Tener una rutina para todo está de moda. Aquí no hablaremos de ejercicio, cosméticos o aceites esenciales para dormir. Sólo hablaremos de un ritual nocturno para ser más felices.
Algunas mujeres se centran más en la parte de belleza (ducharse, desmaquillarse, ponerse cremas…) otras en la comida (cocinan por la noche cosas riquísimas que nunca sabremos si en realidad hacen en su vida offline), otras empiezan a narrar su relajante rutina una vez que acuestan a sus pequeñas criaturas… Cada mujer es mundo y cada rutina que he visto durante todos estos años de rutino-obsesión me han recordado cosas fundamentales que la ciencia ha demostrado que sirven para algo.
No voy a hablar de las más evidentes, que supongo que tenemos claras: no cenar demasiado para no soñar cosas raras, no buscar cosas sin sentido y sin fin en internet hasta que nos estalle la cabeza y los ojos y procurar salir de las garras del sofá rápido e irse siempre antes a la cama. Hasta ahí lo sabemos y lo cumplimos todo, ¿verdad?
Entenderé eso por un sí, aunque sepamos que no es real. Dejando lo que se supone que ya sabemos e implementamos de lado, hay otras cosas no tan evidentes que añadir a nuestra rutina en las que a lo mejor no habíamos reparado, y que han demostrado ser realmente eficaces para que nos acostemos felices. A saber:
- Preparar una lista con lo que nos faltó por hacer o lo que se llama un vaciado de nuestro cerebro al papel. Ayuda a quitarnos un peso de encima y evitar que los pensamientos recurrentes sobre lo que tenemos que hacer mañana sean mucho menos molestos. Ya lo tenemos todo controlado. Casi todo.
- Hacer algo que se nos dé bien. Está demostrado que centrándonos en un hobby que nos guste e intentando aprender somos más felices. Es lo que suele pasarte cuando sales con una sonrisa de tus clases de baile o de inglés y sientes que puedes comerte el mundo aunque una hora antes estuvieras preguntándote quién te mandaría apuntarte a ese curso.
- Pasar tiempo con amigues. ¿Qué pasa cuándo un día cualquiera entre semana sales a tomar algo con las personas que quieres? Normalmente te olvidas hasta de en qué día vives y sientes que has aprovechado tu tarde-noche al máximo. Mucho mejor que si hubieras visto la tele durante esas 3 horas.
- Ponerse una alarma para ir a la cama. No es que escuchar alarmas nos haga felices precisamente. El asunto está en que dormir las horas que necesitamos sí que nos hacer ver la vida con más positividad al día siguiente y, como nos cuesta un poco autocontrolarnos mientras vemos capítulos de nuestra serie favorita sin parar, la alarma nos recuerda que hay una prioridad que debemos atender y que no está en lo que va a hacer el personaje de la pantalla al que, por cierto, pagan ridículamente bien; sino en el bienestar de la persona que se sienta delante.
- Apuntar tres cosas positivas que nos hayan ocurrido durante el día antes de dormir. Que sí, que esto lo sabemos y vamos a empezar a odiarlo por verlo hasta en la sopa, pero la ciencia es la ciencia; y si la ciencia nos dice que tenemos que darle un empujón al cerebro recordando lo positivo boli y libreta en mano desde la mesita de noche, se le hace caso y punto.
- Evitar las discusiones por la noche. No quiere decir que actuemos de forma evasiva y vayamos creando una bola de resentimiento que acabe con todas nuestras relaciones; pero para irse a la cama se necesita una atmósfera tranquila que difícilmente se conseguirá después de una discusión. Lo mejor sería intentar hacer las paces antes y, como regla, poder dar siempre las buenas noches desde el amor y la sabia paciencia a la personita que duerme al lado.
- Leer. Qué maravilla peligrosamente olvidada. Irse a la cama con un libro de papel y meterse en una historia de ficción hace que nuestro cerebro pueda agarrar el enchufe y desconectar del todo del mundo antes de empezar a prepararse para dormir. Meterse cada noche en una historia apasionante nos ayuda a tener más ganas de meternos finalmente entre las sábanas y cerrar el día como se merece.
Este escrito está basado en las maravillosas ideas de este artículo. Recuerda que sólo tú puedes crear una rutina cada noche que te sirva para ser más y más feliz cada día.
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