentamente y gracias a este aporte incalculable de las mujeres en la lucha por la defensa de la identidad kurda, este pueblo ha podido recuperar parte de su territorio que, aunque permanece en disputa, está cada vez más lejos de abandonar.

Entran en juego entonces dos modos bien distintos de entender a la mujer. Un mundo en el que la mujer debe ser sometida y dominada y otro que lentamente comienza a hacerse fuerte desde las filas kurdas hacia el mundo en donde la mujer es protagonista de su realidad. Las guerrillas de mujeres kurdas cuentan además con una base ideológica que trasciende la coyuntura y que se enmarca dentro de la noción de igualdad de género, feminismo y de la lucha por una sociedad socialista. Estos elementos hacen que las mujeres que luchan codo a codo con los hombres kurdos, tomando decisiones igual de importantes que ellos sean dirigentes de su vida y de su existencia, pero también conciban un mundo a futuro en el cual la dominación sobre la mujer que propinan muchos sectores armados extremistas no exista más. Muchas de ellas eligen el destino de la guerra y el combate por sobre la familia: aquellas que las tienen pero también las que todavía son jóvenes y abandonan sus casas familiares para unirse a las filas del ejército kurdo.

Para finalizar, queremos abrir este espacio para la reflexión en torno a la idea de cuán importante es la lucha por lo que uno considera irremediablemente justo. Frente a la indiferencia de gran parte de las naciones del mundo sobre la trágica realidad de Siria y de las interminables luchas en el mundo árabe, pero también frente a la simplificación que muchas veces se realiza sobre la búsqueda de un mundo mejor a través del escape o de la lucha soberana, las mujeres kurdas nos dejan un ejemplo a tener presente hoy y en la historia. Tal vez algún día puedan surgir en el norte de Siria nuevas fronteras que reconozcan las históricamente creadas por una comunidad humana que también reclama sus derechos en el medio del dolor, la muerte, la sangre pero también el orgullo, el coraje y el amor por una bandera.

 

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