Lucille Ball fue una pionera de la televisión. Actriz, cómica, productora y la primera mujer directora de un gran estudio de televisión norteamericano.
Las primeras sitcom se crearon en los Estados Unidos a finales de los años cuarenta, pero fue I love Lucy la que pasó a la historia como una de las pioneras por los cambios que introdujo en la manera de hacer televisión en los cincuenta. Usó por primera vez multicámara para grabar el espectáculo en directo con público en plató y varios escenarios construidos en el set de rodaje, para cambiar de uno a otro y no perder tiempo, mientras el público estaba mirando, y las cámaras grabando. La ficción se grababa del tirón, en orden cronológico, como si fuera una obra de teatro.
Y tu de qué te ríes? El humor es cultural, es referencial, tiene consecuencias físicas, psicológicas y sociales. Una carcajada provoca la descarga automática de endorfinas, que tiene altos poderes analgésicos; de adrenalina, potenciador de la creatividad y la imaginación; de dopamina, que mejora el estado de ánimo y de serotonina, que posee efectos calmantes.
I love lucy, pero sobre todo Lucille Ball, generan todo esto, junto y revuelto a la vez. Es una actriz cómica, que usa el humor físico, el slapstick, las bromas, los chistes. Sus ojos, sus muecas, el uso que hace de su cuerpo para la comicidad física. Ella en sí genera risa, sólo con su estar.
Lucille Ball se ha convertido en un ícono de la televisión y de la comedia. Pero, antes de ella hubo muchas otras mujeres haciendo series cómicas, incluso en la época del cine mudo. Tilly y Sally en Inglaterra, Mabel Normand en Francia, Armanda Giunchi en Italia, Sarah Duhamel en Francia. Y después de Lucy, ha habido muchas más. A las mujeres nos gusta reírnos, y hacer reír, aunque el patriarcado se encargue de reforzar en el imaginario colectivo las figuras masculinas en poder del humor.
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